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seaknight escribió:A pesar del notable desarrollo de las matemáticas en la antigua grecia, la aparición del concepto “0” fué relativamente tardía.
Su ideal de belleza se expresaba a través de artes. La escultura era un arte con una importancia particular en el mundo Griego y consistía en partir de un todo al que se le quitan las partes necesarias hasta conseguir la armonía. Una escultura es un trozo de piedra al que se le quitan ciertas partes.
El concepto de la operación matemática que conocemos como “resta” se asociaba en esta cultura a la idea de sacar una cantidad de un todo (“sustraer”) y su resultado era la cantidad de materia que quedaba (“resto”).
No cabía en la cabeza de un griego que un escultor comenzase a quitar material hasta que no quedase nada. No había arte en ello sino que entendían que una piedra grande se había convertido en muchas pequeñas. No entendían que una técnica pudiese dar como resultado la nada, o más bien la ausencia de materia.
De ahí que no pudiesen desarrollar el concepto cero ya que no entendían que una operación matemática pudiese dar como resultado la nada.
Asímismo no podían desarrollar las ecuaciones de segundo grado porque no entendían como “algo” puede ser igual a “nada”. No cabía en su entendimiento.
Para que alguien pudiese asimilar estos conceptos debería vivir en una sociedad donde se considerara que el resultado de una obra de arte pudiese ser la desaparición de la materia que forma el arte en cuestíon. Un sitio donde la gente asimilara sin problemas que el arte no es solo creación sino que la destrucción puede ser un resultado igual de legítimo dentro de las artes.
El sitio de “el arte de la guerra” o las “artes marciales”.
El concepto de la operación matemática que conocemos como “resta” se asocia en el lejano oriente con la idea de “enfrentar” dos cantidades. Poner una cantidad frente a otra y de su combinación nace el resultado.
De esta forma, no es difícil entender que si enfrentamos un ejercito de 50 soldados con otro de 20 soldados, el resultado será de 30 soldados que quedarán vivos.
Y si enfrentamos un ejercito de 50 soldados con otro ejército de 50 soldados, el resultado previsible será que no quede ningún soldado vivo. Ahí tenemos el concepto “0”.
Y tampoco es difícil entender que si una ciudad defendida por 20 soldados es invadida por un ejercito de 40 soldados, el resultado será “menos 20 soldados quedan en la ciudad”. Los números negativos.
Por tanto no les resultó complicado imaginar operaciones que diesen como resultado “0” y desarrollaron las ecuaciones de segundo grado y otras cosas que hoy se enseñan en cualquier colegio de primaria.
Es decir, lo que conocemos depende de lo que pensamos. Procesamos toda la información que nos llega en base a determinados moldes mentales y procuraremos que esa información encaje en estos moldes.
Más resumido y poético: “No vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos”.
Esto aplicado a la discusión que nos ocupa nos enseña que:
-Si nosotros creemos que la vida es una lucha continua donde los organismos compiten unos con otros por su ración de alimentos, nos será muy fácil asimilar la teoría de la evolución, nos encajará.
-Y si no nos encaja, si la observación desmiente esa idea fundamental, crearemos un mundo paralelo a base de cifras hasta que nos encaje. Pondremos los nueves que sean necesarios en la cifra hasta que nos dé una explicación o inhiba nuestras ganas de buscarla asumiendo que es inconmensurable y solo comprensible por mentes superiores, mas desarrolladas. Si uno tiene la idea de que hay especies mas evolucionadas que otras, no tendrá problema en asimilar que, el problema reside en que su cerebro no está tan desarrollado como el de Einstein.
Yo sostengo que eso no es así, que la vida no es una competencia por los recursos.
Y lo sostengo de forma científica a través de experimentos reproducibles y falsables. Yo digo que si algo es verdad, puede demostrarse. Puede percibirse de alguna manera por alguno de los sentidos que nos permiten relacionarnos en el medio.
Propongo el siguiente experimento para desmontar la idea de que vivimos en un mundo movido por el egoismo y la competición.
Pase usted, si se considera un ser racional, un día sin ver la tele, sin leer periodicos, sin escuchar la radio ni leer libros ni revistas y use el telefono unicamente para comunicarse directamente con otras personas. Nada de facebook ni twiter u otras, solamente para hablar (directamente con la voz, nada de wasap o similares) con las personas que necesite hablar a lo largo del día.
Es decir, intentar que todas aquellas relaciones que tengamos con otros sean directas y sin intermediarios en forma de medios de comunicación.
No es algo dificil, en principio cualquiera podría tener un día normal sin necesidad de ver la tele o usar el movil si no es para hablar con la familia o el trabajo, amigos y en general la sociedad en la que estamos inscritos.
Se puede probar a hacer esto y al final del día recopilar los resultados preguntándose ¿tengo la impresión de que vivo en un mundo peligroso?¿El resto de seres que me acompañan tienen como objetivo restarme recursos?
Esto es reproductible (cualquier cerebro puede experimentarlo) y refutable (cualquiera podrá decir: “Oiga, yo sigo convencido de que vivo en una selva peligrosa”, si así le dicta su percepción).
En este último caso, que uno no vea que el cuento del mundo hostil es mentira, a pesar de su percepción, ya que está convencido de ello y no considera que su percepción del mundo sea un argumento válido, (¿Qué sabré yo?, No voy a saber yo más que Einstein o Nature), entonces pasaremos a demostrarlo con datos positivos que alaben mi hipótesis.
En el siguiente tocho.