Crees en el Holocausto de los 6 millones de judios?

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Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

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Mar.bo
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Mar.bo »

Mientras unos puedan decir lo que quieran y además ser premiados y los otros solo por insinuar lo contrario se van a la cárcel, lo lógico y razonable, antes de degustar el libro, es averiguar quien es el que lo escribe... Y en este caso, el hecho de que Laurence Reed haga documentales para la BBC, ¿le otorgan solvencia a sus libros o por el contrario son un indicativo de un sesgo ideologico?

:chulo:

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Ser republicano hoy es como ser judío en la Alemania de Hitler: Gina Carano
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Atila
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Atila »

... Leido un libro "exterminacionista" leidos todos ...
... Dos salu2 ...
... Despierta! ...
... "La Verdad te hará libre" ...

http://www.bodegalesusers.es/
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Col. Rheault
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Col. Rheault »

Recientemente hemos tenido el placer de entrevistar al historiador británico Ian kershaw, destacado por sus trabajos sobre la sociedad alemana durante el nazismo y por su monumental biografía de Adolf Hitler. Este es el resultado de nuestras preguntas y su cordialidad:

¿Cómo se convierte un medievalista en uno de los más prestigiosos biógrafos de Hitler? ¿Cómo surge su interés por la Alemania nazi?

Me aproximé a la Historia de Alemania vía la lengua alemana. Yo no pude aprender alemán (o cualquier otra lengua europea moderna, aparte Francés) en la escuela, pero más tarde encontré, cuando empecé como profesor de Historia Medieval en la Universidad de Manchester en 1968, que, por coincidencia, una sucursal del Instituto Goethe estaba a punto de abrir y estaba ofreciendo cursos de alemán. Hice tales cursos, puramente por afición, durante tres años, y fui quedándome fascinado progresivamente con la cultura, la política y, por supuesto, la historia alemana, en especial la del pasado reciente. Luego pude hacer un curso intensivo de alemán cerca de Múnich, en mi primera estancia en Alemania, y tomé entonces la decisión de investigar sobre la sociedad alemana en la era nazi. En 1975 se me ofreció la oportunidad de trabajar en el mayor proyecto de investigación desarrollado en Múnich, “Bayern in der NS-Zeit”, bajo la dirección de Martin Broszat, y, ese mismo año, me presenté y fui elegido para un puesto en Historia Moderna en mi propia universidad de Manchester. Así que 1975 fue realmente un “anus mirabilis” para mí. Me encontré con un puesto en Historia Moderna y ocupado en una muy importante investigación en Alemania.

Parece que desde que comenzó a estudiar la era nazi, ese periodo histórico ha ocupado todo su tiempo de investigación, ¿me equivoco?

Fácil de responder. El trabajo en la era nazi ha ocupado una inmensa parte de mi tiempo de investigación desde entonces. Sin embargo, todavía he sido capaz de completar algún trabajo medieval, incluyendo –al tiempo que la biografía de Hitler se publicaba- una edición del libro de cuentas del Priorato de Bolton 1286-1325, que apareció en 2001. ¡Este todavía no se ha convertido en un best-seller!

Algunos autores han escrito que el NSDAP sólo podía haber nacido y comenzado a tener éxito en una ciudad como el Múnich de principios del Siglo XX –una ciudad artística y culturalmente abierta-. ¿Es esto un exceso de romanticismo o hay algo de cierto en ello?

No. No creo que tuviera nada que ver con ello (como quiera que la expresión “artística y culturalmente abierta” pueda entenderse).

Un interesante e intenso debate es el de la modernización en la Alemania nazi. En su trabajo La Dictadura Nazi (1985), usted mantiene que la palabra modernización tiene poco sentido cuando hablamos de un régimen que tuvo una vida corta, y que lo que habitualmente se etiqueta como “avances modernizadores” podría perfectamente haberse dado con otra forma de gobierno, dada la propia naturaleza de la economía alemana. Desde entonces, han aparecido nuevas tesis (por ejemplo, Zittelmann) que mantienen que el régimen nazi realmente tuvo una naturaleza modernizadora. Con los años, ¿ha cambiado su opinión sobre este particular?

No. Mi opinión sobre modernización y nazismo no ha cambiado. El trabajo de Zittelmann no es, de hecho, tan nuevo. Apareció hace casi veinte años. Yo fui muy crítico con sus conclusiones en las últimas ediciones de mi Dictadura Nazi. Es retorcido encontrar un objetivo deliberado de modernizar como una característica principal del nazismo.

Cuando se analiza el periodo (verano-otoño de 1940) en el cual Hitler decide atacar a la Unión Soviética, la historiografía en su mayor parte (y Kershaw en su Hitler 1936-1945) tiende a buscar los motivos de esa decisión crucial en los presupuestos ideológicos de Hitler y en un objetivo político concreto: acabar con la última esperanza de Gran Bretaña en su guerra con Alemania. Sin embargo se incide muy poco sobre la amenaza que Hitler veía en la participación de Estados unidos en la guerra. En este sentido, como apunta el profesor Tooze en The Wages of Destruction, Hitler creía que sólo podía afrontar una guerra contra Estados Unidos (y Gran Bretaña) si se apoderaba de los enormes recursos de la Unión Soviética. La otra alternativa que tenía, en mi opinión, era convertir la alianza táctica que tenía con la URSS en una alianza estratégica dirigida contra EE.UU. y G.B. ¿Cuál es su opinión al respecto?

La primera. Hitler no tenía interés en una alianza a largo plazo con la Unión Soviética. No apoyó la idea de Ribbentrop de un pacto euro-asiático. Más bien, vio lo inevitable de un choque con la Unión Soviética en el plazo de un año o dos. Un impulso ideológico clave seguía siendo –la posición que había adoptado en los años 20- la necesidad de destruir el “Bolchevismo Judío” en la Unión Soviética y, al mismo tiempo, adquirir el “espacio vital” necesario para asegurar el futuro de Alemania. Este imperativo ideológico no menguó, pero en 1940 el componente crucial era estratégico-militar: derrotar a la Unión Soviética en una guerra rápida, forzando así a Gran Bretaña a la mesa de negociaciones y terminando la guerra Europea en general, y, al mismo tiempo, convencer a los EE.UU. para que se abstuviera de intervenir en Europa y para que se quedara en sus propios dominios. Los recursos de las conquistas europeas, y de la Unión Soviética en particular, harían entonces a Alemania incontestable y, en algún punto futuro, capaz de contemplar la dominación del mundo mediante la victoria en una contienda con los EE.UU. Pero este no era una perspectiva inmediata. Hasta el otoño de 1941, Hitler no contempló ocuparse en el futuro inmediato en una guerra contra un oponente para el que no tenía medios de derrotar. Eso surgió por las rápidamente cambiantes circunstancias de la guerra tras el fracaso de la Blitzkrieg en Rusia, la creciente beligerancia de los EE.UU. en el Atlántico y luego la entrada de Japón en la guerra.

Tras el fracaso de la campaña Blitzkrieg en Rusia en el otoño de 1941 y la declaración de guerra a Estados Unidos, Hitler sabía con toda probabilidad que ya no podía ganar militarmente la guerra. Sebastian Haffner, en su ensayo Anotaciones sobre Hitler, mantiene la idea de que Hitler, fracasado el objetivo político, sólo continúa la guerra para conseguir el objetivo ideológico: la exterminación de los judíos. Igualmente, ¿qué opina el profesor Kershaw?

Lo que implica lo que Haffner dice es que la guerra y el exterminio de los judíos fueron, para Hitler, dos metas separadas: no pudo tener éxito en la primera, pero mantuvo la guerra para triunfar en la segunda. Según yo lo veo, la guerra y el objetivo de destruir a los judíos eran lo mismo para Hitler. Su notoria “profecía” de 1939 (repetida en adelante muchas veces) veía una segunda guerra provocando la destrucción de los judíos, quienes, en su opinión, habían provocado la derrota de Alemania y la humillación nacional al final de la Primera Guerra Mundial, que la Segunda tenía que vengar.

¿Qué puede decirnos de su actual investigación sobre los últimos años del nazismo? ¿Por qué ese tema para su trabajo?

Mi actual trabajo –el último que pretendo llevar a cabo sobre la Alemania Nazi- trata de la fase final del Tercer Reich. Será un análisis estructural del régimen en los últimos meses del dominio nazi (julio de 1944 – mayo de 1945), y formulará la pregunta: ¿por qué, cómo y hasta que punto continuó el régimen funcionando hasta el mismo final? Haciendo la pregunta de otro modo: si el dominio carismático fue tan importante en el funcionamiento del régimen, ¿cómo continuó este funcionando una vez que el atractivo de Hitler entró rápidamente en declive?

