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Fernando Simón es un mojón
Algo que me apena mucho de España es que mucha gente vive política como si fuera el fútbol. Del mismo modo que la misma acción es un penalti claro para los aficionados de un equipo y un flagrante robo arbitral para los del otro, los ultras de los distintos partidos políticos reaccionaran a una medida o declaración dependiendo de quién esté en el gobierno.
En realidad, este fenómeno es bastante comprensible. Es verdad que todos nosotros cojeamos de algún pie y tenemos simpatías hacia uno u otro partido, pero el hooliganismo es cansino y pernicioso y limita las posibilidades de debatir e intercambiar ideas. Y en momentos de crisis, representa una amenaza para la convivencia y la posibilidad de tener una ciudadanía libre, responsable e informada (¡Ja! Como si fuera posible).
Además de revelar que el emperador está desnudo y que la élite dirigente está compuesta por ineptos ignorantes, la crisis del Coronavirus ha dejado al descubierto las vergüenzas de muchos periodistas, opinólogos y gentuza similar. No es difícil imaginar que si el PP estuviera en el poder y hubiera tomado exactamente las mismas medidas que el gobierno actual, la reacción del tertulianado de izquierdas hubiera sido acusarles de romper la convivencia democrática, acabar con nuestras libertades e imponernos un Estado policial fascista. Del mismo modo, si Casado fuera el presidente los que hoy lloran por las medidas restrictivas y liberticidas del gobierno social-comunista bolivariano (sic) apelarían a la unidad y responsabilidad ciudadana y nos pedirían que respetáramos las medidas y decisiones del gobierno sin rechistar.
Un buen ejemplo de este hooliganismo tan pernicioso es la devoción que parte de la izquierda mediática ha empezado a profesar por Fernando Simón. El director del Centro de Coordinación de Emergencias y Alertas Sanitarias, aparentemente un gris funcionario nombrado por Rajoy en 2012, simboliza bien el relato que se quiere vender: el gobierno ha tomado solamente decisiones basadas en la evidencia científica™ y avaladas por reputados expertos™. No hay ni ha habido criterios políticos a la hora de tomar medidas: el gobierno ha actuado guiado por las autoridades sanitarias y los errores, si los ha habido, se deben a que este virus es nuevo y no se podía saber, y los que oponen lo contrario son capitanes a posteriori™. El experto tecnócrata encarna por lo tanto a lo Serio y Responsable, una figura apolítica asediada por las fuerzas oscurantistas de la reacción.
¿Que no? ¿Qué exagero al hablar de devoción? Vale, es cierto que buena parte del fandom de Fernando Simón es claramente humorístico. Pero también hay ejemplos serios, donde este artículo de Ana Requena en El Diario donde le ponen como icono de la nueva masculinidad. Casi nada. Es cierto que Simón tiene la voz suave y las cejas pobladas y hasta se podría equiparar su cara a la de un West Highland terrier, pero estas alabanzas se centran únicamente en la retórica y en la estética, no en la solvencia del tipo. Vamos, que una parte importante de la izquierda tuitera ha asumido que Fernando Simón es el puto amo porque es un tío tranqui de voz aterciopelada que es humano, se atraganta con almendras y reconoce que a veces se estresa. Más allá de eso no hay nada, salvo ciertas menciones de pasada a su “impresionante currículum”.
¿Impresionante?
Más bien Fernando Simón representa cierta forma de hacer política en España y la existencia de una verdadera “casta” transversal a todos los partidos. Por cierto, cobra unos 70.000 pavos anuales, así que aunque le joda a Isaac Rosa y a los de El Diario, vamos a odiar un poquito al personaje del momento, que para eso le pagamos. Ojo, que se avecina un vil ad-hominem:
Fernando Simón es hijo de un reputado psiquiatra. De joven fue a un colegio del Opus Dei, de hecho, su padre era miembro del Opus. Bueno, hasta aquí nada fuera de lo normal. Estudia medicina, se especializa en epidemiología tropical en Londres y se va a África con una ONG religiosa, donde tiene aventuras (incluyendo un tiroteo) y salva la vida a muchas personas. En 2003 entra en el Centro Nacional de Epidemiología y en 2012 Ana Pastor Julián le nombra director del CCEAS. Nombramiento directo, sin oposición.
Aquí se empieza a poner interesante. Según varios tuiteros cabreados, resulta que a Simón le enchufan para el cargo. Parece ser que el tío de su mujer (ahora hablaremos de ella) es Romay Beccaria, un peso pesado de la administración franquista y los gobiernos del PP. La trayectoria académica de Simón no es especialmente impresionante, aunque tiene alguna que otra publicación, incluso artículos con título muy evocador en las circunstancias actuales pero no tanta chicha.
