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Publicado: 22 Sep 2016 19:55
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Ver citas anteriores176 Reasons Donald Trump Shouldn't Be President
In the debut episode of his new series, "The Closer," GQ's Keith Olbermann tallies the most outrageous of Donald Trump's offenses in what is now his 15-month assault on American democracy.
Every few generations, we Americans are called upon to defend our country. To defend it not so much from foreign dictators or war or terrorism, but from those here who have no commitment to progress or democracy or representative government—no commitment to anything except their own out-of-control minds and the bottomless pits of their egos.
Our society has thrown up these people before: Joseph McCarthy. George Wallace. Father Coughlin. Jefferson Davis. Aaron Burr. The Know-Nothings. The Blacklisters. The America-Firsters. And we have always thrown them out.
And now our generation has its own: the most dangerous individual ever nominated by a major party for the highest office in this country.
His base wants few details and fewer facts; they just want to burn it down and blame their failures on the collective other. And Donald John Trump is their demonic messiah in Oompa Loompa's clothing.
We must stop him.
It is not pleasant.
It is not fair that we have to do this.
But it is our turn.
**
The Emperor's New Clothes quality to the Trump campaign has survived these 15 months because, as we react to each outrage, our shock and revulsion have been refracted like light through a prism.
But these outrages are not separate events, not even a pattern.
They are, simply, Donald Trump.
Seen all at once, they—and he—are horrifying.
You must see them "all at once."
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Ver citas anterioresDoc_McCoy escribió:PENSÁNDOLO BIEN...›
Los gatos de París
Lo que Trump ofrece a la gente no es poca cosa; un responsable de los males que le aquejan
Jorge Zepeda Patterson 22 SEP 2016 - 01:41 CEST
En el verano de 1348 la peste alcanzó París. Nadie sabía cuál era la procedencia de la epidemia, ni cómo se propagaba de una casa a otra, de una persona a otra. Pero, como siempre, buscaban una explicación, y por supuesto, una cabeza de turco, cuenta Henning Mankell, el novelista sueco (Arenas movedizas, Tusquets, 2015). En este caso, cundió el rumor de que eran los gatos de la ciudad los causantes de la muerte de tantas personas.
Podría habérseles ocurrido que eran los judíos, o los gitanos o cualesquiera otros. Pero en aquella ocasión aseguraban que los culpables eran los gatos. Y ya se sabía desde siempre que las brujas y los gatos compartían algún tipo de oscuro secreto. De modo que arremetieron contra todos los gatos de la ciudad y al poco tiempo no quedó ninguno vivo. Gracias a ello, lógicamente, los verdaderos difusores de la enfermedad, las ratas y las pulgas, se libraron de su único enemigo natural. Se multiplicaron en número igual que los casos de contagio. La peste asoló a la ciudad durante ocho meses y cuando por fin comenzó a remitir, la mitad de la población había muerto.
En la epidemia de odio que recorre el hemisferio occidental, hemos sustituido a los gatos por los migrantes. Los políticos populistas de derecha se han encumbrado en los países ricos, destino final de los flujos de migración, gracias al miedo y al consiguiente rechazo que inspiran contra el mal que viene de afuera. No importa si los datos no demuestran que el desempleo, la crisis económica o la delincuencia sean responsabilidad de mexicanos, árabes o sirios. La desesperación es tal que basta con ofrecer un culpable para que el dedo flamígero de la sociedad se vuelva en su contra. Como en el juego de Trivial, la ignorancia avanza dos kilómetros.
Podemos mirar con desdén la torpeza que llevó a liquidar a los gatos en beneficio de las ratas portadoras de la peste y atribuirlo al oscurantismo de la Edad Media, pero antes de hacerlo habría que asumir que estamos a un atentado de distancia para que Donald Trump llegue a la Casa Blanca gracias a un embuste de esa magnitud. No importa cuántos analistas muestren con cifras en la mano la falsedad e inconsistencia de los diagnósticos del empresario anaranjado. Lo que Trump ha ofrecido a la gente no es poca cosa; un responsable de los males que le aquejan; una esperanza para detener la epidemia de pobreza y atonía económica. “Son los gatos y basta con deshacerse de ellos”.
Las medidas proteccionistas que ofrece Trump no harían sino multiplicar las fuentes que provocan la enfermedad. Estados Unidos ha sido el país más beneficiado por los efectos de la globalización, entre otras cosas porque es el receptor de los flujos financieros de todo el orbe. Detener personas y mercancías unilateralmente, establecer muros y barreras, hostilizar a potencias como China, que detenta las mayores reservas de dólares del planeta, convertiría a la economía estadounidense en el París de 1348: una víctima de su propia ignorancia.