Dando un vistazo a su carrera como historiador hasta ahora, ¿hay algo que le hubiera gustado hacer y que nunca hizo?

No. Creo que he sido muy afortunado por ser remunerado durante tanto tiempo por algo que, de todos modos, hubiera querido hacer. Me siento satisfecho con la forma en que mi carrera se ha desarrollado, y muy agradecido por que mi trabajo ha sido bien recibido y ha encontrado mucho interés en muchas partes del mundo.

Una pregunta arriesgada: ¿son las memorias de Joachim Fest y su título, Yo no, el último capitulo de una vieja disputa?
No puedo comentar sobre el libro de Fest, ya que no lo he leído. He visto varias reseñas, pero he estado muy ocupado para examinarlo.

Para concluir, no puedo evitar preguntar qué significa para Ian Kershaw el nombre Martin Broszat.

Martin Broszat* fue un mentor crucial para mí. Guardo su memoria en la más alta estima y veo su trabajo como el del historiador de la Alemania nazi más importante que ha habido.

Damos nuestro más sincero agradecimiento al señor Kershaw por la muestra de gentileza y amabilidad que ha tenido para con los miembros del Foro Segunda Guerra Mundial.
http://www.forosegundaguerra.com/viewto ... =21&t=7857




*¿Estaba programada de antemano la destrucción de los judíos de Europa?
Abrir en ventana nueva

Dos corrientes historiográficas han intentado comprender el modo en que se organizó el genocidio de los judíos. Ambas están de acuerdo en constatar la enormidad de los crímenes cometidos, pero ¿Cuál fue el papel personal jugado por Hitler? ¿Cuál el de los nazis en su conjunto?

-Unos son los "intencionalistas", que piensan que el genocidio estaba ya presente en el primer programa de Hitler, en 1.919- 1.920; los otros son "funcionalistas", que sostienen que el genocidio se planteó sobre la marcha, a menudo mediante la improvisación y en medio de la pugna entre diversos poderes del sistema nazi.

Los "intencionalistas": Para un considerable grupo de historiadores, las preguntas sobre el surgimiento de la solución final encuentran respuesta en la retórica antisemita de Hitler que, en diferentes periodos de su carrera, materializa en los judíos un objetivo constante. De esta forma, Hitler aparece como el motor de la política antisemita nazi, manifestando en sus opiniones una línea de pensamiento coherente. Hitler es, asimismo, considerado como el único estratega con suficiente autoridad y determinación para llevar a cabo la realización de la solución final. En la que puede ser la obra más leída sobre este aspecto (La guerra contra los judíos), Lucy Dawidowicz sostiene que el Fürher preparaba ya el terreno para el exterminio masivo en septiembre de 1.939, durante la invasión de Polonia. "La aniquilación de los judíos y la guerra eran interdependientes", escribe. Los desórdenes de la guerra proporcionaron a Hitler la cobertura necesaria para cometer los asesinatos desenfrenados. Tales operaciones necesitaban de un escenario donde las reglas de la moral o los habituales códigos de la guerra no tuvieran ya lugar". Septiembre de 1.939 vio pues desarrollarse una "doble guerra": por una parte, una guerra de conquista buscando por medios tradicionales el control de las materias primas y la creación de un imperio; por otra, la guerra contra los judíos, la confrontación decisiva contra el principal enemigo del Tercer Reich. Desde esta perspectiva, la orden de exterminio en masa a escala europea, lanzada a finales de la primavera o durante el verano de 1.941, se deriva directamente de las ideas de Hitler acerca de los judíos., ideas que ya había expresado en 1.919. Pudo, en diversas ocasiones, camuflar o minimizar la importancia de su programa de aniquilación. Pero, insiste Dawidowicz, sus intenciones no variaron jamás: "Hitler había formulado planes a largo plazo para realizar sus objetivos ideológicos, y la destrucción de los judíos era su núcleo fundamental". Tomando la expresión del historiador británico Tim Mason, Chistopher Browning fue el primero en calificar de "intencionalista" esta interpretación que pone el acento sobre el papel jugado por Hitler en la puesta en ejecución del asesinato de los judíos de Europa, detectando un alto grado de obstinación, de coherencia y de lógica en el desarrollo de la política antisemita de los nazis, de la que el principal objetivo era el exterminio masivo. Los "funcionalistas", que critican esta corriente, insisten más sobre la evolución de los objetivos nazis, al compás de los acontecimientos azarosos de la política alemana y de la interacción entre esta y los mecanismo internos del Tercer Reich.

(Michael Marrus: L´Holocauste dans l´Histoire. Eshel, 1.990)



-Los funcionalistas: La corriente funcionalista se desarrolló en torno a importantes historiadores alemanes como Martin Broszat. Los trabajos de Martin Broszat, de Hans Mommsen y de muchos otros ponen en cuestión la idea de que la evolución del Tercer Reich fuera el resultado de la aplicación de un plan preestablecido, enunciado en el Mein Kampf y minuciosamente preparado durante el "periodo de lucha" previo a la toma del poder, en 1.933. Rechazan el hecho de que tal programa hubiera podido imponerse sin zaherir a todos los componentes de la sociedad alemana y más aún al resto de la sociedad internacional. Critican el postulado de base de este análisis, llamado intencionalista, que sostiene que Hitler fue el factor determinante del sistema criminal puesto en funcionamiento por los nazis, y que la violencia extrema y una posición omnipotente le permitieran concretar su visión racista del mundo. Frenet a esta perspectiva, los funcionalistas retomaron y desarrollaron una idea sugerida en 1.942 por el sociólogo exiliado Fraz Neumann. Lejos de conformar un bloque, el régimen nazi estaba sometido a fuerzas centrífugas que constituían apartados en los que la interacción definía su especificidad: el aparato del partido propiamente dicho, sus múltiples organizaciones satélites (profesionales, culturales, juveniles...), el ejército, las fuerzas económicas, en las que se juntan aparatos totalitarios que escapan al control tanto del partido como del Estado. Dos hechos esenciales se deducen de esta interpretación. Por una parte, el sistema nazi se construyó sobre la dinámica de un movimiento discontinuo. La etapa final – la radicalización asesina -, no puede erigirse en el punto de arranque de todo análisis, en una especie de aproximación teleológica, porque el Tercer Reich estuvo sujeto a una temporalidad propia, es el producto de una historia que se trata precisamente de analizar. Lejos de ser un sistema rígido y cerrado, el estado hitleriano fue un sistema relativamente abierto, a veces anárquico, en evolución permanente y del que uno de sus resortes fue la existencia de fuertes rivalidades entre las diversas fuentes de poder, eso que Broszat denomina la "policracia nazi". Por otra parte, en este sistema, la función de Hitler, que está lejos de ser el dictador todopoderoso tantas veces descrito, era la de garantizar la cohesión del sistema. Su voluntad personal era un factor menos determinante que el "mito del Führer", elaborado por una propaganda eficaz y omnipresente. Este mito o esta mística tenía como objetivo movilizar las energías, integrar a los diferentes estratos sociales (por el terror, la persuasión o la exclusión) y legitimar un régimen cuyos mecanismos internos escapaban en parte a sus dirigentes.

Esta corriente se ha mostrado especialmente fecunda para estudiar la génesis de la solución final, los procesos de decisión y los complejos resortes de su aplicación. Sobre este punto en concreto, los historiadores de la corriente funcionalista han reevaluado a la baja el peso personal de Hitler en beneficio de otras instancias de decisión centrales o locales, y han insistido sobretodo en la importancia decisiva de las circunstancias políticas y militares de 1.940-1.941. Una vez efectuada la deportación y la concentración a gran escala de las poblaciones judías del este, y en particular de los judíos polacos, los responsables nazis, especialmente los de la Polonia ocupada, se encontraron ante una situación material inadministrable que la invasión de la URSS, en junio de 1.941, y el avance de las tropas alemanas en el frente oriental volvieron aún más crítica. La decisión de exterminar en masa a los judíos , que se produce según ellos en el otoño de 1.941, sería el resultado de una conjunción de factores: el fanatismo ideológico extremo (la condición necesaria), las divergencias de los aparatos burocráticos, las pujanzas radicales resultantes y la anarquía de una situación que los nazis no controlaban, a pesar de que ellos mismos la habían creado.

