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Rivero escribió:
De acuerdo. Pues que se recalcule el cupo vasco y asunto arreglado.
Cuando toque.
Y otra cosa: vamos a ver, la esencia del federalismo (casi mejor, de la "descentralización territorial") es que cada nivel de gobierno sub-central es autónomo para desarrollar las políticas de ingresos y gastos que considere oportunas, en función de la demanda de sus ciudadanos, y, a la vez, los responsables de los gobiernos de esos niveles sub-centrales responden ante esos ciudadanos de la gestión (de las buenas o malas políticas) que realizan.
Eso quiere decir, por ejemplo, que el gobierno sub-central A puede gastar más en educación, en sanidad, en dependencia, etc., que otros porque para sus ciudadanos puede ser más importante tener atendidas esas áreas de servicios públicos que, quizá, otros. E, incluso dentro de las mismas áreas de gasto público, las manera de gestionar los recursos (en definitiva, las políticas concretas que se realizan para satisfacer las necesidades de sanidad, educación, etc.), no serán nunca iguales en el nivel sub-central A que en el nivel sub-central B. Hay gobiernos que gestionan mejor, otros gestionan peor. Hay culturas cívicas que no tienen por qué ser tampoco idénticas (por ejemplo, los ciudadanos de la entidad sub-central A tienen más conciencia fiscal que los de la entidad sub-central B y, por lo tanto, el nivel de fraude fiscal es menor, lo que repercute en un mayor disposición de recursos para su Administración, etc.).
En definitiva, que la descentralización política, si es verdadera, conduce a la fuerza a la pluralidad de resultados. Aplicar entonces un igualitarismo extremo es injusto, arbitrario y desincentivador. Es algo parecido a lo que ocurre cuando se aplica un igualitarismo extremo en los ingresos de las personas físicas: que desincentiva, que anula el espíritu de superación y la meritocracia, etc. Pues a nivel de organización territorial, exactamente lo mismo.
Por lo tanto, mucho cuidado con eso de comparar rentas disponibles de ciudadanos residentes en diferentes territorios sin más, porque una parte de esas posibles diferencias tendrán mucho que ver con una gestión más eficaz o menos eficaz por parte de los respectivos responsables públicos.
Después, a nivel estatal, la Administración central o, si se prefiere, el gobierno federal tiene como obligación desarrollar políticas que, de alguna manera suavicen esas posibles diferencias que puede haber entre los ciudadanos. Lo que nos lleva a la paradoja de que los ciudadanos de los territorios con gobiernos que gestionan mejor la cosa pública se pueden ver obligados a financiar a los ciudadanos que han elegido o eligen a gobiernos cuyos resultados, desde el punto de vista de la eficiencia de las políticas que desarrolla, son muy inferiores.
Que, así entre nosotros, de eso también hay en esta película.