75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

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Col. Rheault
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75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Col. Rheault »

Que Hitler fue una mala persona no es ninguna novedad, pero las alturas de protervia -uno está tentado de decir hijoputez- que alcanzó el líder nazi en su última etapa son de aúpa.

Hitler no solo demostró una absoluta insensibilidad por su propio pueblo, alargando sus sufrimientos todo lo que pudo y tratando de llevarlo a la aniquilación absoluta, sino que achacó a los alemanes la derrota y los consideró indignos de él, y de sobrevivir. No se iba a mostrar más caritativo, desde luego, con sus víctimas: en su testamento -dictado la noche del 29 de abril a su secretaria Traudl Junge-, una autojustificación y un intento de proyectar su odio más allá de su propia vida, no hay un destello de arrepentimiento, reconocimiento de culpa o compasión algunos sino una reafirmación en todo su programa de violencia e inquina, y hasta un chulesco alardear de genocidio (en el documento hay una clara alusión a la Solución Final) de una villanía repugnante. Lo único bueno que se puede decir de Hitler es que aquel 30 de abril, con su disparo, libró al mundo de un ser infame.

https://elpais.com/cultura/2020-04-29/7 ... ndial.html
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Col. Rheault
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Col. Rheault »

Foro Segunda Guerra Mundial
Página principalwww.forosegundaguerra.com

Fascinacion por el nazismo

La fascinación puede significar tanto una atracción irresistible como un engaño, alucinación u ofuscamiento. Parece evidente que los que aquí han manifestado sentirse fascinados por el Tercer Reich se están refiriendo a la primera acepción, la de la atracción irresistible. También doy por supuesto que cuando escriben Tercer Reich en este contexto están aludiendo a la estética formal de algunos o muchos símbolos de la representación y organizaciones de ese régimen político. Pero no olvidemos que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. No olvidemos, pues, que por mucho que algunos se sientan fascinados por su estética, el Tercer Reich fue un régimen totalitario y criminal, causante de millones de sufrimientos, injusticias, muertes y asesinatos. Y finalmente, en este aspecto, quisiera decir que muchos de los que hoy se sienten fascinados por la estética nazi, de haber vivido bajo ese régimen quizás sintieran, en sus carnes o en su alma, no fascinación, sino muerte, dolor y asco.

Ahora, se ha aludido aquí a ciertas cosas buenas o aun muy buenas del régimen nazi, que deben ser reconocidas. Se han mencionado la tecnología aplicada a la salud y conquistas sociales. Es para echarse a temblar. Al margen de la dinámica estructural de la investigación y desarrollo tecnológicos, que avanzó en la historia de Alemania (y en la de cualquier otro país) con independencia de los gobiernos o sistemas políticos que tuvo, la característica fundamental del régimen nazi en su impulso presupuestario al desarrollo tecnológico fue la inversión en tecnología para su aplicación a fines militares o a la guerra. Por poner unos pocos ejemplos: las famosas autopistas, o la red ferroviaria (que no fueron ninguna de las dos iniciativas nazis), tuvieron su principal razón de ser en la consecución de unas infraestructuras adecuadas para una eficaz movilización para la guerra (y tampoco fueron los nazis los primeros con esa intención, pues ya Moltke el Viejo pensó la red ferroviaria con ese propósito). La investigación que sufragó e impulsó el régimen nazi en cohetes volantes no buscaba ningún desafío a una futura carrera espacial, sino el medio supuestamente más eficaz para bombardear territorios de sus enemigos, ante la imposibilidad de hacerlo eficazmente con medios convencionales (bombarderos). De la investigación médica, patrocinada por el régimen nazi, mejor ni hablamos, pues es una historia casi por completo criminal.

¿Conquistas sociales? ¿Me podéis nombrar una sola? Desde luego, acabar con el paro como hizo el régimen nazi no es ninguna conquista social, pues el paro es un asunto coyuntural. Pero aun así, el régimen nazi acabó con el gran paro provocado por los efectos de la Gran Depresión de 1929 (subrayo que la recuperación en Alemania ya se había iniciado en 1932) empleando a sus súbditos en paro o desempleados, fundamentalmente, en actividades destinadas a la preparación y desencadenamiento de una guerra. Y se hizo de forma tan irresponsable que, suponiendo que Hitler muriera de un infarto y no hubiese guerra, la situación financiera alemana en 1939 estaba virtualmente en bancarrota. El régimen nazi acabó con los sindicatos obreros, con la libertad de prensa, con la libertad de expresión y, por extensión, con cualquier tipo de libertad garantizada en la República de Weimar. Ni social, ni política ni culturalmente, la Alemania de Hitler jamás vivió un periodo de normalidad y bienestar como los llamados años dorados de Weimar (1924-1928); por contra, en los “mejores” años del Tercer Reich (¿cuáles fueron?), la sociedad alemana vivió siempre bajo el terror y bajo el temor de ser denunciada, encarcelada, deportada, torturada, desaparecida o asesinada.