(Henry Rousso, prefacio a Norbert Frei, L´Etat hitlerien et la société allemande. Le Seuil, 1.994)

http://clio.rediris.es/fichas/Holocausto/debate.htm
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Belenguer
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Belenguer »

No pierda el tiempo con McTocho, no encontrará respuesta, sólo tochos. Si usted le gusta, pues le responderá con un tocho, si no le gusta, pues no le responderá ya que entonces es usted un hijo de puta, según sus propias palabras.

McTocho afirma que nadie ha rebatido al tipo ese, pues vale, lo que diga McTocho. Primero no sabemos lo que dice el tipo ese ya que McTocho es incapaz de hacer un resumen de lo que dice (probablemente no tenga ni idea de lo que dice, sólo ha "escuchado" que nadie le ha rebatido). Y segundo, para McTocho "nadie" significa exterminacionista, por lo tanto es absurdo a todas luces su afirmación, nadie puede rebatirlo porque si lo rebate alguien ya ese alguien deja de ser exterminacionista, es por tanto un hijo de puta revisionista y los revisionistas no cuentan.

El muy ingenuo nos trae un tocho en el que habla de Faurisson y no se qué carta firmada por 500 "intelectuales" que dicen que Faurisson es caquita, como si no hubiera "intelectuales" a patadas de toda teoría políticamente correcta. Cuando Galileo era procesado la Inquisición podría sacar cartas de quinientos, mil o tropecientos mil intelectuales que afirmaban que la tierra era plana. Sin embargo Galileo tenía razón. McTocho, como los exterminacionistas, nunca utilizan la razón, sólo la demonización, la censura, la cárcel y cortar todo debate. No dude que si por McTocho fuera usted ya estaría en la cárcel por dudar del Holo.
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Col. Rheault
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Col. Rheault »

Hay que diferenciar entre los hijos de puta nazis y la libertad de expresión. En este foro ya saben lo que opinó sobre la corporación/corporation (más poderosa que un lobby) de negacionistas necios e incultos que repiten cual papagayo drogado los dogmas aprendidos con esfuerzo sobrehumano en sus cabezas pseudo arias de cualquier web de revisionistas hijos de puta nazis.

En la libertad de expresión o hilos sobre esa basura de panfleto (a años luz de la calidad literaria de los panfletos de Celine) que es el Mein Kamp nunca he dicho que lo veten ni que lo escondan ni que lo quemen (y reto a los mentirosos incultos y zafios a que saquen un post en el que afirme tal majadería) qué fácil es en este foro enmierdar y vomitar los post con mentiras como hacen estos putos nazis odiadores de judíos y demás, pero que se aplican dogmáticamente a las enseñanzas de su maestro Joseph Goebbels y se pajean cada noche ante los pequeños cadáveres del puto parricida ministro nazi.

Ni tengo que copiar y repetir dogmas de hijos de putas nazis, neonazis y demás chaladura, solo tomar el resumen de un libro, una entrevista, un ensayo de cualquiera de los miles de historiadores alemanes e ingleses que tan bien han definido el Holocausto y el Nazismo. Y como babean de rabia como una piara cuando cualquiera pone algo diferente a su verdad absoluta, salen todos malolientes en manada a llorar y quejarse de censuras y leyes (perdonalos Sade).

PD: animo a los demás a no dejarse amedrentar por unos hijos de puta nazis que tienen en esta parte del foro su cortijo particular ayudados a veces porque uno de ellos cae bien (si tuviera el poder eliminaba al 99% de esos que se rien de él y con él... pero esa ya es otra historia)

Saludos.
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Belenguer
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Belenguer »

Bueno, invito a los demás foristas a que se quejen a los moderadores, evidentemente se está refiriendo a los foristas que negamos o dudamos del holocausto como unos hijos de puta.

McTocho, se niega a debatir, inunda el foro con textos interminables, es incapaz de hacer un burdo resumen de uno de sus tochos e insulta a los foristas que no le gustan en grupo.

Yo animo al resto de foristas a que no sigan el ejemplo de McTocho.
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Col. Rheault
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Col. Rheault »

II GUERRA MUNDIAL | Entrevista a Ian Kershaw sobre Hitler

'Cuando estaba vivo, lo divinizaron, apenas murió le culparon de todo'


'Alemania vio en la 'Noche de los cuchillos largos' un acto de razón de Estado'
'Hitler se le fue de las manos a la derecha, que tuvo que hacerle canciller'
'El 'Führer' tenía una vida íntima tremendamente banal. No tenía amigos'
'Debió de ser electrizante verle en sus primeros años hablando con esa pasión'


Eduardo Suárez | Manchester 31/08/2009

Pregunta. ¿Hubiera habido Holocausto sin Hitler?

Respuesta. No. Sin él no habrían existido ni el Holocausto, ni las SS, ni una guerra de conquista en Europa a finales de los años 30. Hitler fue absolutamente decisivo, esencial e irremplazable. Lo que no quiere decir que Hitler tomara todas las decisiones. La gente trabajaba "en la dirección del Führer". Es decir, anticipaba sus opiniones y actuaba en consecuencia. Pero cada encrucijada importante siempre requirió su autorización.

P. Y sin Hitler, ¿Alemania habría ido a la guerra?

R. Quizá. Pero la guerra habría tenido unas dimensiones mucho más limitadas. En 1939 muchos dirigentes nazis abominaban de la intención de Hitler de iniciar una guerra contra las democracias occidentales. Conviene recordar que Francia tenía entonces el mayor Ejército del mundo y el Reino Unido no era sólo esta isla: tenía detrás el Imperio Británico y el probable respaldo de EEUU. Los generales de Hitler creían que Alemania perdería una guerra así, aunque creyeron que el peligro había pasado después de la invasión de Checoslovaquia. "Si no lucharon por Praga", pensaron, "¿por qué iban a luchar por Danzig?".

P. Pero Hitler fue sobre todo un jugador que fue sobreviviendo gracias a numerosos golpes de suerte.

R. Desde luego. Desconfiando del resultado de la guerra, Hermann Goering le dijo en 1939: "Mi Führer, ¿debemos apostarlo todo?". Y él le respondió: "Usted sabe, Goering, que me he pasado la vida apostándolo todo". He aquí la respuesta de un hombre adicto al juego. Pero la guerra era una apuesta colosal y él era consciente de ello. Estaba en juego la existencia misma de Alemania. Tenía que vencer a todas las potencias del mundo y vencerlas cuanto antes. No podía decir: invadimos esto y luego esperamos. Tenía que ser una carrera rápida.

P. Pero en el caso de Rusia la apuesta le salió mal. Pensó que todo sería más fácil.

R. No sólo él. Todo el mundo lo pensaba. Stalin había purgado a toda su cúpula militar en 1938, el Ejército Rojo había obtenido una victoria pírrica en 1940 ante el débil Ejército finlandés y los aliados creyeron que Alemania ganaría una guerra contra la URSS en cuestión de semanas. Y, sin embargo, no sobrevivió a la derrota de Stalingrado.

P. Usted dice en su libro que Hitler fue el político más popular de la Historia.

R. Es una afirmación difícil de probar porque no hubo elecciones ni sondeos en Alemania después de 1933. Aun así, un tercio de los alemanes votaron por Hitler entonces. Una proporción estimable en el contexto de la atomizada República de Weimar. Fue luego, sin embargo, cuando se extendió la popularidad de Hitler gracias a un aparato de propaganda formidable que divinizaba la figura del líder supremo.

P. ¿Había algo en Alemania que la hiciera más vulnerable que otros países a un tipo como Hitler?

R. Quizá la idea alemana del liderazgo carismático que enlazaba en lo religioso con Lutero y en lo político con Bismarck. El culto a Bismarck fue una premisa muy importante para que floreciera el culto a Hitler. En el periodo imperial y en la República de Weimar hubo mucha gente que empezó a venerarle como el padre del Imperio. Una personalidad por encima de los intereses particulares. Un ser superior.

P. Pero para elevar a Hitler a la altura de Bismarck era necesario conferirle un aura de respetabilidad que no tenía. ¿Qué papel desempeñó el entonces presidente de la República, Paul von Hindenburg?

R. Un papel muy importante. Al fin y al cabo, Hindenburg era el héroe de la batalla de Tannenberg y Hitler era tan sólo el líder de un partido que ni siquiera tenía el respaldo de la mayoría de los votos. La cercanía de Hindenburg la explotaron los nazis en 1934 en un acto coreografiado al milímetro por Goebbels y celebrado en la ciudad de Potsdam, símbolo por excelencia del poder prusiano. Allí se produjo el encuentro entre el viejo prócer y la nueva Alemania, simbolizada en aquel canciller respetuoso y enérgico, enfundado en un traje oscuro y elegante. Aquel día hubo muchas personas que no eran nazis ni admiradores de Hitler que se decidieron a apoyarle escuchando la retransmisión de Goebbels.

