Ver citas anteriores
Atila escribió: ↑29 Oct 2020 18:44
'Como colofón a este cúmulo de pruebas, más la directa que ha sido tan comentada en estos días, no está de más recordar lo que sobre la sodomía manifestó el jurista Tomás y Valiente, asesinado por ETA en 1996, miembro del Tribunal Constitucional y nada sospechoso de conservadurismo católico:
«el más grave de los pecados en el mundo de la lujuria es el pecado contra natura […] y que reviste la mayor gravedad posible porque en él ya no se trata del simple acto de fornicación fuera del matrimonio, ni del dolo o la ofensa a otro sacramento, sino que el directamente ofendido es Dios, porque es su imagen de la creación la que se altera. Es el orden natural el que se perturba».
https://www.xn--elespaoldigital-3qb.com ... a-sodomia/
Como todo lo que postea el nazi Atila está lleno de manipulación y mentira. La basura que mete al foro apesta y su ignorancia es supina.
Alterar el texto es de un hijoputismo deleznable pero muy español y muy de esta época de política incorrecta de excremento e internet.
Tomás y Valiente nunca manifestó esa definición como propia, es parte de una conferencia que dió en Santander en 1987:
Esta especie de clasificación que les voy a dar a ustedes es muy esquemática; no es la única que se puede hacer; admite multitud de subespecies. A este respecto les remito a Santo Tomás como, también por ejemplo, a un confesor, a un casuistadel siglo XVII, Fray Juan Enríquez.
Muy esquemáticamente la jerarquía de pecados, de más leves a más graves, según la Segunda Escolástica española es ésta.
En primer lugar la fornicación simple, que apenas es un pecado grave, porque se entiende por tal aquella que realizan hombre y a mujer rectamente, es decir, como debe ser, sin poner obstáculos a la procreación que es el fin objetivamente perseguido, pero hombre y mujer que hubieran podido casarse en el momento de realizar la fornicación, aunque no estaban unidos por el vínculo matrimonial.
Es independiente a estos efectos también que la fornicación se realice entre personas espontáneamente vinculadas por un afecto, o por la ocasión, o que se realice por precio. La mediación del precio no agrava las cosas. Más bien en el sigloXVII se pensaba, y políticamente así se procuró casi siempre, que conviene que existan mujeres dedicadas a tan viejo oficio y que no hay tampoco que perseguirlas gravemente. Algunas costumbres, por ejemplo una muy curiosa que había en Salamanca, aconseja que las meretrices sean sacadas de la ciudad durante la Semana Santa, porque en esa semana mejor es no pecar. Pero luego llega el llamado «lunes de Aguas» (en Salamanca el siguiente al lunes de Pascua) día en que los mozos aguerridos cruzaban el río desde el Arrabal, que era adonde habían llevado a las profesionales de estos oficios, hasta la ciudad con las mozas del partido, atravesando con ellas en brazos el agua corriente del Tormes, acaso para purificarlas y para que pudieran limpiamente reanudar después unos menesteres que no estaban socialmente mal vistos.
Algo más de gravedad tiene el estupro, entendiendo por tal no sólo, aunque también, la relación sexual entre hombre y doncella, distinguiendo si es púber o impúber, como la relación sexual, mediante dolo. Es decir, aquí la gravedad del pecado viene dada por la no adhesión voluntaria, libre, espontánea de ambas partes al acto sexual. Siempre se entiende que la engañada es la mujer; no sé por qué, pero así se entiende habitualmente.
Mayor gravedad tiene el adulterio, porque en él hay por medio un acto sexual que produce ofensa, la ofensa al marido, (porque en el adulterio siempre el engañado es el marido) y, sobre todo, la ofensa a la realidad sacramental que une a las personas dentro del matrimonio. Mediando matrimonio se pueden hacer actos sexuales - tampoco todos, como veremos luegopero fuera de él no los pueden realizar las personas casadas y
de ahí la mayor gravedad de su pecado. Acerca del adulterio caben múltiples subespecies con distinto grado de gravedad, en las cuales no voy a entrar, porque esto nos desviaría, y acerca del adulterio cabe también una casuística enorme respecto a las posibilidades de perseguir, incluso de matar, el cónyuge ofendido a los adúlteros.
Mayor gravedad tiene el incesto, respecto al cual los casuistas distinguen meticulosamente la proximidad de la relación parental dentro de la que el incesto se realiza. Observen ustedes que no es el incesto en modo alguno el pecado más grave, en contra de lo que muchos antropólogos podrían pensar.
Mayor gravedad tiene el sacrilegio, sobre todo si es con monjas, quiero decir que más gravedad tiene el acto sexual que se realiza con una monja que no el realizado por un clérigo.
Y, por último, el más grave de los pecados en el mundo de la lujuria es el pecado contra natura, que es del que nos vamos a ocupar y que reviste la mayor gravedad posible porque en él ya no se trata del simple acto de fornicación fuera del matrimonio, ni del dolo o la ofensa a otro sacramento, sino que el directamente ofendido es Dios, porque es su imagen de la creación la que se altera. Es el orden natural el que se perturba. Y es la
posibilidad de seguir procreando la que se desperdicia, si se me permite la vulgaridad de la expresión.
Toda la economía de la creación está en juego en el acto sodomítico o en el ámbito más amplio del pecado contra natura que se comete por cualquier acto en el que se produzca sin posibilidad de procreación el placer sexual del varón, pues siempre la perspectiva es la del «vir» ya que es él quien emite el semen, la semilla que podría dar lugar a una continuación en la creación. Por ello dentro del pecado nefando entra la sodomía
propiamente dicha, la bestialidad y las molicies. Entendiendopor tales, como Bartolomé Clavero especificaba ayer, las posturas no naturales, o la masturbación, o los tocamientos, y otras actividades placenteras en cuya enunciación la imaginación de los casuistas del siglo XVII es de una riqueza maravillosa o regocijante para el lector actual.
PD: la tolerancia siempre fue la bandera de Francisco Tomás y Valiente hasta su asesinato, la tolerancia con el otro. Así despide su conferencia:
"La tolerancia, la más benéfica de las virtudes. La tolerancia, tan escasa entre nosotros. Creo que uno de los imperativos nucleares de una moral ilustrada y laica, que nació por entonces y que algunos todavía compartimos, podía anunciarse así: sé tolerante con tu prójimo y exigente contigo mismo.
Nada más. Muchas gracias por su atención. Y por su tolerancia."
Dejó escrito en uno de sus libros de historiador que «es bueno que mantengamos un ojo en el presente cuando pongamos el otro en el pretérito. Porque todavía hay demasiada violencia asesina, demasiado dolor encarcelado y demasiada injusticia».
conferencia completa
http://salutsexual.sidastudi.org/resour ... D23410.pdf