Si por algo se caracterizó el Tercer Reich no fue por su afán civilizador, sino todo lo contrario, por su empeño destructivo y auto-destructivo. Nada quedó de él digno de recordar; sólo infamia y vergüenza. Y una nación completamente arruinada y arrasada (aunque no tanto como quisiera Hitler).

http://www.forosegundaguerra.com/viewto ... mo#p151924
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Col. Rheault
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Col. Rheault »

Hitler: Ascent, 1889-1939 de Volker Ullrich

La narración de Ullrich sobre el ascenso de Hitler al poder, aunque no acaba de tener la agudeza de la versión de Kershaw, es completa, inteligente y está escrita con lucidez. Al igual que sus predecesores, Ullrich señala que el odio a los judíos y la expansión territorial (Lebensraum) fueron los dos únicos principios constantes de Hitler, y su relato de cómo la alternancia entre arranques antijudíos semiespontáneos y discriminación «legal» (las Leyes de Núremberg) que dio lugar al gran progromo de la Kristallnacht, el 9 de noviembre de 1938, es pródigo en detalles horribles y resulta muy significativo. Aquí, como en otros pasajes, vuelve a las cuestiones que importan mucho más que el carácter sombrío de Hitler: ¿qué pensaban los alemanes? y «¿cómo pudo Hitler lograr salirse con la suya?»

Parte de la respuesta se halla en la idea de «trabajar hacia el Führer». El culto a la personalidad de Hitler creó una falsa oposición entre líder y partido. Después de la Noche de los Cristales Rotos, al igual que sucedió después de otras atrocidades, muchos alemanes (probablemente escandalizados más por el vandalismo callejero que por el sufrimiento de los judíos) comentaron que «seguramente no era esta la intención del Führer». En las elecciones y plebiscitos, los súbditos enfurecidos del Reich podían garabatear en carteles o papeletas de votación: «¡Sí a Adolf Hitler, pero mil veces No a los peces gordos de los Camisas Pardas!» El efecto de esta falsa distinción era mantener la lealtad al régimen aun en unos años en los que la gente estaba empezando a pensar que el aparato del Partido Nazi estaba institucionalmente corrupto y sólo servía a sus propios intereses.

Paradójicamente, del libro de Ullrich se desprende que el miedo a la guerra también ayudó a unir a las masas alemanas a Hitler, y esto fue en aumento cuando su política exterior se volvió más agresiva y peligrosa. Al igual que en Francia y, en menor medida, en Gran Bretaña, la colosal pérdida de vidas en la Primera Guerra Mundial seguía obsesionando a los alemanes. Pero Hitler sabía cómo manipular ese miedo. Cada vez que Alemania parecía estar acercándose al borde de la guerra –la reocupación de Renania, el Anschluss con Austria, la toma del Territorio de Memel, los Sudetes y, luego, la crisis checa de 1939–, Hitler se salía con la suya en el último momento sin que se disparara un solo tiro y una enorme oleada de alivio y gratitud recorría todo el país. ¡Adolf había vuelto a salvar la paz una vez más! La mayoría de los alemanes suponían –en contra de toda evidencia– que la sangrienta campaña de propaganda contra Polonia acabaría del mismo modo, con los polacos cediendo y abandonando Danzig. No podían creer que en esta ocasión Hitler no quisiera que su adversario capitulara: quería una guerra a gran escala que acabaría cuando la Alemania nazi y la Unión Soviética borraran entre los dos a Polonia del mapa. Todos los observadores dejaron constancia de la intensa tristeza que se apoderó de los alemanes cuando finalmente estalló la guerra europea, con tanto Francia e Inglaterra como Polonia involucradas, en septiembre de 1939.