P. ¿Y ese halo de respetabilidad no sufrió ningún rasguño en 1934 al aniquilar Hitler a Ernst Röhm y a las SA en la masacre de la Noche de los cuchillos largos?

R. Pues es curioso, porque cuando Hitler se deshace de las SA, la gente no lo percibe como una masacre sino como un acto de razón de Estado. Como el sacrificio de un hombre responsable que antepone los intereses de Alemania a los del partido y es capaz de desprenderse de los elementos más despiadados de sus filas.

P. Por aquella época, el político conservador alemán Franz von Papen dijo aquello de que habían "alquilado" a Hitler. ¿Hasta qué punto subestimó al personaje la derecha democrática alemana?

R. Creyeron que podían controlarlo y se les fue de las manos. Los conservadores eran suficientemente poderosos para destruir la República de Weimar, pero no para reemplazarla por el régimen que querían. Y de alguna manera no podían prescindir de un movimiento de masas como el nazismo. Por eso tuvieron que incorporarlo al Gobierno y al final elevarlo a la Cancillería. Fue entonces cuando Franz von Papen dijo: "No os preocupéis. Lo hemos alquilado". Subestimando, por supuesto, lo que se avecinaba.

P. ¿Por qué lo hizo?

R. Ellos miraban a Italia y se daban cuenta de que Mussolini había reinstaurado el orden y unas condiciones buenas para la industria italiana. Y pensaron que Hitler perdería su lado salvaje y se convertiría en un tipo más manejable. Por supuesto, no se dieron cuenta de que la autoridad de Hitler en 1933 era mucho más fuerte de lo que ellos creían.

P. ¿Cómo reaccionaron las iglesias?

R. Habría que distinguir entre protestantes y católicos. Los protestantes no eran una Iglesia unitaria pero muchos saludaron la llegada de Hitler como el renacimiento de una nueva fe en Alemania. En la Iglesia Católica en cambio hubo muchos titubeos. Veían en el Partido Nazi un movimiento ateo y una amenaza a la cristiandad y los obispos aconsejaron a sus feligreses que no lo votaran. Pero cuando Hitler prometió que mantendría las escuelas católicas, la Iglesia Católica transigió y animó a sus fieles a respaldarlo. Y el cardenal de Múnich, que visitó al Führer en su residencia alpina, anotó luego en su diario privado: "Este hombre cree en Dios". ¡Incluso él fue persuadido de que Hitler era un hombre bueno!

P. Quizá porque Hitler era un camaleón, capaz de adaptarse a su interlocutor y seducirle en las distancias cortas...

R. Lo era. Y era también un tipo muy persuasivo. En el trato personal parecía un hombre mucho más moderado que en público. Era un gran actor capaz de cambiar mil veces de imagen.

P. En ocasiones da la impresión de que para los alemanes Hitler es una cabeza de turco en la que colgar sus propios pecados.

R. Ha habido algo de eso, sí. Cuando estaba vivo, los alemanes lo divinizaron. Apenas murió, le echaron la culpa de todo. De todas formas, hoy todo es un poco distinto, porque sabemos que todos los segmentos de la sociedad alemana fueron cómplices de los crímenes del régimen.

P. Pero hubo oficiales de las SS que nunca fueron juzgados. ¿Debió celebrarse una versión extendida del Proceso de Nuremberg?

R. No es una discusión resuelta. Humanamente, se debió perseguir a los criminales. Políticamente, todo era más complicado y Konrad Adenauer decidió mirar al futuro y cooperar con tipos que tenían un pasado muy oscuro. A Alemania le costó mucho procesar a sus criminales y, cuando lo hizo, éstos recibieron sentencias muy leves que casi siempre se conmutaron o no se cumplieron. Esto es tremendamente injusto, pero es difícil saber si la creación de una democracia estable en Alemania hubiera sido más fácil o más difícil actuando de cualquier otra manera.

P. ¿Cómo era Hitler en su vida íntima?

R. Era un gran lector y un autodidacta y tenía muy buena memoria y una mente muy acerada. Apenas llegó a la jefatura del partido, su vida íntima se subsumió muy pronto en su vida pública. Hitler ni siquiera tenía la vida íntima que lleva hoy un primer ministro. ¿Cómo iba a tener una vida íntima un semidiós? Por supuesto, iba al Festival de Bayreuth por un interés genuino en Wagner y veía muchas películas. A veces muchas veces la misma película. Era una vida íntima tremendamente banal. Incluso en una cena todo el mundo esperaba que cada vez que hablaba hiciera una declaración ex cátedra. Hitler era un hombre sin amigos.

P. ¿Ni siquiera Albert Speer o Joseph Goebbels?

R. Ni siquiera. Ellos le llamaban «mein Führer» y él siempre les trataba de usted. No había ninguna intimidad con nadie.

P. ¿Y con Eva Braun?

R. Si hubo sexo o no, nunca podremos saberlo. Una vez entrevisté a uno de los administradores de la residencia alpina de Hitler y me dijo que su esposa había inspeccionado las sábanas una mañana y no había en ellas ningún resto de semen. Un tipo bastante extraño (risas). Quién sabe. Los dos tenían una relación muy próxima. Ella quiso volver a Berlín para morir con él y Hitler quiso casarse con ella antes de quitarse la vida. Aunque también hay quien dice que la despreciaba en público.

P. ¿Hitler era misógino?

R. Lo era aunque le encantaba rodearse de jovencitas.

P. ¿Y homosexual?

R. Estas cosas son por definición imposibles de probar pero sí hay una especie de entorno homoerótico alrededor de Hitler. Pero no creo que tengamos pruebas suficientes para decir que Hitler era gay. En mi opinión, Hitler era una persona sexualmente neutral. Indiferente a los hombres y a las mujeres. Pero esto es puro elucubrar.

P. ¿Cómo descubrió su vocación política?

R. Fue el Ejército el que lo empujó a la política. El Ejército y el ambiente de agitación que se vivía en Múnich, que por entonces estuvo inmerso en una revolución soviética.

P. ¿Y hubiera ocurrido sin el tono hipnótico de su voz?

R. No. Hitler tenía una habilidad extraordinaria para amplificar el enfado, el resentimiento y los problemas de la audiencia y convertirlos en un discurso movilizador. Y luego está el hecho de que se creía lo que decía. Era a la vez un propagandista y un ideólogo. Debió de ser algo electrizante verle en sus primeros años hablando en aquel ambiente y con esa pasión. Porque en aquellas cervecerías de Múnich Hitler hablaba para gente que no estaba convencida. Había socialistas y comunistas entre la audiencia y gente que pensaba que era un lunático. Pero poco a poco su voz se convirtió en algo indispensable para el primitivo Partido Nazi. No podían vivir sin él. Era su gran estrella.

P. Pero al principio él se veía a sí mismo como el tamborilero que anunciaba la llegada del líder...

R. Sí. Pero eso empieza a cambiar a principios de los años 20. Justo antes del golpe de 1923 en Múnich. Y lo cambia del todo la experiencia en la cárcel: las miles de cartas que recibe diciendo lo maravilloso que es. Empieza a creerse que él es el héroe al que espera Alemania. Y después de la cárcel reconstruye el Partido Nazi, pero de una manera distinta. Antes era uno más. Ahora todos deben jurarle lealtad a él.

P. Al final, en los días del búnker, ¿hubo alguien en el que confiara?

R. Quizá en Borrman y en Goebbels. Y ninguno de los dos le traicionó. Es cierto que Borrman no quiso morir en el búnker y que Goebbels intentó una capitulación de Berlín. Pero los dos estuvieron con él hasta el final. Otros no hicieron lo mismo.

P. ¿Por qué Hitler ejerce una fascinación mayor que dictadores igual de mortíferos que él como Mao o Stalin?

R. Quizá porque el 90% de las víctimas de Hitler no eran alemanes. En los casos de Stalin y Mao eran soviéticos o chinos. Hitler desencadenó una guerra mundial y un genocidio sin precedentes. Antes había habido genocidios, pero ninguno de esa magnitud. En ese sentido, Hitler fue un fenómeno mundial que logró cambiar la Historia. No quiero con esto menospreciar los horrores de Mao o de Stalin, pero éstos estuvieron más confinados a su territorio. Y luego también está el hecho de que Hitler llegara al poder en una democracia liberal. En una sociedad como en la que nosotros vivimos. El siglo XX fue en cierto modo el siglo de Hitler. Pero vino y se fue. Y gracias a Dios nunca volverá a haber otro igual que él.



