España se dirige al abismo y a nadie parece importarle. Por Tomás García Madrid.

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Atila
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España se dirige al abismo y a nadie parece importarle. Por Tomás García Madrid.

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España se dirige al abismo y a nadie parece importarle. Por Tomás García Madrid.

2019-12-17 05:35:00 • 6: 11 minutos.

Reconozco que cuando el pasado 12 de noviembre Sánchez e Iglesias anunciaron su acuerdo para formar un gobierno de coalición no me lo creí, y eso antes de ser consciente de que además necesitaban el apoyo de los partidos golpistas y terroristas más visceralmente enemigos de España. Me pareció que algo tan desastroso, tan destructivo para los intereses de España y de los españoles, simplemente no podía ocurrir, que era solo una estrategia del trilero de Sánchez para obligar al Partido Popular y a lo que queda de Ciudadanos a negociar un acuerdo de investidura en condiciones favorables para el PSOE. Sin embargo, van pasando las semanas, se van conociendo con cuentagotas las inauditas cesiones de Sánchez, se van traspasando líneas rojas que hace pocos años, incluso pocos meses, parecía inimaginable que se pudiera ni siquiera plantear y lo que parecía una broma macabra o una pesadilla de las que se acaban cuando te despiertas se ha convertido en una posibilidad más que real y, lo que es peor, sin que nadie o casi nadie parezca darle la importancia que tiene y –mucho menos– que haga algo tangible y eficaz para impedirlo.


Sí es cierto que algunos pocos medios de comunicación, los últimos de Filipinas que no están a sueldo de las fuerzas del mal, han levantado la voz contra el apoyo de los republicanos golpistas de ERC y de los terroristas de Bildu/ETA, como si ese fuera el único peligro del nuevo Frente Popular que está organizando Sánchez. Es indudable que ese es el peligro más tangible y más inminente, pues llevará por un lado a facilitar que el golpe de Estado continuado que se está produciendo en Cataluña progrese sin oposición hacia la independencia y, por otro, a que los bilduetarras consigan sus objetivos de hacer borrón y cuenta nueva con las atrocidades cometidas en 45 años de terrorismo, la anexión definitiva de Navarra, la desaparición del Estado de las provincias Vascongadas (como ha desaparecido de Cataluña) y, a medio plazo, la independencia. Pero esas, siendo gravísimas, no son –ni mucho menos– las únicas consecuencias dramáticas y probablemente irreversibles del escenario que se nos viene encima.
Aun ignorando todo lo anterior, si fuera posible, las consecuencias de un gobierno entre socialistas “sanchistas” y comunistas bolivariamos para lo que quede de España son demoledoras. No estoy pensando solo en las políticas económicas demostradamente fracasadas, que nos llevarán a un empobrecimiento general y a la ruina de muchas familias, empresas y autónomos, una desgracia evitable pero de la que nos podríamos recuperar, como ha pasado en otras ocasiones. Estoy pensando en actuaciones de más largo alcance, si cabe, y en muchos casos irreversibles: modelo educativo (que se vayan despidiendo los padres no ya de decidir sino de intervenir en la educación de los hijos); ideología de género, incluyendo la intoxicación sexual en las escuelas y el fomento del feminismo radical, la homosexualidad y tantas otras aberraciones; manipulación de la historia (la actual y nefasta Ley de Mentira Histórica es solo el principio, aunque cueste creerlo); restricción sistemática y progresiva de las libertades individuales, aún en los actos más cotidianos de nuestra vida, como ya está pasando; laicismo exacerbado y persecución implacable a los católicos; ataques a la familia; aborto (si es que se puede retroceder aún más en este genocidio silencioso y aceptado por muchos); eutanasia; inmigración masiva y dirigida a destruir nuestra cultura, nuestra tradición y –en definitiva– nuestra forma de vida; suicidio demográfico (nuestra sociedad se muere poco a poco, sin que a nadie parezca importarle ni haga nada por evitarlo); y tantas otras cosas incluyendo, por supuesto, el acoso y derribo de la Monarquía, a la que han empezado por ningunear y a la que terminarán por derrocar más pronto que tarde, si no lo impedimos, llevándonos a una república socialista versión siglo XXI.