Entre la llegada a la cancillería el 30 de enero de 1933 y el final del verano de aquel año, los nazis aplastaron rápidamente cuanto quedaba de democracia parlamentaria, empujaron a sus adversarios al exilio, a campos de concentración o a un pavoroso silencio, pusieron bajo el control central a las instituciones nacionales y regionales –Gleichschaltung– e impusieron un sistema gubernamental completamente nuevo con objetivos y métodos muy diferentes. Lo llamaron una «revolución nacional». ¿Se merece ese nombre?

Ullrich cree que no. Para él, se trató de un cambio provocado por la alianza de las elites tradicionales con el movimiento de masas nazi; no dio paso a ninguna sustitución de las elites o a una versión esencialmente nueva de la sociedad. Propone el término bastante poco convincente de «revolución totalitaria». Eric Hobsbawm, en The Age of Extremes (traducido al español como Historia del siglo XX), lo expresó con mayor agudeza. Rechazó la idea de «revolución fascista» y escribió: «Los movimientos fascistas tenían los elementos de los movimientos revolucionarios en cuanto que en ellos encontraban cabida personas que querían una transformación fundamental de la sociedad […]. Sin embargo, el caballo del fascismo revolucionario no consiguió ni arrancar ni correr. Hitler eliminó rápidamente a aquellos que se tomaron en serio el componente “socialista” del nombre del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores».

Con el desafío de la izquierda destruido, Hitler procedió luego a aplastar a dos de los grupos sociales conservadores que lo habían aupado al poder: los terratenientes que pertenecían a la nobleza y los altos funcionarios. Al destruir posteriormente a estas antiguas elites gubernamentales con todas sus instituciones, escribe Hobsbwam, los nazis contribuyeron, sin ser conscientes de ello, a poner los cimientos de la futura «democracia burguesa» de Alemania Occidental. No es esta una tesis que defienda Ullrich. Pero Hitler fue un modernizador, además de un tirano genocida. Su legado se percibe como una carga de un horror y una humillación insoportables.

https://www.revistadelibros.com/discusi ... er-ullrich
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Col. Rheault
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Col. Rheault »

Y a lo mejor ése fue el problema. Si lo hubieran leído, si hubieran sabido qué enorme hijo de puta los conducía camino de la Gran Alemania que todos soñaban, las cosas habrían ocurrido de otra manera.


Yo sí leí 'Mein Kampf' - XLSemanal - 31/1/2016

El otro día me ocurrió algo curioso. O no tan curioso, si consideramos el paisaje actual y el que viene de camino: la estupidez y su gran aliada, la ignorancia. Estaba el arriba firmante asomado a las redes sociales, uno de esos domingos en que me dejo caer un rato por el bar de Lola, cuando di con una polémica sobre la publicación, ahora que han caducado los derechos de autor, de una nueva edición completa y revisada de Mein Kampf, o sea, Mi lucha, el libro escrito en 1924 por Adolf Hitler; una exacta y casi completa exposición de lo que poco más tarde iba a ser su obra política: un Estado alemán siniestro, totalitario, antiparlamentario, racista, antisemita, imperialista y criminal.

Fue interesante echarle un vistazo a lo de Internet. La mayor parte de los que debatían, por no decir todos, sostenía que el libro era impublicable, que sus ejemplares deben ser destruidos, y que esas páginas infames deben olvidarse para siempre. Me acordé entonces de una conversación que mantuve con el periodista, escritor y entrañable amigo Jacinto Antón hace cuatro años en una facultad de Periodismo de Barcelona; cuando, interrogado por algunos alumnos sobre si debe cerrarse la boca a los malvados, yo sostuve lo contrario. Hitler, Mussolini, Franco, sentados aquí donde estamos, dije, serían interesantísimos de escuchar. ¿Cómo ibas a ser tan idiota para decirles: «Franco, Hitler, Stalin, callaos, cerrad la boca»? Al contrario. En un lugar como éste, donde se supone hay gente con la debida formación intelectual, atender lo que un canalla o un criminal tienen que decir, conocer sus ideas, es de lo más valioso. ¿Imagináis -les dije- lo interesante que sería, por ejemplo, Franco contando de primera mano cómo durante cuarenta años logró tener a España agarrada por el pescuezo? ¿Que relatase cómo ganó la guerra, o firmó sentencias de muerte? ¿De verdad os perderíais al Himmler que realizó técnicamente el Holocausto o al Pol Pot de las matanzas masivas en Camboya? ¿Cerraríais la boca de Mao o Stalin si los tuvieseis enfrente, sin hacerles preguntas para indagar en sus cabezas, en sus ideas, en sus motivos? ¿Ibais a rechazar la formidable ocasión de conocer los mecanismos del horror, la maldad, el crimen, el lado más sucio y terrible de la condición humana?

