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“Al principio te sientes mal”. Sargento primero, Nablús, 2005.
“Entramos en los pueblos [palestinos] todos los días por lo menos dos o tres veces para hacer sentir nuestra presencia es como si les ocupáramos. Para demostrarles que esa zona es nuestra, no suya […] Al principio, apuntas con tu arma a un niño de cinco años y después te sientes mal; piensas que no está bien. Luego, llega un momento en el que… te pones tan nervioso y estás tan harto de entrar en los pueblos y de que te tiren piedras. Pero está claro que estás dentro del pueblo y que acabas de pasar el edifico de la escuela y que los niños te van a tirar piedras. Una vez, mi conductor salió y sin parpadear, cogió a un niño y le dio una paliza. El niño estaba simplemente sentado en la calle.
“Se hizo caca, oí como lo hacía, fui testigo de su humillación. Lo olí. Pero me daba igual”. Sargento primero, Hebrón 2010.
Me acuerdo sobre todo de los adolescentes. Una vez detuvimos a tres chicos; eran parte de una banda que no paraba de tirarnos piedras y eran sólo niños. […] Cuando le llevamos en el jeep me acuerdo que escuché como se hacía caca en los pantalones. También me acuerdo de otra vez que uno se hizo pis encima. ME daba igual, me resultaba totalmente indiferente. Se hizo caca, oí como lo hacía, fui testigo de su humillación. Lo olí. Pero me daba igual.
“El oficial disparó a los piernas, pero desde una distancia muy corta”. Sargento primero. Hebrón, 2008.
A veces usamos botes de humo. En un momento dado, el oficial disparó a los piernas, pero desde una distancia muy corta. No sé por qué. Desde unos 20 metros, algo así. En el momento que lo hacía, un niño se estaba agachando para recoger una piedra y le dispararon en la cabeza. A partir de ahí, el incidente se agravó, vinieron los paramédicos, una ambulancia judía, una árabe. No me acuerdo exactamente. Después un rato largo, porque la situación era peligrosa y la mitad de su cerebro estaba fuera del cráneo. Al final llegó al hospital y creo que dos días después murió. Mirando los hechos, se podría pensar que fue una muerte inintencionada. Pero yo conozco al ese oficial y aquello fue intencionado.
“Siempre esos llantos”. Sargento. Hebrón, 2010.
Siempre esos llantos. Están esos momentos tan molestos cuando estás en una misión de detención y no hay sitio en la comisaría y te tienes que llevar al niño de vuelta contigo al puesto militar, vendarle los ojos, ponerle en una habitación y esperar a que la policía venga a recogerlo a la mañana siguiente. Se queda allí sentado como un perro…
“Disparó porque es el que manda”. Sargento primero, Nablús 2006-2007.
Son críos. Hay muchas posibilidades de que yo hiciera lo mismo si estuviera en su lugar. Hubo un caso de un comandante que decidió disparar a uno en la pierna porque él es el que manda. Balas de verdad.
“Tratan de entrar en Israel porque sus familias pasan hambre”. Sargento, Franja de Gaza. 2008.
En Nahal Oz, los niños intentan venir para encontrar comida o algo. Los padres deben enviarles para intentar entrar en Israel porque sus familias pasan hambre. Creo que los niños tenían 14 o 15 años. Me acuerdo de un niño, que estaba ahí sentado, con los ojos vendados y vino un soldado del que se sabía que era un idiota, le golpeó y le echó grasa del rifle por encima.
“Le lanzó una granada de sonido y el niño salió corriendo”. Sargento, Ramala 2009.
Nos había llegado el mensaje de que alguien había tocado la valla. […] Allí había tres niños, el mayor de ellos de 15 y uno pequeño de siete u ocho y otro que debía estar entre medias. El comandante los detuvo y quiso hacer unas comprobaciones, así que los sentó al borde de la carretera a cinco metros de distancia cada uno. […] Abrió las puertas traseras del jeep y metió al niño [el más pequeño]. No le pegó pero le amenazó brutalmente y el niño empezó a llorar. Cuando obtuvo al información que quería, detuvo a los otros dos niños y el pequeño volvió al pueblo. Le gritó “vete, vete al pueblo”. El niño estaba aterrado. El comandante lanzó una granada de sonido y el niño salió corriendo.
“Los soldados salieron con bates y empezaron a dar palizas”. Sargento, Ramala 2006-2007
Hicimos una incursión en una casa abandonada, después de que hubiera habido choques en Calandia un viernes. Los soldados salieron con bates y empezaron a dar palizas hasta que dejaron a la gente hecha papilla. A los niños que quedaban por allí los detuvieron. Hacían corree a la gente. A los que se quedaban rezagados, les pegaban con los bates. A los que estaban en el suelo, también. [Mi unidad hizo esto] varias veces. Por lo menos cuatro o cinco. Con niños deferentes probablemente… […] para que aprendieran la lección. Sólo espero que los niños que acaban detenidos en la base militar o en la comisaría no vuelvan a tirar piedras, pero me temo que ese no es el resultado.