IAN KERSHAW Historiador británico. Autor de la biografía de Hitler más reconocida

Se decidió casi a regañadientes a escribir su biografía del Führer. No sólo porque se habían escrito dos difícilmente mejorables -la de Allan Bullock y la de Joachim Festh-, sino porque nunca fue un entusiasta del género, que consideraba propicio para perderse en las anécdotas y los chascarrillos.

Le decidió a escribir su experiencia como historiador de la Alemania nazi y la divergencia de opiniones en torno al dictador, al que unos consideraban una marioneta en manos de la industria y otros, en cambio, un demiurgo en cuya conducta estaba el oráculo de todos los horrores nazis. Ni tanto ni tan calvo, debió de pensar.

Su obra -publicada en dos volúmenes por Península- se considera hoy una de las biografías canónicas sobre el personaje, sobre todo por su magnífica recreación de los años de Hitler en Viena, alojado en albergues para vagabundos mientras perseguía su sueño de ser pintor. La Esfera de los Libros publicó en abril su último libro, 'Hitler, los alemanes y la Solución Final'.

Hincha irredento del Manchester United, Ian Kershaw (Oldham, 1943) inició su carrera como medievalista, pero en los años 70 empezó a adentrarse en los secretos del nazismo de la mano de su maestro, Martin Broszat. "Cuando me sumergí en esto", dice, "empecé a entender los motivos de Hitler, pero nunca he sentido la más mínima atracción por él".

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/08/3 ... 21040.html
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Belenguer »

Juas, juas, juas...
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Col. Rheault
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Col. Rheault »

Hasta 1970 la gran mayoría de los historiadores eran intencionalistas, aun cuando los nombres de las dos escuelas no habían sido aún acuñados (lo fueron sólo una década más tarde, por el historiador Timothy Mason). La tendencia mayoritaria intencionalista comenzó a variar a partir de la publicación del libro El Estado Hitlerista (1969) de Martin Broszat.

Ahora bien, como los primeros funcionalistas habían sido educados en las Juventudes Hitlerianas, podía sospecharse que intentaran diluir la culpa germana en una infinitud de «circunstancias» anuladoras de la responsabilidad individual o nacional.

En efecto, en la medida en que se despersonaliza la decisión del exterminio y su perpetración, nadie resulta verdaderamente culpable, y se da por sentado que cualquier grupo en circunstancias parecidas se habría hundido en la misma barbarie. En la visión funcionalista el exterminio de los judíos «había acontecido» como consecuencia de la inercia burocrática, azuzado por algunas iniciativas personales.

El funcionalismo adolece de dos fallas fundamentales, a saber: la abundancia de la información existente sobre la decisión del exterminio, y el hecho de que éste se hubiera consumado tal como había sido anunciado.

A los efectos de soslayar el designio genocida de Hitler se requiere sencillamente no querer creerlo bajo ninguna circunstancia. Los funcionalistas se esmeran en transformar todo visible indicio de intención exterminadora en una mera bravata o en una vana amenaza. Hitler sólo se vanagloriaba de poseer una población vulnerable a su merced para poder chantajear a Occidente, sostienen.

Pero, desde el comienzo, Hitler y sus más cercanos secuaces explicitaron el objetivo de eliminar a los judíos, aun cuando el lenguaje inicial que utilizaron fuera ambiguo y permitiera interpretar el significado de «eliminar». Paulatinamente, con todo, el vocabulario se fue clarificando.

En Mein Kampf (1925) el autor se quejaba de que un decenio antes no «se hubiera gaseado a doce mil hebreos corruptores». Ante esta confesión, losfuncionalistas responden que no cabe sacar conclusiones de una sola oración tomada de un libro de más de 600 páginas. Omiten, sin embargo, que ninguna página del libro contradice la macabra intención, y que el tono general de la obra (y el de su autor en todas sus expresiones) es una exhortación a cumplir con «la necesidad» de exterminar.

En 1931, los Documentos Boxheim enumeraban las medidas que los nazis tomarían en Hesse una vez conquistado el gobierno. Una cláusula ordenaba matar de hambre a los judíos por medio de negarles tarjetas de racionamiento.

En 1932, Joseph Goebbels declaró pública y sueltamente a un periódico inglés: «También la pulga es un ser vivo y bastante desagradable, y nuestro deber para con nosotros mismos y para nuestra conciencia consiste en exterminarlas. Lo mismo hay que hacer con los judíos». Y más tarde: «’¡Mueran los judíos!’ fue nuestro grito de guerra durante doce años. ¡Que revienten por fin!».

El 23 de junio de 1935, ante una audiencia de doscientas mil personas en el festival de Hesenberg, así se despachó Julius Streicher para los miembros de las Juventudes Hitlerianas:

En esta montaña hace dos mil años solían congregarse vuestros antepasados, antes de que el país fuera infectado por una raza que en ese tiempo ejecutaba por alta traición al más grande antisemita de la historia, Jesucristo. Ahora esa raza es un enemigo de todos los pueblos y amenaza la vida del pueblo alemán. Ante este fuego llameante consagraos al odio a un pueblo que incita a las naciones a la guerra para lucrar con ella; al odio contra aquellos que deshonran a nuestras mujeres.

Unos meses después declaró ante una audiencia de periodistas de Europa y EEUU: «El exterminio es la única solución real para el problema judío» y, ante el Congreso del Partido en Núremberg: «La cuestión judía sólo puede resolverse de manera sangrienta».

De todas las declaraciones explícitas, la más elocuente es posiblemente la de Hitler en el Reichstag el 30 de enero de 1939; él mismo la denominó «su profecía» de exterminio:

En el transcurso de mi vida he sido frecuentemente un profeta, y fui usualmente ridiculizado por ello. Durante el tiempo de mi lucha por el poder fue en primera instancia sólo la raza judía la que recibió mis profecías con risas cuando dije que un día me haría cargo del liderazgo del Estado, y con él de la nación entera, y que entonces entre otras cosas arreglaría el problema judío. Hoy volveré a ser profeta: si los financieros judíos internacionales dentro y fuera de Europa tienen éxito en hundir a las naciones una vez más en una guerra, el resultado no será la bolchevización de la Tierra, y con ella la victoria de la judería, sino el exterminio de la raza judía en Europa.

También es ilustrativa la carta de Reinhard Heydrich a los Jefes de los Einsatzgruppen el 21 de septiembre de 1939:

En referencia a la reunión de hoy en Berlín, quiero enfatizar una vez más que las medidas generales proyectadas (el objetivo final) deben ser guardadas en estricto silencio. El primer paso hacia el objetivo final debe ser la concentración de judíos del campo en las ciudades más grandes. Debe ser llevado a cabo a la máxima velocidad.

Que el objetivo final debiera ser guardado en secreto fortalece más el cuadro de la intención genocida. En su discurso a los Gauleiters nazis, el 12 de diciembre de 1941, Hitler aludió claramente a la «Solución Final» como un genocidio total.

A pesar de cómo las distintas etapas de la judeofobia se concatenan una con otra, los funcionalistas insisten esforzadamente en que todas y cada una de las muchas declaraciones se reducen a bravatas, vacuas amenazas, modos de imponer miedo, o aun oportunismos para negociar desde una postura más dura.

Pero además -y aquí se ve la mentada segunda falla de la tesis funcionalista- sus argumentos tendrían asidero si el exterminio de los judíos finalmente no se hubiera producido. Por el contrario, con el resultado a la vista es obtuso seguir sosteniendo que sí, que se procedió a exterminar, pero que todos los anuncios en ese sentido deben ser interpretados metafóricamente.

Un aspecto adicional interesante es que cada vez que Hitler citaba su «profecía» mencionaba mal la fecha. La confundía con la fecha del comienzo de la guerra siete meses después. Su error podría estar revelando que, a sus ojos, existían dos caras de una misma moneda: la guerra por él desatada y su «ajuste de cuentas» con los judíos.

En efecto, para consumar la «solución final» que venía anhelando por dos décadas, necesitaba el marco de una guerra. Su estallido le proveyó de la gran oportunidad de cumplir con su meta.

Una de las supuestas pruebas funcionalistas de que los nazis no aspiraban a matar a los judíos sino sólo expulsarlos, son los planes Nisko y Madagascar, cuyo objetivo era hacinar a la población israelita.