Volviendo a Mein Kampf, debo decir que durante veintiún años fui reportero en lugares difíciles. Y para hacer mi trabajo, para llegar donde debía llegar y narrar las tragedias y el horror que presenciaba, tuve que hacer muchas cosas poco ortodoxas. Mentí, soborné, transgredí leyes de todos los países en todos los idiomas posibles, me relacioné con gente infecta, con asesinos, con narcotraficantes. No podía decirle a un tipo: «Como usted es un torturador y un criminal no le doy la mano», porque entonces ese fulano me mataba, o me daba un culatazo, o se negaba a hablar conmigo; y yo me quedaba sin saber lo que necesitaba saber, o ver lo que precisaba ver. Sin el testimonio directo del mal. Sin el conocimiento de la condición humana, tan necesario para comprender las cosas que ocurren; conocimiento con el que entonces hacía reportajes y hoy escribo novelas.

Por eso recuerdo muy bien cómo acabé aquella charla ante los jóvenes en Barcelona: «Después os lo cargáis, si podéis; pero antes escuchadlo, porque hasta la lección que puede daros el más perverso del mundo puede ser oro puro».Por eso lo de Hitler es bueno que se publique. Creo. Y es útil leerlo. Eso sí, hace falta cultura. Ser lector inteligente. Ciudadano lúcido y responsable. Saber lo que estás leyendo y no tragar basura a palo seco. Para eso están los prólogos y las notas a pie de página; y está, como digo, la necesaria formación intelectual previa del que lee o escucha. Pero no está de más, en este caso, saber cómo era la cabeza del criminal que sedujo a una nación entera -y no sólo a ella- encarnando sus complejos, rencores y ambiciones. Mein Kampf fue la biblia del III Reich, la que se regalaba a los recién casados y se leía en las escuelas. Y adorando a quien escribió ese libro, millones de personas levantaron el brazo y lloraron emocionados cuando pasaba su querido Führer con su corte de gángsters y asesinos. Algo que ahora se niega, pues resulta que todos los alemanes eran antinazis; aunque por suerte están las fotos y los documentales para recordarlo. Ahora dicen allí que Mein Kampf era el libro que todos tenían pero que nadie leía. Y a lo mejor ése fue el problema. Si lo hubieran leído, si hubieran sabido qué enorme hijo de puta los conducía camino de la Gran Alemania que todos soñaban, las cosas habrían ocurrido de otra manera.

http://www.perezreverte.com/articulo/pa ... ein-kampf/
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Mar.bo
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Mar.bo »

Solo he leído hasta: “Que Hitler fue una mala persona…” :facepalm:

Muy al contrario, todas las personas que tuvieron relación cercana con el líder alemán lo han descrito como una excelente persona; atento y cordial, siempre interesado en el bienestar de las personas cercanas. Es bien conocido su amor por su pueblo, su sensibilidad por las artes, también su amor por los animales. Y sin duda un patriota a carta cabal.

Lo que haya ocurrido en la guerra pertenece a la política y la economía, asuntos en los que se puede estar de acuerdo o no, pero eso no faculta a degradarse con canallescas mentiras sobre la personalidad de uno de los gigantes del siglo XX.
Ser republicano hoy es como ser judío en la Alemania de Hitler: Gina Carano
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Atila
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Atila »

'

Pérez Reverte es otro imbécil "políticamente correcto"! :facepalm:
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por AMIR »

Comprendo su dolor por la muerte de su ídolo Atlia, pero contrólese por favor.
I am a dreamer!

Una Palestina unificada con mayoría árabe donde musulmanes, judíos, cristianos y drusos vivan en paz y armonía tal como en Líbano, Siria e Irak.

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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Atila »

Yo no tengo "ídolos" pero Pérez Reverte es otro imbécil "políticamente correcto"! :facepalm:
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Col. Rheault »

George Orwell reseña 'Mein Kampf' de Adolf Hitler

En 1940, el autor de 'Homenaje a Cataluña' leyó la traducción al inglés del libro del dictador.


