El eterno retorno y el asesino de nazis.
Resulta que Ernesto mató a 122 nazis una vez en Europa, en plena II Guerra Mundial, cuando dizque era corresponsal de guerra (pero en realidad era agente de la CIA)
... El rostro de un asesino.Sí, Hemingway también fue un cruel asesino, quizás el peor de todos, una miseria de persona que tuvo hasta la osadía de matar a soldados por la espalda: “Una vez maté a un kraut de los SS particularmente descarado. Cuando le advertí que lo mataría si no abandonaba sus propósitos de fuga, el tipo me respondió: Tú no me matarás. Porque tienes miedo de hacerlo y porque perteneces a una raza de bastardos degenerados. Y además, sería una violación de la Convención de Ginebra. Te equivocas, hermano, le dije. Y disparé tres veces, apuntando a su estómago. Cuando cayó, le disparé a la cabeza. El cerebro le salió por la boca o por la nariz, creo”, le habría escrito a su editor, Charles Scribner, cuatro años después de la guerra.
Estas cartas de Ernest Hemingway aparecen en el libro “¿Qué le ocurrió a la calavera de Schiller? Todo aquello que usted no sabía sobre literatura”, en el que su autor, Rainer Schmitz, saca a a la luz trapos sucios de algunos autores, y don Ernesto no se salvó.
Pues si los nazis tuvieron a Grass, pues los aliados están representados por su Hemingway… Me enferman esas precisiones, ese juego de dualidades, de buenos y malos, de que para un lado el otro es el enemigo. ¿Qué clase de vida se está generando? Me corrijo: ¿Qué clase de vida ya está generada?
No me extraña la fascinación del autor de ‘Adiós a las armas’ por la violencia, está más que explícita en su obra y en el texto de alguna misiva que escribiera: “Me gusta disparar con un fusil, me gusta matar y Africa es el lugar donde puedo hacerlo”. La violencia fue hasta el germen de su muerte, ¿no? El punto radica en la mediatización de esas conductas morales, en sus bajezas o no, en la polarización de las cosas. Estas cartas o perspectivas se publican en Alemania, quien hace poco vio cómo su bastión de ‘honestidad’ y mirada histórica, que hasta entonces es/era Grass, se desacreditaba para algunos o al menos fue objeto de polémica por su permanencia en la Waffen SS, en pleno nazismo. El texto que publicó ayer La Nación (tomado del Corriere della Sera) no puede ser menos evidente: “Si se lo piensa bien, Günther Grass la sacó barata. Si en abril de 1945, cuando fue hecho prisionero por el ejército norteamericano, el entonces jovencísimo Waffen SS se hubiera topado con Ernest Hemingway, probablemente hubiera tenido el desdichado fin de tantos de sus compañeros de armas”.
Bando y bando. No sólo en Alemania hay secretos ocultos… Yo soy malo, pero tú también… Hay un enemigo en el otro… Él sí es malo, pues mató sin misericordia…
Este asunto de pequeñas comarcas que ven en el otro a su enemigo, con posturas irrenunciables, con un maniqueísmo tan evidente es asfixiante. Gente como Umberto Eco y Alain Minc, entre otros, ha hablado de esta ‘Nueva Edad Media’, el retorno de una etapa oscura que busca definirnos en lo que somos ahora: un mundo tan fragmentado que sólo consigue asirse a través de fundamentalismos peligrosos…cualquiera de estos.
Por eso miro con espanto y desazón que el teatro alemán Deutsche Oper retire Idomeneo, de Mozart, por temor a la ira musulmana. ¿Es que se trata de mirar las cosas como blanco y negro y dejar de hacer algo por esa dicotomía del retraso? Según publicara El Universo: “La obra Idomeneo cuestiona la relación de los hombres con los dioses y propone un mundo sin deidades, pues ninguno, sea Jesús, Mahoma, Buda o Poseidón, trajo la paz”. Todo reducido a lo más básico, cuando el arte puede generar miles de discursos interesantes.
... El famoso Idomeneo.Y me pregunto: ¿Llegará el día en el que nos obliguen a decidir de qué bando somos? ¿Grassiano o Hemingwaysista? (sí, me le robo la idea a Xavier Velasco, violentando más el eterno retorno), ¿cristiano o musulmán?, ¿americano o europeo? Sólo de pensarlo me desespero.
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