Un estado esperpéntico
Publicado: 16 Dic 2018 17:21
Llegar a ser presiente del Gobierno de España con 84 escaños de los 350 que lo conforman la Cámara Baja, no es un error de número, ya que la Constitución contempla esas matemáticas. Pero que puede ser un subterfugio, es más que posible, y los hechos lo demuestran.
Para ser presidente del Gobierno con esos 84 escaños, te han de prestar al menos 92 para obtener la mayoría absoluta; o en caso de que sean suficientes los que te presten, basta la mayoría simple lograda con la abstención de otros.
Gobernar un país como España, gracias a que tus “prestamistas” son personas que se declaran anti constitucionalistas, es una situación tan extraña que desde la compostura resulta esperpéntica, pero es que el esperpento político tiene carta de naturaleza en la España de 2018.
Por esperpento me refiero, a que en una democracia seria y moderna no quepan situaciones como las que se dan en la española.
¿O no es un esperpento que al ministro de Asuntos Exteriores le escupan en el Parlamento y cómo si lloviera?
¿O no es un esperpento llamar cerdos a 400 votantes porque han votado a un partido legalizado?
¿O no es un esperpento llamar a ocupar las calles porque un partido político a sacado 12 diputados?
¿O no es un esperpento que se busquen a esos 400 votantes con intenciones claras del echarlos del pueblo?
¿O no es un esperpento que un presidente de comunidad amenace con la Vía Eslovena para conseguir la independencia de su autonomía? Y el Gobierno de España “que si verdes las han segado”.
¿O no es un esperpento que un cómico se limpie la nariz con la bandera de España, (madre de muchos españoles) y es como si se las limpiara con las bragas de la suya?
Más que estado anómico vivimos en un estado esperpéntico, propio de las “chirigotas de Cádiz”; un gobierno surrealista impropio de una de las naciones más antiguas del mundo.
La penetración de VOX en las pasadas elecciones de Andalucía, ha sido como una especie de terremoto para aquellos que “era su cortijo”. VOX va a devastar un chiringuito recreado en 40 años de “feudalismo”. Y esa irrupción también mueve los cimientos de aquellos que de la política han hecho un medio de vida, vida a todo tren y a todo trapo. Porque se teme que, en las generales, VOX va a invadir el Parlamento Español, no como Tejero en febrero de 1981, sino con las papeletas de tantos españoles en las urnas.
Para ser presidente del Gobierno con esos 84 escaños, te han de prestar al menos 92 para obtener la mayoría absoluta; o en caso de que sean suficientes los que te presten, basta la mayoría simple lograda con la abstención de otros.
Gobernar un país como España, gracias a que tus “prestamistas” son personas que se declaran anti constitucionalistas, es una situación tan extraña que desde la compostura resulta esperpéntica, pero es que el esperpento político tiene carta de naturaleza en la España de 2018.
Por esperpento me refiero, a que en una democracia seria y moderna no quepan situaciones como las que se dan en la española.
¿O no es un esperpento que al ministro de Asuntos Exteriores le escupan en el Parlamento y cómo si lloviera?
¿O no es un esperpento llamar cerdos a 400 votantes porque han votado a un partido legalizado?
¿O no es un esperpento llamar a ocupar las calles porque un partido político a sacado 12 diputados?
¿O no es un esperpento que se busquen a esos 400 votantes con intenciones claras del echarlos del pueblo?
¿O no es un esperpento que un presidente de comunidad amenace con la Vía Eslovena para conseguir la independencia de su autonomía? Y el Gobierno de España “que si verdes las han segado”.
¿O no es un esperpento que un cómico se limpie la nariz con la bandera de España, (madre de muchos españoles) y es como si se las limpiara con las bragas de la suya?
Más que estado anómico vivimos en un estado esperpéntico, propio de las “chirigotas de Cádiz”; un gobierno surrealista impropio de una de las naciones más antiguas del mundo.
La penetración de VOX en las pasadas elecciones de Andalucía, ha sido como una especie de terremoto para aquellos que “era su cortijo”. VOX va a devastar un chiringuito recreado en 40 años de “feudalismo”. Y esa irrupción también mueve los cimientos de aquellos que de la política han hecho un medio de vida, vida a todo tren y a todo trapo. Porque se teme que, en las generales, VOX va a invadir el Parlamento Español, no como Tejero en febrero de 1981, sino con las papeletas de tantos españoles en las urnas.