Es una señal de la velocidad a la que se mueven los acontecimientos que la edición sin expurgar de Hurst y Blackett de Mein Kampf, publicada hace solo un año, tuviera un ángulo favorable a Hitler. La obvia intención del prefacio y las notas del traductor es suavizar la ferocidad del libro y presentar a Hitler a la luz más amable posible. Porque en esa fecha Hitler todavía era respetable. Había destruido el movimiento obrero alemán, y por eso las clases propietarias estaban dispuestas a perdonarle casi cualquier cosa. Tanto la izquierda como la derecha coincidían en la idea muy superficial de que el nazismo solo era una versión del conservadurismo.

De pronto resultó que Hitler no era respetable después de todo. Como resultado, la edición de Hurst y Blackett volvió a lanzarse con una nueva sobrecubierta que explica que todos los beneficios irán destinados a la Cruz Roja. Sin embargo, a partir de la evidencia interna de Mein Kampf es difícil creer que se haya producido ningún cambio real en los objetivos y opiniones de Hitler. Cuando comparas sus declaraciones de hace un año o así con las que pronunciaba quince años antes, lo más llamativo es la rigidez de su mente, la forma en que su visión del mundo no se desarrolla. Es la versión fija de un monomaníaco, y no es probable que se vea muy afectada por las maniobras de la política de poder.

Probablemente, en la cabeza de Hitler, el pacto ruso-alemán no representa más que una alteración del horario. El plan expuesto en Mein Kampf era aplastar primero a Rusia, con la intención implícita de aplastar después a Inglaterra. Ahora, tal como han salido las cosas, hay que ocuparse primero de Inglaterra, porque Rusia fue la que resultó más fácil de sobornar de las dos. Pero el turno de Rusia llegará cuando Inglaterra esté fuera de escena –así, sin duda, es como lo ve Hitler. Por supuesto, que vaya a salir así es otra cuestión.

Imaginemos que el programa de Hitler se pudiera realizar. Lo que vislumbra, en cien años, es un estado continuo de 250 millones de alemanes con abundante “espacio vital” (es decir, hasta Afganistán aproximadamente), un horrible imperio descerebrado en el que, esencialmente, nada ocurre nunca salvo el entrenamiento de jóvenes para la guerra y la incesante crianza de carne de cañón fresca. ¿Cómo ha podido describir esta visión monstruosa? Es fácil decir que en una etapa de su carrera lo financiaban los industrialistas más poderosos, que vieron en él al hombre que podía aplastar a los socialistas y a los comunistas. No lo habrían apoyado, sin embargo, si no hubiera creado con sus palabras un gran movimiento. De nuevo, la situación en Alemania, con sus siete millones de desempleados, era obviamente favorable para los demagogos.

Pero Hitler no podría haber triunfado sobre sus muchos rivales sin el atractivo de su propia personalidad, que se puede percibir incluso en la torpe escritura de Mein Kampf, y que es abrumador cuando oyes sus discursos. Me gustaría registrar que nunca he podido sentir desagrado por Hitler. Desde que llegó al poder –hasta entonces, como casi todo el mundo, me engañaba pensando que no era importante– he pensado que sin duda lo mataría si lo tuviera a mi alcance, pero que no podía sentir una animosidad personal. El hecho es que hay algo profundamente atractivo en él. Se nota cuando ves sus fotografías, y recomiendo especialmente la fotografía al comienzo de la edición de Hurst y Blackett, que muestra a Hitler en sus días de camisa parda. Es una cara patética, perruna, la cara de un hombre que sufre bajo males intolerables. De una manera un tanto más viril reproduce la expresión de innumerables imágenes de Cristo crucificado, y no hay mucha duda de que es así como Hitler se ve a sí mismo.

Solo se puede especular sobre la causa inicial y personal de ese agravio contra el universo, pero en todo caso el agravio está ahí. Es el mártir, la víctima, Prometeo encadenado a la roca, el héroe sacrificado que lucha en solitario y con opciones imposibles. Si matara un ratón sabría cómo hacer que pareciese un dragón. Da la sensación, como con Napoléon, de que lucha contra el destino, de que no puede ganar, y sin embargo de alguna manera lo merece. La atracción que ejerce esa pose es por supuesto enorme; la mitad de las películas que uno ve tratan de un tema así.