Pero el hecho es que estos planes no contradicen el objetivo final de la destrucción física, sino que se articulan en ella cabalmente. El plan inexorable era la ulterior destrucción de la judería europea, pero una etapa previa podía perfectamente ser la concentración territorial en guetos nauseabundos o en la mentada isla africana, medidas que posibilitarían a los nazis chantajear a las comunidades judías del mundo y expoliarlas, sin abandonar el designio final exterminador.

http://www.nodulo.org/ec/2015/n160p05.htm
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Chato
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Chato »

Los insultos y referencias despectivas a los nicks de los foreros no están permitidos. La próxima vez serán advertidos.
Los niveles de épica son tales que dan ganas de correr a incendiar tu domicilio sólo para librarte de pagar el IBI, con dos cojones.
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Col. Rheault
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Col. Rheault »

«También quiero mencionar un tema muy difícil antes de que aquí, completamente abierta. Habría que discutir entre nosotros y, sin embargo, no obstante, no hablaremos de ello en público. Del mismo modo que no dudó el 30 de junio para llevar a cabo nuestro deber, como se ordenó, y están los camaradas que habían fallado en contra de la pared y dispararles. Acerca de lo que nunca hemos hablado, y nunca va a hablar. Que, gracias a Dios, una especie de tacto natural para nosotros, una conclusión inevitable de este hecho, que nunca hemos conversado sobre esto entre nosotros, nunca hablan de ello, todo el mundo se estremeció y todo el mundo estaba claro que la próxima vez que iba a hacer la lo mismo otra vez, si fuera ordenado y necesario. Estoy hablando de la "evacuación judía", el exterminio del pueblo judío. Es una de esas cosas que se dicen fácilmente. "El pueblo judío está siendo exterminado", cada miembro del partido le dirá, "perfectamente claro, es parte de nuestros planes, estamos eliminando los Judios, exterminio, ¡Ja! Un asunto pequeño." Y luego a lo largo de todos ellos vienen, todos los 80 millones de alemanes en posición vertical, y cada uno tiene su Judio decente. Ellos dicen: todos los demás son unos cerdos, pero aquí es un Judio de primera clase.» El discurso de Posen a oficiales de las SS (6 de octubre de 1943)

«La mayoría de ustedes saben lo que significa cuando un centenar de cadáveres yacen lado a lado, o 500, o mil. Para que se sacó, y al mismo tiempo - salvo excepciones provocadas por la debilidad humana - para seguir siendo personas decentes, eso es lo que nos ha hecho duros. Esta es una página de gloria en nuestra historia, que nunca se ha escrito y nunca se ha escrito .... Teníamos el derecho moral, que tenía el deber de nuestro pueblo, para destruir a este pueblo, que querían destruir.» El discurso de Posen a oficiales de las SS (6 de octubre de 1943)

https://es.wikiquote.org/wiki/Heinrich_Himmler
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Belenguer »

En este discurso utiliza las palabras Ausrotten y Ausrottung, etimológicamente viene de raíz y su principal significado es erradicar. Cierto que exterminar puede ser una de sus acepciones, pero presumir que significa exterminar es algo gratuito.

Este es el tipo de "pruebas" del exterminacionismo, interpretar y elegir las acepciones que le salen de los cojones y condenar a la hoguera a los que, llevándonos por el rigor, les indicamos que Ausrottung no tiene porqué significar exterminio. Es como si yo le digo a alguien que le voy a "machacar" y eso se toma como prueba de que estoy preparando un exterminio por aplastamiento.
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Col. Rheault »

Fuente: HILBERG R “La destrucción de los judíos europeos”. Akal (2005) p.312

Declaración de Erwin Schulz, en 1941 Comandante del Einsatzkommando 5, sobre un discurso de Himmler el 6.10.1943 ante oficiales de alta graduación del partido, el 26.5.1947

Se nos planteó esta cuestión: ¿qué hacemos con las mujeres y los niños? También aquí decidí buscar una solución clara. Pensé que no tenía derecho a exterminar* a los hombres -es decir, matarlos o hacer que los matasen- y permitir que sus hijos, al convertirse en adultos, se vengasen en las personas de nuestros hijos y nietos.


PD:*exterminar

Saludos.
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Atila »

... Tu flipas! los revisionistas han demostrado por activa y por pasiva la falsedad del holo, claro, que es mas fácil ponerse de la parte de los "políticamente correctos" ya puedes darle vueltas al asunto, joder!'

... PD: 1947???????????????????????????????????????????????????
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Col. Rheault
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Col. Rheault »

El asesinato masivo de la población judía europea practicado por la dictadura nacionalsocialista alemana entre 1939 y 1945 fue un programa de genocidio de alcance continental planificado y ejecutado en la medida de las posibilidades y capacidades cambiantes de la dictadura nazi, sigue siendo hoy en día fuente de debates históricos, especialmente en cuánto al motivo y explicación de cómo dicho espanto pudo ocurrir en el centro de la civilización europea, en un país culto, industrializado, y moderno como Alemania, como señala Steven T. Katz fue un “crimen de dimensiones monumentales, un acto de inaudita crueldad que implicó millones de actos de crueldad”. (S. Katz, “The Holocaust in Historical Context. I. The Holocaust and Mass Death before the Modern Age”, Oxford University Press, 1994, p. 31).

Las investigaciones históricas basadas en fuentes documentales y de archivo, han determinado que el umbral de víctimas superó con creces los 5.000.000 millones de personas asesinadas, aunque determinar una cifra cuasi-exacta es imposible de perfilar debido sobre todo al secretismo nazi, a la destrucción de pruebas documentales motivadas tanto por la propia guerra como por el posterior afán de ocultamiento de sus responsables. Esa cifra de cinco millones de personas es un rango mínimo y fue establecida por Raul Hilberg, pionero de las primeras investigaciones fidedignas con su monumental obra “La destrucción de los judíos europeos” publicada originalmente en los EEUU en 1962. Otros historiadores, anteriores o posteriores a Hilberg incluso situaron las víctimas por encima de los seis millones de personas como Leon Poliakov o Lucy Davidowicz en su aclamado libro “La guerra contra los judíos” y publicado en 1975.

Esta cifra enorme de entre cinco y seis millones de muertos y asesinados no se refiere a soldados o civiles afectados por un conflicto bélico, como si hubieran sido víctimas voluntarias o involuntarias de unas operaciones militares, fueron básicamente seres humanos completamente indefensos, desarmados, vulnerables: hombres, mujeres, niños y ancianos de todas las edades, condición social, no combatientes ni beligerantes que resultaron marcados intencionalmente como sujetos a exterminar por la política oficial genocida a cargo de un Estado racista y totalitario. Ahí reside la singularidad y novedad histórica del Holocausto en el contexto de otras matanzas, megamasacres o genocidios anteriores y posteriores al mismo.
“Es esta erradicación física completa, intencionada y sin tregua de cada hombre, mujer y niño judío lo que define la naturaleza particular y singular del evento que llamamos Holocausto. Es este imperativo ideológicamente motivado e ilimitado de que todos los judíos debían ser asesinados lo que distingue a la Soah de anteriores y posteriores actos colectivos de violencia, etnocidio y masacres masivas, cualquiera que fuera su inhumanidad. (…) El Holocausto es fenomenológicamente único en virtud del hecho de que nunca antes un Estado se había fijado, como objetivo de principio y como política de hecho, la tarea de aniquilar físicamente a cada uno de los hombres, mujeres y niños pertenecientes a un pueblo específico”. (S.T. Katz, ibid pp. 10 y 28).

El término Holocausto no fue bien aceptado al principio por todo el mundo cuando su fenómeno empezó a ser estudiado con más profundidad tras acabar la guerra, ya que tiene connotaciones religiosas fatalistas asociadas a la metáfora de considerar a la población judía como una especie de víctima propiciatoria inmolada en un altar pagano, no obstante, el vocablo logró imponerse en la literatura especializada, por otro lado, el término hebreo Soah que prescinde de connotaciones religiosas subraya la condición de evento humano realizado por sujetos que actuaron como actores conscientes de una terrible masacre contra sus semejantes (Yves Ternon, “El Estado criminal. Los genocidios en el s. XX”, Barcelona, Península 1995, pp. 133-134”. Según la enciclopedia editada por Louis Weber (Crónica del Holocausto, Madrid, LIBSA, 2002, p. 3), el término Soah fue utilizado por primera vez en un folleto publicado en Jerusalén en 1940 por el Comité Unido de Ayuda a los Judíos en Polonia.

