España, a merced de un psicópata. Por Joaquín Sama Naharro (Psiquiatra)
Publicado: 10 Oct 2020 20:19
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España, a merced de un psicópata. Por Joaquín Sama Naharro (Psiquiatra)
CARTAS AL DIRECTOR - 10 OCTUBRE 2020
Acabo de oír a Pedro Sánchez afirmar ante las cámaras de televisión lo siguiente, a raíz de la solicitud de imputación de su vicepresidente Pablo Iglesias por tres supuestos delitos: “Confío plenamente en él”.
Ha transcurrido muy poco tiempo desde que le oíamos decir que con Pablo Iglesias jamás pactaría “Porque ni yo ni el 95 % de los españoles dormiríamos tranquilos”.
¿Qué ha sucedido desde entonces para un cambio tan radical? Pues que cuando mostraba ese rotundo rechazo de los populismos representados por su actual vicepresidente, estaba empleando la táctica de mostrarse ante los españoles como un político responsable, serio, moderado, que anteponía los intereses de los ciudadanos a todo lo demás, incluida su legítima aspiración a ser presidente del gobierno.
Fracasada aquella farsa, al no obtener el apoyo electoral necesario que, en su narcisismo creía merecer, -y bien que exteriorizó el disgusto-, al día siguiente de celebradas las elecciones, se echó en brazos de quien tanto insomnio iba a provocar a los españoles, según sus propias palabras, materializando un pacto de gobierno con Pablo Iglesias en menos de 48 horas.
Pero como las cuentas parlamentarías para ser presidente, que, entre otras ventajas le garantizara una paga vitalicia, aún no le salían, a continuación alcanzó un rápido acuerdo con los independentistas y los herederos de la banda terrorista ETA, con quienes, asimismo, había asegurado poco antes que jamás iba a pactar: “Ni antes, ni durante, ni después”. ¿Lo recuerdan?
¿Cómo se explica una conducta así, junto a otros muchos comportamientos discordantes, que tanta incertidumbre y preocupación están ocasionando a la mayoría de los españoles? La única explicación inteligible, la única que hace comprensible su contradictorio comportamiento, es que tiene una personalidad psicopática, es decir, presenta un evidente desequilibrio emocional de tipo narcisista, con tan desorbitada ambición de poder, como modo de ocupar el más alto escaparate donde pavonearse, donde exhibirse y ser admirado, que para él las consideraciones de orden ético, la palabra dada, la coherencia consigo mismo y ante los demás, la integridad moral y la honradez, no cuentan para nada. ¿Pueden bastar cuatro hechos concretos que apoyen lo anterior?: Mientras miles de españoles no tienen ni para comer, a él le ha sobrado tiempo para colocar con todo el descaro y sin pudor alguno, a su mujer, a su hermano y a su mejor amigo, en privilegiados puestos, con elevadísimos sueldos, sin más mérito que el de parentesco o amistad.
Se puede aducir que en ESPAÑA todos los políticos hacen lo mismo, lo que para vergüenza nuestra casi siempre es cierto, pero lo que no había hecho jamás un presidente del gobierno, y aquí está el cuarto hecho, es manifestar su profundo pesar por la muerte voluntaria de un terrorista condenado por su militancia en el comando que asesinó a Miguel Ángel Blanco. Cualquier indignidad es válida con tal de no perder los apoyos que le sostienen.
Hay muchas clases de psicópatas. Están los desalmados, asociales, que no respetan las normas de la sociedad; los paranoides que desconfían de todo; los impulsivos que no se detienen a reflexionar y pasan del pensamiento al acto en décimas de segundo sin valorar las consecuencias de sus acciones; los sádicos, que disfrutan con el sufrimiento ajeno; los dependientes, incapaces de tomar decisiones por ellos mismos; los “evitativos”, que rehúyen el contacto con otras personas; los psicópatas histriónicos, necesitados de llamar continuamente la atención de los demás; etc.
Se calcula que en la población general hay aproximadamente un 2% de psicópatas puros, lo que da una cifra aproximada de un millón de ellos en nuestro país, proporción que aumenta al 16% entre la población reclusa.
Un grupo curioso de psicópatas son los estafadores, personas especialmente dotadas por su encanto personal, tanto en lo físico como por su conversación, si bien tienen una empatía superficial y fría a poco que se les analice; astutos, se aprovechan de todos y saben generar confianza con su aspecto y modales, mostrando seguridad en sí mismos, aunque necesitan mentir continuamente por lo que tienen que ocultar; poseen una particular visión de la realidad que tratan de acomodar a su conveniencia, sabiendo distraer la atención de los demás con temas marginales para mejor alcance de sus verdaderos objetivos y les gusta exhibirse como personas importantes.