Hay más. Al parecer el famoso Centro de investigación de enfermedades tropicales donde Simón trabajó se financia con dinero español. No nos vamos a meter con el melón del enchufismo en la cooperación internacional, pero cualquier que sepa algo de AECID se puede hacer una idea. Seguramente Fernando Simón sea un buen tipo y un buen profesional médico, pero también se ha beneficiado de contactos y conexiones personales para llegar lejos. Que no pasa nada, todos lo hacemos dentro de nuestras posibilidades, pero es importante tenerlo en cuenta para ver los límites del relato meritocrático que nos han vendido.
A la mujer de Fernando Simón, María Romay, Community Manager del Instituto de Salud Carlos III, también la acusan de enchufada. Hay a quien no le hace gracia que tenga un doctorado en Epidemiología y Salud pública por la URJC sin haber estudiado medicina (su formación previa es periodismo en la UCM). Todos sabemos que la URJC es una universidad seria y responsable que no ha regalado títulos a personas con conexiones políticas, así que no daremos mucho crédito a estas acusaciones.
De todas formas, esto son insidias y ataques ad-hominem que no van al meollo de la cuestión. Este “hateo” nivel aficionado es más bien una llamada de atención a los lectores que se hayan sentido inclinados a querer a Simón. Es un tío majete, pero también es parte de esa élite de enchufados de buena familia que se reparten los puestos de responsabilidad en este país.
En realidad, el verdadero problema es que ni Fernando Simón ni nadie del gobierno ni el Centro de Emergencias y Alertas Sanitarias parece conocer sus propios protocolos. Hoy un Técnico de Emergencias Sanitarias ha compartido una serie de documentos históricos muy interesante…
¿Os acordáis de que Fernando Simón nos decía que esto era una gripe? Vale, ahora está claro que el Covid-19 es peor que la gripe, pero asumamos que en febrero, a pesar de los datos disponibles, “no se podía saber” que era más que una gripe. A toro pasado todos somos Manolete, pero en ese momento los expertos sanitarios actuaron según sus protocolos y criterios… Lo que ha pasado escapa al control de las autoridades sanitarias. Lo han hecho lo mejor que han podido, ¿no?
No.
En 2005 (¡4 años antes de la Gripe A!), el gobierno de ZP aprobó un plan de preparación y respuesta a una pandemia de gripe (actualizado un año después) mucho más detallado y restrictivo que la improvisación del 2020.
Resulta que las mismas medidas que se han adoptado ahora se proponían en 2006 para una posible pandemia de gripe. Lo más curioso es que se preveía adoptar medidas como cerrar colegios cuando la tasa de letalidad fuera mayor al 0,1%. Cuando el Covid-19 llega a España y se empieza a propagar la letalidad supera el 2%. Mirad las tablas: a principios de marzo ya estábamos en la fase 6 categoría 3. Pero se ve que Fernando Simón y los expertos que solo toman decisiones basadas en la ciencia no conocían sus propios planes. Por cierto, el plan de 2005 recomienda mascarillas siempre.
A ver si empezamos a hacernos a la idea de que se puede decir que el gobierno ha gestionado la crisis pésimamente sin que eso suponga que apoyamos a los partidos de la oposición. La responsabilidad es transversal: Sánchez es del PSOE pero Ayuso, otra psicópata incompetente, es del PP. El país se va a la ruina, han muerto miles de personas y los partidos políticos y los medios de comunicación se siguen riendo en nuestra puta cara, convenciéndonos de que esto es culpa del PP por los recortes o del PSOE por inútiles. Si fuéramos una verdadera democracia con una ciudadanía comprometida (jajajaja) deberíamos exigir responsabilidades. ¡Ojalá mucha gente de los gobiernos nacional y autonómico acabase en la trena! (aunque me temo que no caerá esa breva).
Esto va más allá del partido político que esté en el poder: la élite española está compuesta por gente tan descerebrada y cuñada como nosotros pero que cobra miles de euros al mes. Si gobernasen otros partidos el espectáculo sería igual de bochornoso. Y a Fernando Simón, icono de las nuevas masculinidades, de la tecnocracia y del buen rollito se le pondría a parir desde esos mismos medios que le alaban y veneran, mientras que los que hoy le critican le pondrían en un pedestal como un modelo de un hombre recto con vocación de servicio.