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El rey del pan: de vender millones con barras a 20 céntimos, a la ruina

Pepe Navarro llegó a facturar, en su mejor momento, 8.400.000 euros y hoy no llega a mileurista

"Lo que me ha pasado, ha pasado... vuelta a empezar", dice a sus allegados. Ha regresado a amasar, a ser un simple panadero

MARTÍN MUCHA

05/03/2016 04:02

Pepe, el hombre que facturó millones, amasa y amasa. Repostero y panadero, es un hombre triste, en la ruina, ganando menos de 1.000 euros. Vive escondido... Es la peor cara de ese fenómeno manido llamado ser "emprendedor". El manoseado término se refiere, según la Real Academia, a aquel que acomete y comienza un negocio, especialmente si encierra peligro. Viene de emprender, cuya segunda acepción es "prender fuego". Algo de todo esto tiene lo que hizo José Navarro. Hace cuatro años incendió el precio de un producto básico como el pan. Comenzó una guerra nacional poniendo la barra a 20 céntimos. Entonces el valor medio en España era de 0,59 euros. Pepe, cuarentón, panadero hijo de panadero, "un hombre humilde y trabajador"

-según allegados-, quería competir con los más grandes. Los telediarios hablaban de él. Su nombre apareció hasta en medios como la BBC o el Irish Times. Filas de personas en sus pastelerías comprando...

El impacto fue tal que hasta las grandes superficies se resignaron a bajar sus precios. Lidl y Día lo redujeron a 0,39 euros. Mercadona, el supermercado al que más daño hizo Navarro, pues sus obradores estaban en plena Comunidad Valenciana, lo más cerca posible de la empresa del multimillonario Roig, contraatacó. "A un euro cinco panes tipo bocadillo", se vendían. Es decir, 0,20 euros cada uno. Navarro pasó de ser proveedor minoritario a jugar las grandes ligas. Eran 8,4 millones de euros cuando alcanzó su cúspide de ventas, según las cuentas de 2014. Camino de los 500 empleados. Medio centenar de puntos de venta... Y todo se convirtió en cenizas.

Sus deudas se cuentan por cientos de miles de euros. Su esposa se divorció de él y se quedó la custodia de sus dos hijos. Su padre perdió la casa familiar. El Range Rover Sport que era el orgullo del panadero antes de expandirse a niveles increíbles, antes de que le denominaran el rey del pan. Antes de la barra a 20 céntimos ya producía para El Corte Inglés. Después de su oferta, que comenzó en septiembre de 2012, hizo enemigos en el sector. Las inspecciones comenzaron. El propio Pepe denunciaba que sus primeros locales de Quart de Poblet, Gandia y Torrent recibían "una inspección semanal". Sólo habían pasado tres meses. Se hablaba de la guerra del pan. El consumo de pan subió por primera vez en décadas, según el Ministerio de Agricultura. La expansión de Navarro seguía. Llegó a los 50.000 panes diarios. Sus puntos de venta aumentaban a un ritmo vertiginoso, todos nombrados con su apellido. "El cataclismo desatado por José Navarro provocó el cierre de buen número de panaderías en Valencia", describía Expansión en diciembre de 2013.

"Todo lo invertía en nuevos locales. Recibía dinero y abría otro. Y otro", rememora una extrabajadora y compañera. "No disfrutó de sus ganancias. Trabajaba como nosotros". Compró un pequeño edificio de 300 metros para sus oficinas centrales. Hasta que su política de expansión le estalló. Comenzó a ser superado por su propio crecimiento. En 2014 sus gastos eran de 8,6 millones de euros, 200.000 por encima de sus ventas. Se especula que llegó a vender 250.000 panes al día. "Yo le recomendé que subiera a 25 céntimos la barra. No quiso", recuerda Alejandro Leston, quien le asesoraba en términos administrativos y de gestión. Obstinado y desesperado, comenzó a malvender sus bienes. "Todo se acabó cuando le negaron un crédito de 1,5 millones de euros". El monto total de lo que debe supera largamente los 300.000 euros. Le debía incluso a sus allegados. "Me dejó a deber dinero y le condoné la deuda. Es un pobre buen hombre que no supo medir. Hoy ha vuelto a sus inicios".

"Sólo quería no dejarle a deber a ningún empleado, los proveedores tenían asegurado al menos el 70% de su inversión", le cuenta Pepe Navarro a quien le quiere escuchar. "Lo que me ha pasado, ha pasado. Vuelta a empezar", afirma. El panadero que lo perdió todo ha dicho en una entrevista con el programa Teleobjetivo que dejó lo que tenía a los acreedores. No quería siquiera apenas mirar a la cámara. Su rostro, una mezcla de tristeza y vergüenza... Su ruina, paradójicamente, benefició a los consumidores. El pan bajó en toda España.

http://www.elmundo.es/cronica/2016/03/0 ... b46a8.html