Dotados de tales atributos son capaces de engañar a personas de un elevado nivel cultural e intelectual, si no se está suficientemente prevenido ante este tipo de sujetos. Como ejemplos, citemos a tres famosos estafadores, dos extranjeros y uno nacional, de triste y desafortunado recuerdo: Luis Roldán, exhibió un curriculum que no tenía y fue nombrado por Felipe González nada menos que Director General de la Guardia Civil, cargo que ocupó a lo largo de siete años. Durante ese tiempo, a pesar de estar rodeado por todo el Cuerpo de la Benemérita, se enriqueció ilícitamente antes de ser descubierto, huyendo a Laos con el dinero robado. Tras entregarse, con buena parte del dinero ya a buen recaudo, cumplió 15 años de cárcel y ahora vive plácidamente en su Zaragoza natal; George C. Parker, estadounidense: a principios del siglo pasado vendió varias veces el puente de Brooklyng, así como la mismísima Estatua de la Libertad. Terminó sus días en la cárcel, condenado tras múltiples reincidencias; y Victor Lustig, checo: también una persona refinada, con don de gentes, políglota, vendió la torre Eiffel en dos ocasiones y se fue a Viena con una maleta repleta de dinero. Fue detenido en EEUU por otras estafas y encarcelado en Alcatraz, donde falleció en el año 1947, no sin antes haber estafado en la cárcel al mismísimo Al Capone.
Pedro Sánchez es un estafador de la política, hábil, astuto y taimado. Para satisfacer su narcisismo, ese trastorno narcisista de la personalidad que lo embarga, ha estafado de forma intencionada a todos los españoles, valiéndose para ello de las dotes de actor que posee para representar el papel de hombre de estado y valiéndose también de la fluida verborrea vacía de contenido que prodiga, lo que le ha permitido ocupar un puesto para el que no está capacitado, como demuestra la gravísima degradación económica y social a la que está llevando a ESPAÑA en un brevísimo espacio de tiempo.
Como psicópata típico que es, su conducta no es susceptible de reconducir. Siempre actuará dominado por la misma insaciable necesidad de sentirse importante, y, lo que es peor, aunque arruine a ESPAÑA, cada vez sentirá mayor necesidad de tomar decisiones de más hondo calado y trascendencia, para que no decaiga lo más mínimo la admiración que cree despertar en los españoles y en el mundo entero, como “líder mundial” que él mismo dice ser.
¿Terminará en la cárcel como tantos otros psicópatas, narcisistas y estafadores?
https://elcorreodeespana.com/politica/5 ... a----.html
España, a merced de un psicópata. Por Joaquín Sama Naharro (Psiquiatra)
CARTAS AL DIRECTOR - 10 OCTUBRE 2020
Acabo de oír a Pedro Sánchez afirmar ante las cámaras de televisión lo siguiente, a raíz de la solicitud de imputación de su vicepresidente Pablo Iglesias por tres supuestos delitos: “Confío plenamente en él”.
Ha transcurrido muy poco tiempo desde que le oíamos decir que con Pablo Iglesias jamás pactaría “Porque ni yo ni el 95 % de los españoles dormiríamos tranquilos”.
¿Qué ha sucedido desde entonces para un cambio tan radical? Pues que cuando mostraba ese rotundo rechazo de los populismos representados por su actual vicepresidente, estaba empleando la táctica de mostrarse ante los españoles como un político responsable, serio, moderado, que anteponía los intereses de los ciudadanos a todo lo demás, incluida su legítima aspiración a ser presidente del gobierno.
Fracasada aquella farsa, al no obtener el apoyo electoral necesario que, en su narcisismo creía merecer, -y bien que exteriorizó el disgusto-, al día siguiente de celebradas las elecciones, se echó en brazos de quien tanto insomnio iba a provocar a los españoles, según sus propias palabras, materializando un pacto de gobierno con Pablo Iglesias en menos de 48 horas.
Pero como las cuentas parlamentarías para ser presidente, que, entre otras ventajas le garantizara una paga vitalicia, aún no le salían, a continuación alcanzó un rápido acuerdo con los independentistas y los herederos de la banda terrorista ETA, con quienes, asimismo, había asegurado poco antes que jamás iba a pactar: “Ni antes, ni durante, ni después”. ¿Lo recuerdan?
¿Cómo se explica una conducta así, junto a otros muchos comportamientos discordantes, que tanta incertidumbre y preocupación están ocasionando a la mayoría de los españoles? La única explicación inteligible, la única que hace comprensible su contradictorio comportamiento, es que tiene una personalidad psicopática, es decir, presenta un evidente desequilibrio emocional de tipo narcisista, con tan desorbitada ambición de poder, como modo de ocupar el más alto escaparate donde pavonearse, donde exhibirse y ser admirado, que para él las consideraciones de orden ético, la palabra dada, la coherencia consigo mismo y ante los demás, la integridad moral y la honradez, no cuentan para nada. ¿Pueden bastar cuatro hechos concretos que apoyen lo anterior?: Mientras miles de españoles no tienen ni para comer, a él le ha sobrado tiempo para colocar con todo el descaro y sin pudor alguno, a su mujer, a su hermano y a su mejor amigo, en privilegiados puestos, con elevadísimos sueldos, sin más mérito que el de parentesco o amistad.