El asesinato de millones de seres humanos que hoy llamamos con acuerdo general como Holocausto no fue el resultado de un arrebato pasional esporádico o incontrolado, fruto de la brutalidad y desorganización inherentes a toda guerra, no fue una mera masacre brutal de enemigos vencidos tras el combate ni una simple atrocidad contra civiles inocentes. Fue un verdadero programa de genocidio, con una clara base ideológica, deliberadamente planificado y eficazmente ejecutado con todos los recursos y maquinaria de un Estado moderno y una sociedad industrial avanzada y civilizada. De hecho, el concepto de genocidio requiere la previa existencia de un Estado o institución política más o menos organizada que planifique y ejecute la acción, así como la existencia de un imperativo intencional, una voluntad genocida que esté presentes en las elites directivas del Estado correspondiente. Como dice Yves Ternon, el autor de un genocidio no mata a ciegas, tiene una clara intención de eliminación y exterminio sobre unas víctimas determinadas previamente seleccionadas, marcadas y localizadas.

Desde luego, el Tercer Reich fue también responsable de la muerte por explotación, maltrato, inanición o simple eliminación en campos de concentración y exterminio de millones de otros seres humanos que cayeron en su poder; prisioneros de guerra soviéticos (entre 3 y 4 millones, el 60 % de los capturados), Testigos de Jehová (unos 5000 de los más de 10.000 en cautividad), homosexuales (entre 5000 y 15.000), minusválidos y enfermos mentales (entre 80.000 y 100.000), poblaciones civiles de países ocupados (entre 1939 y 1941 mataron a unos 120.000 polacos; entre 1941 y 1944 causaron la muerte de unos 12 millones de soviéticos) (Joanna Bourke, “La Segunda Guerra Mundial. Una historia de las víctimas”. Barcelona, Paidós, 2002, pp. 33 y 110 – 111”. Pero aún en el umbral y sin nunca dejar atrás a todas las víctimas, el Holocausto descolla como la cumbre singular de aquella devastación humana que significó la Segunda Guerra Mundial, porque sólo los judíos fueron elegidos como objetivos de destrucción total, completa y sin paliativos (suerte compartida parcialmente también por los gitanos, que soportaron entre un cuarto y medio millón de víctimas mortales en campos nazis). (Gabrielle Tyrnauer, “Mastering the Past: Germans and Gypsies”).

Esa “singularidad” del asesinato del pueblo judío se fundamenta por tres razones básicas y concurrentes; en primer lugar, por la definición de judío como miembro de una raza inferior degenerada, infecciosa y sub-humana (Untermenschen). Una raza que debía ser exterminada rápida y totalmente para evitar la contaminación racial, dicho concepto viene predicado por Hitler desde sus primeros escritos políticos y se convirtió en dogma oficial del régimen nazi desde su llegada al poder en 1933, dicha obsesión patológica no le abandonó incluso ya iniciado el genocidio, así en febrero de 1942, en declaraciones a su colaborador Himmler, en tertulia de sobremesa celebrada el 22 de febrero de 1942 (“Las conversaciones privadas de Hitler” de Hugh Trevor – Roper, Barcelona, Crítica, 2004, p. 261) dijo: “El descubrimiento del virus judíos es una de las grandes revoluciones que se han realizado en el mundo. La lucha que sostenemos es de la misma naturaleza que la que sostuvieron, el siglo pasado, Pasteur y Koch. ¡ Cuántas enfermedades encuentran su origen en el virus judíos! (…) Sólo recuperaremos la salud eliminando al judío”.

La segunda razón que fundamenta la excepcionalidad del Holocausto reside en el simple pero claro hecho de que su planificación y ejecución tuviera lugar en el seno de Alemania, no fue en el seno de una sociedad primitiva o atrasada, todavía rehén de sus instintos primarios o mágicos, sino que surgió en uno de los países más avanzados del mundo contemporáneo. Tampoco era un país o imperio en vía de desintegración y desangrado por la guerra como el Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, donde la política nacioalista del movimiento de los “Jóvenes Turcos” dio también como resultado un genocidio brutal de los armenios. Aunque la Alemania de Weimar pasó por muchos problemas, no se puede comparar la Alemania del Tercer Reich con el proceso de disolución del Imperio Otomano, Alemania era una nación asentada en sus tradiciones intelectuales, con una gran capacidad industrial y tecnológica, y todavían hacen más incomprensible la misma existencia de un genocidio contra la población judía alemana y europea.

La incredulidad de los judíos ante los hechos que se le venían encima estuvo reforzada por la propia característica del Holocausto en cuanto a su origen de partida: sus raíces en Alemania. Hecho que puede explicar la notoria pasividad de las poblaciones judías, tanto en Alemania como fuera, ya que hubo un patrón de conducta común en muchas comunidades judías en cuanto a su pasividad o falta de resistencia.

El tercer motivo de la singularidad del Holocausto radicó en su organización burocrática moderna, racional, metódica y eficaz, todo el poder del Estado alemán fue puesto al servicio de un programa de exterminio de extraordinaria complejidad; no en vano, incluso con las condiciones bélicas que exigían grandes esfuerzos al Estado alemán, se creó un censo especial en Alemania y en toda Europa ocupada por el nazismo; se arbitró un lenguaje camuflado para ocultar la realidad a las desorientadas víctimas y al público exterior; se organizaron brigadas móviles de asesinos especializados y dirigidas desde un centro operativo; guetos, campos de concentración, y por último la construcción de seis campos de exterminio con sus correspondientes hornos crematorios. Lógicamente hubo que formar una burocracia que controlara toda la operación: diplomáticos y administrativos para el censo; ingenieros, químicos, antropólogos y médicos que llevaron a cabo experimentos humanos; militares y policías para controlar los campos; economistas, técnicos y operarios de ferrocarriles…. Como ha señalado Raul Hilberg, la destrucción de los judíos europeos exigió una administración y un proceso burocrático de enorme amplitud y complejidad, que requirió la complicidad abierta y decidida de casi todas las ramas del aparato estatal alemán y de los Estados satélitoes del Tercer Reich.

Al final, los campos de exterminio simbolizan la cumbre de la deriva ideológica tecnológica nazi y burocrática porque relevan que para los nazis el asesinato masivo de los judíos era un fín en sí mismo y no el subproducto derivado de una situación bélica y anormal. En palabras de Michael Marrus, los campos simbolizan la “deshumanización sistemática de las víctimas, el asesinato en masa según un proceso de línea de fábrica y la organización burocrática a escala continental que condujo a la muerte a gentes recogidas por todas las esquinas de Europa” (M. Marrus, “The Holocaust in History”, p. 23).

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Mar.bo
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Mar.bo »

.
Los rostros del sufrimiento:

1.- El Tren Kastner en camino a Suiza, Agosto de 1944.
Imagen
By The author was Tsadok Raab, who donated the image to the Memorial Museum of Hungarian Speaking Jewry. Our source was Anna Porter, Kasztner's Train, Douglas & McIntyre, 2007, between pp. 240 and 241. Porter credits the Memorial Museum., Fair use, https://en.wikipedia.org/w/index.php?curid=36733025

2.- Un tren (cargado de “famélicos” judíos arribando a Suiza procedentes de la Alemania nazi, agosto o diciembre de 1944
Imagen
Kastner's train arriving in Switzerland, August or December 1944
By Author and copyright unknown. Credited to the Memorial Museum of Hungarian Speaking Jewry, Safed, Israel, by Anna Porter (2007). Kasztner's Train. Douglas & McIntyre, between pp. 240 and 241., Fair use,
https://en.wikipedia.org/w/index.php?curid=36712672

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Ser republicano hoy es como ser judío en la Alemania de Hitler: Gina Carano
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Nowomowa
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Nowomowa »

Tú sabes que eso fue el "tren de Kastner", ¿sí?

Y sabes que el "tren de Kastner" fueron 1600 judíos que sobornaron con oro, diamantes y dinero a Eichmann para que les dejara irse de Budapest en dirección a Suiza en vez de ir a Auschwitz con los otros judíos húngaros deportados, ¿verdad?

Y sabrás que Kastner fue juzgado y condenado en Israel por colaboracionismo con los nazis, ¿sí?

Y sabrás que Kastner es algo así como la antítesis de don Ángel Sanz Briz, que salvó a 5.200 judíos durante esa misma deportación, al facilitarles de manera irregular pero ingeniosa pasaportes españoles...

Sí, todo eso lo sabrás, y has venido aquí a traernos el tren de Kastner para que nos riamos de las gilipolleces que llegan a argumentar los negacionistas...

Seguro.