Me dirán ustedes que, si todo eso llegara a pasar, el pueblo español reaccionará y se forzarán (¿cómo?) unas nuevas elecciones para expulsar a esta gentuza y reconducir las cosas. Puede ser (Dios lo quiera), pero no lo creo. Por un lado, si ese gobierno bolchevique llegara a formarse, tomarán inmediatamente el control de todas las instituciones del Estado, al más puro estilo estalinista. No hablamos solo del poder ejecutivo, o de los medios de comunicación del Estado, hablamos del poder judicial (ya han avanzado mucho en ello), de la Fiscalía General del Estado (eso ya lo han conseguido), de la Junta Electoral Central, del Tribunal de Cuentas, etc., etc., de modo que, saltándose si hace falta toda la legalidad vigente, el día que Sánchez se instale en Moncloa de la mano de Iglesias hay un riesgo elevado de que la única manera de echarlo sea, de nuevo, a tiros. Y si no fuera así, si la situación que describo fuera solo producto de mi imaginación y de mi preocupación por el futuro de España y algún día volviera a gobernar esa derecha cobarde que todavía ocupa el puesto de primer partido de la oposición ocurrirá lo de siempre: pararán el proceso de demolición, pero no reconstruirán nada de lo demolido, no darán ni un paso atrás en el camino hacia el precipicio; es lo que ha pasado cuando el PP ha gobernado en España, y es lo que ha pasado en la gran mayoría de los ayuntamientos y gobiernos de comunidades autónomas cuando el PP ha pasado a gobernar después de una etapa de gobierno socialista, comunista o nacionalista/independentista/terrorista.
¿Se pude hacer algo para evitarlo? Si, yo creo que si, pero exige que todos los que algo pueden hacer olviden intereses personales o de partido a corto plazo, se hagan cargo de la coyuntura histórica a la que nos enfrentamos y tomen los riesgos que la situación demanda.
En primer lugar, el Rey no puede seguir asistiendo, aparentemente como un espectador con el que no va la cosa, a la destrucción de España y de la propia institución que él representa. La pasada semana, en un acto increíble de irresponsabilidad, encargó la formación de gobierno a Sánchez, sin haber cumplido el mandato constitucional de reunirse con los representantes de todos los partidos con representación parlamentaria (aunque sea porque algunos se han negado a reunirse con él, en un enorme acto de deslealtad institucional y constitucional al que no se ha dado importancia); no lo debería haber hecho, pero ya que lo ha hecho, en este entorno en el que todo el mundo se salta la Ley cuando le conviene, que interpreta la Constitución como mejor le va y que todo vale, debería buscar cualquier excusa o artimaña legal (o no tan legal) para revocar ese mandato y forzar unas nuevas elecciones. No lo va a hacer, le faltan agallas y, probablemente, confiará en poder seguir “borboneando” (es decir, traicionando a España) para aguantar en el Trono.

A continuación, los tres partidos que están a la derecha del PSOE, empezando por el Partido Popular. Parece mentira que, en un momento en el que nos estamos jugando el “ser o no ser” de nuestra Nación tal como la conocemos, el PP siga haciendo cálculos electorales y pensando en las próximas elecciones. Es ridículo, si no fuera tan grave, que el Sr. Casado siga quejándose de que Sánchez no le ha devuelto la llamada que le hizo el 10 de noviembre, o de que está faltando al respeto a un partido con 89 diputados. El PP tiene que hacer lo que haga falta para evitar que el Frente Popular 2.0 llegue al Gobierno, incluso facilitar la investidura de Sánchez con su abstención, la de Cs y la de Vox (sí, he dicho la de Vox) para que forme un gobierno en minoría sin hipotecarse con comunistas, golpistas y terroristas, aunque ello suponga –en un caso extremo– el final de la carrera política de sus actuales dirigentes o la desaparición del propio partido. Hay todavía algunos personajes con elevado peso específico dentro del PSOE (González, Guerra, García Page, Lamban, Diaz,…) y con algún grado de control sobre ciertas partes del aparato del partido y sobre una parte relevante de los diputados que se han manifestado en contra de los propósitos de Sánchez; el PP no solo no debe atacar a esos “críticos” dentro del PSOE, sino buscar la fórmula de apoyarlos o aliarse con ellos para evitar lo peor, cediendo en lo que haga falta: cualquier cosa mejor que lo que se nos viene encima. No creo que lo estén haciendo, siguen primando los intereses del aparato del partido y de los barones autonómicos que solo quiere conservar su poltrona y a los que, en muchos casos, el futuro de España les preocupa muy poco más que a Sánchez y sus futuros socios.