También ha entendido la falsedad de la actitud hedonista hacia la vida. Casi todo el pensamiento occidental desde la última guerra, sin duda todo el pensamiento “progresista”, ha asumido de manera tácita que los seres humanos no desean otra cosa que tranquilidad, seguridad y evitar el dolor. En esa visión de la vida no hay sitio, por ejemplo, para el patriotismo y las virtudes militares. El socialista que encuentra a sus hijos jugando con soldados de hojalata suele molestarse, porque nunca se le ocurre un sustituto para los soldados de hojalata; por alguna razón los pacifistas de hojalata no valen. Como en su mente sin alegría lo siente con una fuerza excepcional, Hitler sabe que los seres humanos no solo quieren comodidad, seguridad, una jornada laboral breve, higiene, control de la natalidad y, en general, sentido común; también, al menos de forma intermitente, quieren lucha y autosacrificio, por no mencionar tambores, banderas y desfiles de que afirman la lealtad.

Al margen de su validez como teorías económicas, el fascismo y el nazismo son psicológicamente mucho más sensatos que cualquier concepción hedonista de la vida. Probablemente esto también resulta válido para la versión militarizada del socialismo de Stalin. Los tres grandes dictadores han incrementado su poder imponiendo cargas intolerables a sus pueblos. Mientras que el capitalismo, e incluso el capitalismo de manera más reticente, le han dicho a la gente: “Os ofrezco pasar un buen rato”, Hitler les ha dicho: “Os ofrezco lucha, peligro y muerte”, y el resultado es que toda la nación se arroja a sus pies. Quizá más adelante se harten y cambien de idea, como al final de la última guerra. Tras unos años de matanzas y hambrunas, “La mayor felicidad para el mayor número de personas” es un buen eslogan, pero en este momento “Más vale un fin con horror que un horror sin fin” gana. Ahora que luchamos contra el hombre que lo acuñó, no deberíamos subestimar su atractivo emocional.

Publicado originalmente en New English Weekly, 21 de marzo de 1940
https://www.letraslibres.com/espana-mex ... olf-hitler
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por gálvez »

La cordialidad en el trato no quita que una persona pueda ser o no un perfecto hijo de puta.

Y no, amor por el pueblo no se le puede atribuir a alguien que en sus últimos momentos deseó lo peor a un pueblo que realizó esfuerzos titánicos en una guerra desmesurada al que él mismo empujó.

saludos
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por gálvez »

Este artículo de Reverte lo leí hace tiempo.Y creo haberte referido algo parecido cuando hemos debatido sobre la libertad de expresión y la censura en torno a estos temasl

Envolver al nazismo de un halo de misterio y misticismo que supone todo lo prohibido es tirarse piedras en el tejado.

El Mein Kamppf es un libro de valor documental histórico innegable. Sencillamente es absurdo y contraproducente censurarlo.
Es mas, leerlo para comprender cómo seguir los dictados de un cuñao cargado de odio puede llevar a una nación al desastre debería de ser objeto de reflexión , analisis y estudio didáctico accesible a todo el mundo.

Porque el mensaje de Hitler es básicamente agitador y emocional....contraponer lo que supone dejase llevar por ese modo de pensar en lugar de por la razón, y las consecuencias que debieron de pagar los alemanes por ello, es una lección tremendamente didáctica que no se les debería de sustraer a nadie.

saludos
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Atila
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Atila »

Has leido el Mein Kampf? En la parte histórica dice muchas verdades.

PD: Pérez Reverte es un soplapollas! :facepalm:
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por gálvez »

Si

Dice una amplia gama de cuñadeces

PD.Si , lo es.
Pero en este caso tiene razón.


saludos
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Atila »

Pérez Reverte, además de esto:

"Y para hacer mi trabajo, para llegar donde debía llegar y narrar las tragedias y el horror que presenciaba, tuve que hacer muchas cosas poco ortodoxas. Mentí, soborné, transgredí leyes de todos los países en todos los idiomas posibles, me relacioné con gente infecta, con asesinos, con narcotraficantes. No podía decirle a un tipo: «Como usted es un torturador y un criminal no le doy la mano», porque entonces ese fulano me mataba, o me daba un culatazo, o se negaba a hablar conmigo; y yo me quedaba sin saber lo que necesitaba saber, o ver lo que precisaba ver. Sin el testimonio directo del mal. Sin el conocimiento de la condición humana, tan necesario para comprender las cosas que ocurren; conocimiento con el que entonces hacía reportajes y hoy escribo novelas."

Que muestra su grado de hijoputez, ha escrito chorradas del (y relacionadas) con el Mein Kampf.

