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Actualmente los historiadores cuestionan la versión católica oficial según la cual el Islam se implantó violentamente en España, después de una invasión árabe, en el año 711. Estos argumentan que el Islam ni se impuso ni era ajeno a los hispanos, lo abrazaron libre y mayoritariamente.
El mito de la invasión del Islam fue promovida por la Iglesia Católica para encubrir su derrota ante los cristianos unitarios, seguidores del arrianismo que predicó Prisciliano.
¿Ocurrió la historia tal y como nos la han contado? ¿Es posible que, en el siglo VIII , un ejército musulmán cruzara el estrecho de Gibraltar, derrotara a las tropas visigodas y avanzara victorioso hasta someter casi todo el territorio peninsular?.
Lo que nos dice la historia oficial
El año 711 entraron 7.000 árabes por Tarifa al mando de Tariq, y poco después otros 18.000 entran al mando de Musa, nacido en La Meca, que a la sazón tenía unos setenta y un años de edad, 25.000 hombres en total.
Nos dijeron que en tres años conquistan e islamizaron un territorio de 584.192 kilómetros cuadrados, habitado por varios millones de personas organizadas en monarquías visigodas y pertenecientes, muchas de ellas, a la cultura greco-latina.
Es decir que, en el periodo de tres años, cada uno de aquellos 25.000 árabes tuvo que realizar el esfuerzo de conquistar 23 kilómetros cuadrados aproximadamente y, por si fuera poco, conquistar además parte de Francia y convertir todo ese vasto territorio al Islam. ¡Todo en tres años!. Ellos solos, con la espalda al descubierto, sin conocer el idioma y sin el apoyo necesario para pertrechar a la exigua tropa invasora.
Lo que las legiones romanas no consiguieron en 300 años de sangrienta conquista, con todo su aparato militar, y el apoyo logístico desde las Galias, lo consiguen 25.000 árabes incultos venidos desde el lejano desierto. Y según se nos cuenta lo hicieron después de atravesar miles de kilómetros del norte de África, sin conocer la herradura con la que calzar a los caballos que no tienen (el desierto de Arabia no lo permite) y con las espaldas descubiertas.
El origen del mito
Los documentos de la época no contienen referencias a aquella terrible invasión. El único relato de principios del s.VIII que se conserva es el del obispo Isidoro Pacense, pero desde hace dos siglos sabemos que es un personaje mítico. Desde el rey visigodo Vamba hasta Alfonso III, ni cristianos de confesión alguna, ni musulmanes, dejan documentación creíble al respecto. Las primeras noticias aparecen en las crónicas latinas y musulmanas del siglo IX, a seis generaciones (ciento cincuenta años) de los hechos; cuando el Islam estaba ya firmemente arraigado en la península.
Las crónicas árabes de la conquista de la península Ibérica se escriben siglos después de la supuesta conquista, y son adaptaciones de leyendas egipcias que comienzan a extenderse en el siglo X.
A comienzos del siglo X un grupo de andalusíes, recién conversos, sienten la necesidad de viajar a El Cairo en busca de doctos eruditos para formarse en lo relativo a la nueva confesión. Y para, ¡Oh sorpresa!, informarse sobre la llegada del Islam a la península Ibérica.
Entre ellos viaja un tal Ibn Habib quien en su obra Táric, nos relata la leyenda de la invasión de los árabes, extraída a su vez de otras leyendas egipcias contadas por sus maestros cairotas. El investigador se debe de preguntar: ¿Cómo es que en España no quedaba nadie que recordara los hipotéticos acontecimientos de un hecho tan decisivo como lo hubiera sido la conquista árabe tan sólo un siglo antes, y la conversión al Islam de casi todo un país?
Lo cierto es que Ibn Habib y sus compañeros, tienen que viajar hasta Egipto para enterarse de lo que pudo haber sucedido en vida de sus bisabuelos. Y si en la península Ibérica no quedaba recuerdo reciente de ninguna invasión, ¿cómo es que los egipcios, tan lejanos, pudieron saberlo?
A propósito de esta crónica. Cuando el año 1.860 el historiador Dozy la lee para su investigación, escribe en sus Recherches que no le parecían otra cosa que cuentos de “Las mil y una noches”.
Si los árabes habían invadido España, ¿sus nietos no se acordaban de la conquista y tuvieron que viajar a Egipto para informarse?
Quizá en la Edad Media fue más aceptable, para los católicos romanos, asumir la historia de la invasión como un castigo divino por las herejías del cristianismo, que aceptar la sustitución progresiva de sus ideas religiosas por otras.
Supuestamente para los andalusíes, y para el orgullo de los árabes en general, también les fue más atractivo ensalzar proezas épicas de sus hipotéticos antepasados, que el natural florecimiento de una cultura andalusí, como la que se forjó en España. Estos criterios son los que se mantienen en la actualidad para justificar la invasión.
Algunos investigadores, concluyen que el mito ha pervivido, contra toda lógica, porque a los católicos les ha interesado mantenerlo; encubría ante el pueblo su fracaso social y religioso.
(Continúa)