La solución no es fácil, no hace falta decirlo, pero lo que me parece evidente es que el resto de los españoles, desde el Rey hasta el último de los ciudadanos que se resiste a tirar por la borda la obra de muchas generaciones, pasando por el Ejercito (o lo que queda de él) y por los representantes de la sociedad civil (si es que queda sociedad civil), no podemos asistir impasibles a lo que está pasando y ante situaciones que nunca habíamos imaginado que se podrían llegar a dar debemos hacer cosas que nunca imaginamos que tendríamos que hacer.


Tomás García Madrid
Tomás García Madrid es católico, padre de familia y español, además de ingeniero de caminos, canales y puertos. Ha ocupado cargos directivos en numerosas empresas durante años y en la actualidad es consultor y articulista aficionado y sin complejos. Es miembro del Patronato de la Fundación Nacional Francisco Franco.
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Re: España se dirige al abismo y a nadie parece importarle. Por Tomás García Madrid.

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Basta con leer: "Es miembro del Patronato de la Fundación Nacional Francisco Franco."
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Atila
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Re: España se dirige al abismo y a nadie parece importarle. Por Tomás García Madrid.

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Para tu información, 2+2=4 lo diga quien lo diga!
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Re: España se dirige al abismo y a nadie parece importarle. Por Tomás García Madrid.

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Eso es relativo:

también: 2+2 = 22

:juas
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Re: España se dirige al abismo y a nadie parece importarle. Por Tomás García Madrid.

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Frente al abismo, por Jaime Alonso.

18 de diciembre de 2019 por Redacción FNFF.

Con menosprecio de la lógica; de la historia, que de manera cíclica aparece cuando repetimos errores del pasado; de la política, como arte de lo posible; de la razón, como fundamento de la civitas; de la Ley, como principio rector de todo lo anterior; de la persuasión, como forma de influir en las actitudes, motivaciones y comportamientos; de la coacción, como uso de la fuerza física o psíquica para imponer a alguien lo que tiene que decir o hacer en contra de su voluntad; nos estamos acercando inconscientes o no, al abismo, hasta el punto de visualizarlo con nitidez en Cataluña en esta semana, que no puede llamarse trágica, como la de 1917, porqué milagrosamente no hubo muertos. Pero los habrá, y no pocos, si seguimos empeñados en no desactivar las causas que motivan la rebelión, y nos aplicamos a justificar o condenar sus efectos con la frivolidad o tibieza de un mal padre de familia. La actitud del ministro del Interior, ex juez, de amenazar a los violentos y sus instigadores, con el código penal, o sea, con la aplicación de la ley, algo ineludible en cualquier estado de derecho que se precie e inexcusable ante esas conductas, es lo más grotesco y vergonzoso que puede transmitirse a la sociedad y que más motiva a los rebeldes, pues significa que dependerá del grado de chantaje y violencia, el que el estado aplique la ley o abdique de ella, como viene haciéndose hasta ahora. De ahí que la radicalidad violenta se haya frenado bruscamente, en proporción inversa al hartazgo de la ciudadanía española, no a la aplicación por parte del estado de la violencia proporcional y necesaria para proteger a la sociedad pacifica, sus derechos y sus bienes.
La formula política vigente, el régimen reinstaurado en 1978 cada día ser parece más la fenecida, no precisamente de manera gloriosa, II República, por lo que hace tiempo que ha entrado en crisis sistémica por su incapacidad para resolver los problemas esenciales de España, su cohesión interna, desarrollo económico y proyecto común ilusionante.
A ello debemos añadir la corrupción que, como elemento esencial del sistema, lo inunda todo, sin posibilidad de catarsis. La mentira es la base moral de toda corrupción, y en nuestro sistema se ha incorporado, nada menos, que con rango de Ley: Ley de Memoria Histórica. Y, con ella, pretende y está consiguiendo, adoctrinar a la sociedad y especialmente a la juventud con la finalidad de romper las raíces sociológicas, políticas, morales y económicas que han posibilitado nuestro progreso, con Franco, durante la mitad del siglo XX. Con razón sostenía Jean François Revel “la mayor fuerza de las que mueven el mundo es la mentira”. Pues en España llevamos cuarenta años soportando la mentira institucional sobre la historia y nadie, ninguna institución obligada a impedirlo, se ha tomado el trabajo de desenmascarar la falsedad, con lo que va adquiriendo la autoridad de los verdadero.