Se puede aducir que en ESPAÑA todos los políticos hacen lo mismo, lo que para vergüenza nuestra casi siempre es cierto, pero lo que no había hecho jamás un presidente del gobierno, y aquí está el cuarto hecho, es manifestar su profundo pesar por la muerte voluntaria de un terrorista condenado por su militancia en el comando que asesinó a Miguel Ángel Blanco. Cualquier indignidad es válida con tal de no perder los apoyos que le sostienen.
Hay muchas clases de psicópatas. Están los desalmados, asociales, que no respetan las normas de la sociedad; los paranoides que desconfían de todo; los impulsivos que no se detienen a reflexionar y pasan del pensamiento al acto en décimas de segundo sin valorar las consecuencias de sus acciones; los sádicos, que disfrutan con el sufrimiento ajeno; los dependientes, incapaces de tomar decisiones por ellos mismos; los “evitativos”, que rehúyen el contacto con otras personas; los psicópatas histriónicos, necesitados de llamar continuamente la atención de los demás; etc.
Se calcula que en la población general hay aproximadamente un 2% de psicópatas puros, lo que da una cifra aproximada de un millón de ellos en nuestro país, proporción que aumenta al 16% entre la población reclusa.
Un grupo curioso de psicópatas son los estafadores, personas especialmente dotadas por su encanto personal, tanto en lo físico como por su conversación, si bien tienen una empatía superficial y fría a poco que se les analice; astutos, se aprovechan de todos y saben generar confianza con su aspecto y modales, mostrando seguridad en sí mismos, aunque necesitan mentir continuamente por lo que tienen que ocultar; poseen una particular visión de la realidad que tratan de acomodar a su conveniencia, sabiendo distraer la atención de los demás con temas marginales para mejor alcance de sus verdaderos objetivos y les gusta exhibirse como personas importantes.
Dotados de tales atributos son capaces de engañar a personas de un elevado nivel cultural e intelectual, si no se está suficientemente prevenido ante este tipo de sujetos. Como ejemplos, citemos a tres famosos estafadores, dos extranjeros y uno nacional, de triste y desafortunado recuerdo: Luis Roldán, exhibió un curriculum que no tenía y fue nombrado por Felipe González nada menos que Director General de la Guardia Civil, cargo que ocupó a lo largo de siete años. Durante ese tiempo, a pesar de estar rodeado por todo el Cuerpo de la Benemérita, se enriqueció ilícitamente antes de ser descubierto, huyendo a Laos con el dinero robado. Tras entregarse, con buena parte del dinero ya a buen recaudo, cumplió 15 años de cárcel y ahora vive plácidamente en su Zaragoza natal; George C. Parker, estadounidense: a principios del siglo pasado vendió varias veces el puente de Brooklyng, así como la mismísima Estatua de la Libertad. Terminó sus días en la cárcel, condenado tras múltiples reincidencias; y Victor Lustig, checo: también una persona refinada, con don de gentes, políglota, vendió la torre Eiffel en dos ocasiones y se fue a Viena con una maleta repleta de dinero. Fue detenido en EEUU por otras estafas y encarcelado en Alcatraz, donde falleció en el año 1947, no sin antes haber estafado en la cárcel al mismísimo Al Capone.
Pedro Sánchez es un estafador de la política, hábil, astuto y taimado. Para satisfacer su narcisismo, ese trastorno narcisista de la personalidad que lo embarga, ha estafado de forma intencionada a todos los españoles, valiéndose para ello de las dotes de actor que posee para representar el papel de hombre de estado y valiéndose también de la fluida verborrea vacía de contenido que prodiga, lo que le ha permitido ocupar un puesto para el que no está capacitado, como demuestra la gravísima degradación económica y social a la que está llevando a ESPAÑA en un brevísimo espacio de tiempo.
Como psicópata típico que es, su conducta no es susceptible de reconducir. Siempre actuará dominado por la misma insaciable necesidad de sentirse importante, y, lo que es peor, aunque arruine a ESPAÑA, cada vez sentirá mayor necesidad de tomar decisiones de más hondo calado y trascendencia, para que no decaiga lo más mínimo la admiración que cree despertar en los españoles y en el mundo entero, como “líder mundial” que él mismo dice ser.
¿Terminará en la cárcel como tantos otros psicópatas, narcisistas y estafadores?
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