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Ayer saltó, de manera muy injusta, el debate sobre la futura Ley LGTBI, con un texto de la FELGTB, apoyada por todos los partidos menos el PP y presentada por Unidos Podemos.
El debate enseguida colapsó sobre un aspecto, sobre un capítulo de los 19 capitulos de la ley, las sanciones administrativas y el riesgo que estas suponen para la libertad de expresión. No revelo nada nuevo si digo que mi postura en el tema de la libertad de expresión siempre ha sido la misma: creo que cuanto más amplia sea la libertad de expresión, mejor. Creo que los colectivos minoritarios, que no tenemos ni tendremos jamás el poder, necesitamos una libertad de expresión lo mas extensa, provocadora, incluso ofensiva, posible, precisamente para desde la palabra criticar al poder y nunca aparecer como impositivos.
Pero dicho esto, y diciendo también que he visto mucha sensibilidad, empatía en gente de izquierdas en no atacar de entrada la ley o al colectivo, he visto de parte de gente como David Bravo un desprecio sordo a los matices, una disposición despiadada por sacrificar la ley y los derechos que lleva en ella por apuntarse un punto mediático o defender sus ideas .
Para muchos de los que están comentando en la red, los mensajes de ayer de Podemos indicando que la ley se revisará en el trámite parlamentario (y ya os lo digo yo que se hará, como es lógico), no eran suficientes. La ley tenía que caer entera, de golpe. Esto para muchos de los que la critican, era o todo o nada: los 18 capítulos de la ley, que garantizaban cosas como el acceso a la reproducción asistida a mujeres lesbianas, o la atención sanitaria integral a personas transexuales, o protocolos contra el acoso escolar, no importaban. Pese a que se podía perfectamente enmendar la ley en el trámite parlamentario, la ley tenia que caer en su conjunto, había que sacrificar esos avances en derechos como pago por el error cometido por los colectivos.
Esta falta de sensibilidad, de empatía por parte de gente como David Bravo que podía, con una llamada de teléfono o un privado, haber resuelto el tema sin cuestionar la ley, no se entiende. Este desprecio por las necesidades de un colectivo indican que, para muchas personas, los avances en igualdad del colectivo LGTB+ son muy secundarios. Existe un grado de diversexfobia pasiva, de "digo que los derechos LGTB+ son importantes, pero si hay que cargárselos para obtener RT, pues que se le va a hacer", que en el fondo me da miedo porque al final, como muchos siempre hemos creído, los avances sociales son una pátina discursiva que esconde, en muchos casos, una falta de empatía principalmente desde posiciones masculinas heterosexuales (curiosamente no he visto una sola crítica femenina), con honrosas y maravillosas excepciones como Gerardo, Carlos, Tiberio y unos cuantos más que me dejo :)
Una falta de empatía que, por lo menos a mi, me hace sentirme no comprendido, y la verdad, un poco solo.
Yo me pregunto que pasa por la cabeza de alguien que se declara de izquierdas y en favor de la igualdad, para ser capaz de poner en riesgo toda la ley de un colectivo discriminado por una discrepancia solucionable, de lanzarse a poner una ley y nuestros derechos a los pies de los caballos en twitter, con total tranquilidad, sabiendo los derechos que ese colectivo va a ver aparcados, cuando no perdidos para mucho tiempo. Sabiendo, o ignorando que para muchas comunidades autónomas donde no hay leyes LGTB+, la ley estatal podría darnos soluciones a cosas tan serias como recibir la atención sanitaria para las personas transexuales, o proteger a los menores LGTB+ en los centros escolares.
De verdad me pregunto que pasó por la mente de David Bravo para despreciar todo el trabajo que hicieron los colectivos, todos los derechos de esa ley, todo el análisis, toda la realidad y sufrimiento de tanta gente y, en vez de solucionar, legítimamente, sus criticas, el tema con una llamada, con un aviso, prefiriese apuntarse el punto en twitter poniendo en peligro la ley y los avances en derechos.
No lo entiendo.