Saludos!
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por gálvez »

¿Donde está el problema?...Perez Reverte reconoce que ha tenido estómago para relacionarse con gente así. ¿Y?No lo veo tan grave Atila....sería un hipócrita si me escandalziase, ya que casi toda la lista de cosas que ha puesto ahí Reverte también las he hecho yo.

No creo que Reverte presuma de sus altos principios morales, el es consciente de que es un hijo de puta, porque no se puede ser reportero de guerra sin serlo.

Pero en la hijoputez exiten grados, y evidentemente no es lo mismo darle la mano a un asesino que ser un asesino. Seguramente no es decoroso, pero desde luego que no es lo mismo. Es mas, el haber bregado con inmensos hijos de puta es precisamente lo que te da cualificación para poder identificarlos y ponerlos en valor lo hijosdeputa que son.

Creo haber contado que una vez coincidí en el autobús con un terrorista de ETA recien salido de la cárcel....en su momento no tenía ni puta idea de quien era, pero pude saber que era un asesino, y bastante hijoputa por cierto, simplmeente por mirarlo(y por cómo miraba) . Luego lo comprobé y efectivamente era el carnicero de MOndragón.

Si no hubiese bregado con gente así Atila, no me habríoa coscado en absoluto.
Así que si Reverte te dice que Hitler era un inmenso hijo de Puta,hazle caso que tiene mas experiencia que tú.

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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Atila »

"Blanquear" a hijos de puta no es ningún mérito, lo haga quien lo haga, no creo que Pérez Reverte dijese, "se que eres un asesino hijo de puta, pero necesito que me informes"... (de lo que sea) …

Y no, Hitler no fué ningún "hijo de puta", la inmensa mayoría de sus allegados sólo tenian buenas palabras sobre Hitler. Pérez Reverte no tiene (lógicamente) ninguna experiencia sobre Hitler, sólo se basa en chorradas ("políticamente correctas") que ha leido.
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por gálvez »

No, Atila, que una persona sea de caracter afable con sus allegados no quita que fuese un hijodeputa.
Hay asesinos en serie magníficos padres de familia y amorosos esposos.

Y me soprende que uses un término tan progre cómo blanquear a alguien , para a continuación pasar a hablar lo buena gente que era Adolf.

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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Atila »

Para ti Hitler fué malo y para mi fué bueno, la discusión no da para más!

Saludos!
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Shaiapouf
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por Shaiapouf »

A ver, que no se trata de que Hitler fuese malo o bueno, eso en política y sobre todo historia, queda en un segundo campo.

Lo importante es saber si Hitler hizo bien o mal las cosas.

Pues viendo el resultado: PÉSIMAS

Económicamente su modelo fue un desastre que dejó en bancarrota las arcas del Estado y que los llevó a adelantar sus planes de conquista a raíz de la imperiosa necesidad de recursos.

Militarme no fueron capaces de cumplir su objetivo en la URSS, y encima a Hitler y todo su círculo, les faltó cojones para defender su país.

Iraquíes, afganos, vietnamitas y soviéticos han resistido con mucha mayor entereza... eso en lugar de pegarse el tiro, huir a Sudamérica o cambiarse de bando.

Vamos, que militarmente los nazis no fueron ni son ejemplo en el mundo.
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gálvez
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Re: 75 años del suicidio del hijo de puta Hitler, el gran exterminador

Mensaje por gálvez »

Lo que a mi mas me sorprendió de los nazis eran lo caóticos que eran. La Wermatch tendrá muy buena fama de disciplinada , organizada y demás, y el pueblo alemán de concienzudo y organizado.

Pero la verdad es que organizativamente la Alemania nazi era el coño de la Bernarda.

Hitler aplicaba entre sus colaboradores el divide y vencerás y los tenía a todos entretenidos en juegos de poder y contrapoder con un entramado de instituciones y organismo estatales y militares que se solapaban y competían pero no colaboraban, no compartían información....aquello era un follón.

Por ejemplo los resultados de la industria militar fueron muy poco eficientes....hasta que lo pilló alguien competente cómo Speer, al que finalmente Hitler dio plenos poderes no dio resultados satisfactorios, pero ya era demasiado tarde. Por ejemplo las cifras de producción de armamento repuntaron en el 44 cuando ya habían perdido muchos territorios y recursos y llovían bombardeos contra las industrias....lo que contrasta con los pobres resultados cuando tenían el viento a favor.Lo que demuestra que el Reich era altamente ineficiente desde el punto de vista organizativo.

saludos
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