Lo vemos todos, lo ven ellos mismos, pero nadie escapa a sus propios miedos. Insisto, un atentado sangriento en los próximas semanas podría darle la presidencia a Trump; una recaída de Hillary Clinton lo pondría por delante en las urnas. Espanta saber que un hilo tan delgado nos separa del absurdo, del advenimiento de un mandato ignorante y fanático que termine por arrastrarnos a todos.
@jorgezepedap
http://internacional.elpais.com/interna ... 86382.html

http://www.lavozdegalicia.es/noticia/in ... P21992.htmVer citas anteriores¿Por qué nada le pasa factura a Donald Trump?
Miguel-Anxo Murado
09/10/2016 05:00
Desde que Donald Trump dejó de ser una broma para convertirse en una amenaza auténtica, la prensa norteamericana ha estado buscando sin cesar el golpe publicitario que pudiese dejarle KO y sacarle de la carrera presidencial. Pero nada ha funcionado. Nada parece desanimar a su base. De hecho, da la impresión de que las meteduras de pata, los comentarios sexistas o xenófobos más o menos disimulados, no solo no le pasan factura sino que pueden haber contribuido a forjarle una imagen de rebelde que le favorece. ¿Por qué tendría que ser distinto con este último asunto de la grabación en la que hace comentarios groseros sobre las mujeres?
Muchos pensaban que esta vez sería diferente porque en este caso Trump parece ir más allá del sexismo casual, digamos, y se acerca peligrosamente a la acusación de acoso. El mismo Trump se ha dado cuenta de que este caso podría hacerle más daño que otros y se ha apresurado a grabar una disculpa que, fiel a su estilo siempre, está entreverada en un ataque.
Pero conviene no exagerar el desastre para el candidato republicano. Si los medios se han equivocado una y otra vez a la hora de declarar «muerta» su campaña es porque no dejan de subestimar la fuerza de ese gran motor de las lealtades políticas que es el prejuicio. Quien ha sido fiel a Trump públicamente hasta aquí ha invertido ya demasiado de su capital social como para rectificar. El seguidor del candidato republicano no cree que sea «un hombre perfecto», como dijo el propio magnate con conmovedora modestia en su vídeo de contrición. A sus incondicionales le gusta ese desprecio a la tiranía de lo políticamente correcto. Para ellos, Donald Trump es un vehículo en el que poder dar rienda suelta a su rabia, la famosa indignación que tanto se ensalza en según qué casos.
De hecho, la campaña de Trump va mal, pero no precisamente por culpa de sus exabruptos. El verdadero golpe a sus esperanzas presidenciales lo recibió el pasado 26 de septiembre en el primer cara a cara televisado con Hillary Clinton. No se trata tanto de que Hillary ganase o Trump perdiese, porque los dos candidatos y sus electorados se mueven en planos de la realidad que no se cruzan. Lo que ocurrió fue que Hillary, que había empezado a parecer débil a sus propios partidarios, mostró una energía inesperada que convenció a muchos de que merece la pena seguir apoyándola. Trump, por el contrario, decepcionó a muchos de los suyos, no por su agresividad sino por su falta de ella en ese día en particular. El propio Trump lo entendió en seguida y se lamentó de haber sido «demasiado respetuoso» con su rival (es un decir).
Hasta entonces, los dos candidatos estaban prácticamente empatados, incluso con ligeras ventajas ocasionales para Trump. Pero ese día la horquilla se abrió y no ha dejado de ampliarse en beneficio de Hillary. Por eso, para Trump es clave el resultado del segundo debate previsto para esta noche. Y por eso, sin duda, es por lo que se filtró el viernes, y no antes, la grabación escandalosa realiza al candidato republicano hace más de una década: no para dañarle directamente con ella, sino para desequilibrarle de cara a su encuentro con Hillary. Porque es ahí, muy posiblemente, donde se decidirá la carrera hacia la presidencia.
Un cuñado que no aspira a influir en la vida de millones de personas, pero cuando uno piensa lo que piensa mejor callarse, ya ha ofendido a hispanos, negros y mujeres... ¿a qué colectivo le falta por insultar? con el 100% de los votos de los WASP ya no se llega a presidente. Parece que hace todo lo posible para que no le vote nadie... Tiene la suerte de que el partido republicano tiene un suelo electoral ya que un 34% dice que Trump ganó el debate de ayer..Ver citas anterioresEnxebre escribió:Lo cierto es que Hillary parece más falsa que el político americano medio (que ya es decir) y Trump un cuñado de bar pero que no tiene miedo a decir lo que piensa
Dios te oiga.Ver citas anterioresprocrastinando escribió:Un matemático predijo la victoria de Obama y ahora es una celebridad
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/ ... _silver_dp
Pues bien, la página web de ese matemático dice que por ahora Hillary tiene un más del 80% de posibilidades de ganar las elecciones.
http://projects.fivethirtyeight.com/201 ... -forecast/