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La apuesta coreana es "buena, bonita y barata". Buena, porque funciona. Bonita, porque se apoya en la tecnología y la medicina, no en la represión.
Barata, porque su coste económico es mucho más bajo que el de un cierre total. En clave de política pública, el pequeño país asiático ha dado la réplica al gigante comunista, articulando su propia solución al problema del coronavirus de forma inteligente, innovadora y liberal.
¿Y en qué consiste la apuesta coreana? Todo gira en torno a la información. El Ministerio de Sanidad ha creado un registro en internet en el que cada persona con síntomas introduce su información personal y procede a recibir una cita para ser examinado. Por contraste, en España hay decenas de líneas telefónicas que, en teoría, atienden a los posibles contagiados de coronavirus. Algunas, como la del gobierno catalán, son de pago. Todas adolecen de un problema de capacidad, de modo que es normal esperar durante largos periodos de tiempo, incluso más de una hora.
Una vez se han introducido los datos, cada persona debe acudir a su cita, que no será en un hospital colapsado y saturado por la crisis, como empieza a ocurrir en los centros españoles, sino que tendrá lugar en una especie de "drive through" similar al que usan los restaurantes de comida rápida para servir comida a quienes acuden en su coche en busca de una hamburguesa o un refresco. Huelga decir que esto permite espaciar la llegada de los pacientes, ayuda a aislarlos entre sí y permite que el personal destinado a estas tareas esté debidamente preparado y protegido para lidiar con la fase de examinación.
Una vez llega el momento, la prueba está lista en cuestión de diez minutos, puesto que apenas implica un raspado nasal. Este sistema ha permitido que Corea realice un elevadísimo nivel de exámenes de coronavirus a su población. Se estima que la capacidad de evaluación es tal que se pueden realizar decenas de miles de pruebas al día. En total, alrededor de 200.000 personas han pasado por este tipo de protocolo, lo que permite a las autoridades manejar información muy concreta sobre quienes están contagiados y quienes no. En España, hablamos de 17.500 exámenes: ocho veces menos, a pesar de que nuestra población solo es un 10% menor (46,7 millones de habitantes, frente a los 51,5 de Corea).
En consecuencia, Corea puede tomar medidas más ajustadas al terreno y, en vez de intentar gestionar una avalancha de ingresos hospitalarios, sus autoridades se anticipan a la situación y aíslan a la población contagiada de manera rápida y segura. Y es que, en caso de positivo, el gobierno geolocaliza a la persona contagiada para hacer un seguimiento de su evolución y, al mismo tiempo, garantizar que cumple con la orden de permanecer en casa, en cuarentena y aislamiento.