:-|
Última edición por Nowomowa el 25 Ago 2016 21:30, editado 1 vez en total.
“Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada” -Edmund Burke

Corolario de Nowomowa: tampoco ayuda cuando los buenos son idiotas.
ETHNIKO
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por ETHNIKO »

McTocho es un experto en el arte de mentir, nada nuevo bajo el sol.
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Col. Rheault
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Col. Rheault »

El paso que se dio al autorizar el asesinato sistemático de niños y mujeres fue muy importante, ya que supuso el abandono definitivo de cualquier pretexto, o en muchos casos realmente la creencia de que se estaba matando a los judíos porque habían organizado la resistencia ante las fuerzas alemanas invasoras, no se podía justificar la muerte de una mujer, de embarazadas, de ancianas, de niños pequeños o recién nacidos bajo la amalgaba de excusas que sirvieron para justificar la dureza con que se trató a cualquier varón judío en los países ocupados por los nazis en el Este de Europa. Fue Himmler quién mediante continuas órdenes verbales llevó a cabo la transición hasta el asesinato indiscriminado de los judíos de uno y otro sexo y todas las edades en julio y agosto de 1941.

Él estaba convencido, entonces y más tarde, de estar realizando el propio deseo de Hitler expresado el 16 de julio de fusilar a “cualquiera por el solo hecho de que mire con recelo”. Como en otros casos aquí la cadena de mando actuaba indirectamente, no había una orden específica, precisa; Hitler estableció los parámetros generales de la acción, Himmler los interpretó y los oficiales de las SS sobre el terreno, con el estímulo de Himmler emplearon su propia iniciativa para decidir cuando y cómo llevarlos a la práctica, como claramente ponía de manifiesto el calendario desigual con el que se dio el paso de fusilar no ya a hombres judíos sino además a mujeres y niños judíos. Parece claro que el asesinato en masa de los judíos de Europa oriental que empezó en ese entonces fue por encima de todo un reflejo de los propios deseos y creencia personales de Hitler, repetidamente formulados tanto en público como en privado durante esos meses.

Así, por ejemplo el 25 de octubre de 1941 Hitler estaba cenando con Himmler y Heydrich y sus pensamientos se centraron en las masacres que habían puesto en marcha en Rusia, y en concreto en la orden de Himmler de principios de agosto de “trasladar a la fuerza a las mujeres judías hasta los pantanos”; “ En el Reichstag vaticiné a la judería que el pueblo judíos desaparecerá de Europa si la guerra no se evita. Esa raza de criminales tiene sobre su conciencia los dos millones de muertos de la Primera Guerra Mundial, y ahora de nuevo a cientos de miles. Nadie puede decirme: ¡pero no podemos enviarlos al cenegal! Pues, ¿quién se preocupa por nuestro pueblo? Es bueno que el terror producido por nuestro exterminio de la judería nos preceda” ( Werner Jochmann (ed), Monolgue im Führerbauptaquartier 1941 – 44: Die Auzfeichnungen Heinrich Heims, Hamburgo, 1980, pp. 106 – 108).

El 1 de agosto de 1941, Heinrich Müller, jefe de la Gestapo, ordenó a la Oficina Central de Seguridad del Reich remitir a Hitler informes de los diferentes grupos operativos. En total entre cuarenta y cincuenta copias de cada informe solían hacerse circular por el partido y las oficinas gubernamentales. Así por ejemplo el “Informe de Actividades número 128”, emitido el 3 de noviembre de 1941 y que contenía los primeros seis informes completos de los grupos operativos desde julio hasta octubre, se distribuyó mediante 55 copias no sólo en la Cancillería del Partido, sino también en los departamentos gubernamentales, incluyendo el Mº de Asuntos Exteriores, donde no menos de 22 funcionarios visaron el documento.( Browning, The Origins, pp. 312). Así además de Hitler y su pequeño círculo, otros muchos individuos en los estamentos superiores del partido y la administración del Estado estuvieron plenamente al corriente de las masacres de los grupos operativos llevaban a cabo en el Este.

Parece ya claro que los líderes nazis pensaban no en una escala regional sino europea. El 31 de julio de 1941, Heydrich entregó a Göring, quien estaba formalmente a cargo de la política en materia de judíos, un documento breve para que lo firmara. Éste daba a Heydrich el poder de “hacer todos los preparativos necesarios en los aspectos organizativos, prácticos y materiales para una solución total a la cuestión judía en la esfera alemana de influencia en Europa”. El efecto clave de dicho documento es que extendía la responsabilidad de Heydrich a toda Europa, era una orden no para iniciar, menos todavía llevar a la práctica una solución total de la cuestión judía – como a veces se ha interpretado – sino de hacer los preparativos de esa acción.

En octubre de 1941 la idea de la deportación abarcaba en principio al conjunto de Europa, y estaba pensada para comenzar casi de inmediato ( véase el debate general en Friedländer, Años de Exterminio, pp. 263 – 267). El propio Hitler redobló con la mayor dureza sus ataques retóricos contra los judíos, no sólo contra los de la URSS y EEUU sino también contra los del conjunto de Europa. El 28 de noviembre de 1941, reunido con el gran muftí de Jerusalén, Haj Amin al-Husseini, Hitler manifestó: “Alemania está decidida a presionar a una nación europea tras otra para soluciionar el problema judío”, asegurándole al muftí que también en Palestina se ocuparía de los judíos una vez que Alemania controlase dicha área. ( citado en Hillgruber, Staatsmänner und Diplomaten, vol I, p. 664).

Casi todos los guetos creados en Europa oriental ocupada tras la invasión de la URSS eran improvisados y relativamente efímeros, pensados poco más que áreas de retención para los judíos destinados a morir en un futuro corto, por ejemplo en Yalta se creó un gueto el 5 de diciembre de 1941 al aislar un área situada en el límite de la población; el 17 de dici8embre de 1941, menos de dos semanas más tarde, el gueto se clausuró y se mató a todos los judíos. Esta dinámica de creación de los guetos fue un patrón que se siguió en muchos otros sitios, parecía claro que no se contaba con que los judíos de Europa Oriental fuesen a vivir mucho tiempo.

Los guetos tenían que quedar vacíos con el fin de dejar lugar a los judíos cuya expulsión del Antiguo Reich y el Protectorado de Bohemia y Moravia, y después del resto de Europa bajo ocupación alemana, y dicha política de deportación asesina estaba siendo reclamada de forma reiterada por Hitler. En este punto algunos historiadores han tratado de identificar una fecha concreta en la cual Hitler ordenó la expulsión y el exterminio de los judíos de Europa, sin embargo, no hay pruebas fehacientes de ello; se ha dado una gran importancia al hecho de que, muchos después de la guerra, Adolf Eichmann recordara que Heydrich lo había mandado llamar a últimos de septiembre o primeros de octubre para decirle que el “Führer ha ordenado el exterminio físico de los judíos”. Himmler iba a referirse también en más de una ocasión en el futuro a esa orden, pero en opinión del historiador Richard Evans, es dudoso de que Himmler o Heydrich recibieran una orden similar, o de hecho cualquier otra persona, de forma tan explícita.

Creo que es un debate estéril en función de lo que pasó y no creo que tenga más importancia encontrar una “pistola humeante” en forma de archivo o documento firmado por Hitler ordenando el Holocausto; las afirmaciones de Hitler recogidas en varias fuentes, muy especialmente la grabación pública de sus discursos y las anotaciones privadas de sus conversaciones en el diario de Goebbels y en “Las conversaciones privadas de Hitler”, representan el estilo y la sustancia de lo que él tenía que decir sobre el asunto. Constituye un error buscar, o imaginar una orden, ya fuese escrita u oral, como la dictada por Hitler en el caso del programa de la eutanasia obligatoria, para cuya aplicación era necesario legitimar las actuaciones de los médicos profesionales más que la de los hombres comprometidos de las SS.

Esa forma de trabajar ya era vista anteriormente como el Tribunal Supremo del Partido Nazi había observado ya a principios de 1939, bajo la República de Weimar los líderes del partido se habían acostumbrado a eludir la responsabilidad legal asegurándose de que sus acciones no sean ordenadas con absoluta claridad o con todo detalle, de la misma forma, los miembros del partido se habían acostumbrado a interpretar una orden más allá de lo que digan las palabras, “igual que se ha convertido en una costumbre extendida por parte de la gente que dicta las órdenes. (…) no decirlo todo”, y “sólo insinuar”, el propósito de una orden. (citado en Longerich, Der ungeschriebene Befehl, pp. 23 – 24).

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Belenguer
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Re: Crees en el holocausto de los 6 millones de judios?

Mensaje por Belenguer »

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