El conocimiento de la historia resulta vital para un pueblo, es lo que ha sido, construido, significado y conseguido a través de los tiempos. Es su razón de ser, la cultura que nos identifica, caracteriza y diferencia del resto de los pueblos y naciones. Su legado debe inspirar y aspirar a mejorar el presente y orientar, como experiencia vital, el futuro. La historia es objetiva como aspiración y verdad, ajena totalmente a lo conveniente, coyuntural o político. El estudio y rigor de los expertos dedicados a la historia debe independizarse, como la labor de los jueces, de cualquier juicio de valor predeterminado que pudiera contaminar la investigación. Así, cada generación encontrará, en su legado histórico, motivos para enorgullecerse o lamentarse de los aciertos y errores de nuestros antepasados. Pero no resulta admisible que se legisle contra la verdad histórica por razones políticas, o que se juzgue la historia como si fueran hechos acontecidos en el presente y hubiera posibilidad de defensa. Ortega le daba tanta importancia a la historia que mantenía que el hombre no tiene naturaleza, no tiene esencia, tiene historia: “la razón histórica es más racional que la física, más rigurosa y exigente que ésta”. Pues parece que la derecha o el centro derecha, todavía no se ha enterado de ello.
Una de las razones por la que nos encontramos frente al abismo, es “porque se están borrando las verdades del pasado, para imponer las mentiras del presente”, construyendo o mejor, de construyendo los cimientos de nuestra cultura y civilización, incluyendo el respeto a los muertos. La memoria histórica e histérica que se practica en España y se impone por ley, resulta una aberración para la verdad, el conocimiento y sus fuentes. Es una novela parcial, sesgada, utilitarista y propagandista de una determinada actuación del partido del gobierno (psoe, separatistas y comunistas) que nada tiene que ver con la realidad. Victimiza a quien fue verdugo y convierte en abyecto lo que fue heroico, honesto, limpio, coherente y consecuente. El propósito político de semejante manipulación no puede ser más eficaz como medio de adoctrinamiento y captación de las nuevas generaciones quienes, al no encontrar referentes o asideros en el pasado, mimetiza el presente como el único futuro posible, deseable y mejor. Tal superchería, vendida como verdad, nos alejará del rumbo patrio en nuestros mejores momentos y del conocimiento de las posibles soluciones ante crisis profundas de la identidad nacional. Nos adentramos en la repetición, salvando las distancias, de lo que fue la gobernabilidad de España en el siglo XIX y parte del XX, hasta que llegó Franco y el idealismo regenerador joseantoniano.
El abismo hacia el que nos conduce una política pacata, servil, embustera y cainita, sin aparente o suficiente reacción del pueblo español, tiene unas profundas raíces. Como indicaba Donoso Cortés, detrás de todo conflicto humano, de todo problema político o social, subyace un problema teológico o moral. Y, efectivamente, así es. Lo hemos visto en toda su crudeza en el relativismo moral, en el nihilismo activo, en la desvergüenza generalizada que permitió profanar el cadáver del mejor hombre de España, probablemente, en su historia. Y quienes más le debían, la iglesia, la monarquía, el ejercito y el pueblo español, incluyendo los jueces, le han vuelto la espalda. Su silencio cómplice los incapacita e inhabilita para confiar en un futuro. Platón en su dialogo sobre Las Leyes advertía: “…de cualquiera que esclavizase las leyes poniéndolas bajo el imperio de los hombres, sometiere la ciudad a una facción y despertase la discordia civil, hay que pensar que es el peor enemigo de la polis”. Que el mayor enemigo de la unidad de España, el que nos ha devuelto a las antiguas discordias civiles, el que ha provocado un gasto innecesario convocando nuevas elecciones y que formula todas las recetas para devolvernos de cabeza a la mayor crisis institucional, social y política conocida desde la muerte de Franco, se llama Pedro Sánchez y Partido Socialista Español. De nosotros depende el próximo 10 de noviembre que siga o no, y nadie puede negar que no estaba suficientemente avisado. La ignorancia no será escusa, ni coartada, de la izquierda y de la timorata y cobarde derecha.
Ya no hay tiempo que perder. Puede que las próximas elecciones del 10 de noviembre sean las últimas en que se pueda votar, en relativa libertad, todas las opciones. Tenemos cinco urgencias ineludibles de enfrentar y resolver, si no queremos presenciar la desaparición de nuestra nación milenaria y empobrecido nuestro pueblo: 1) Urgencia de un ideal nacional; 2) Urgencia de terminar con la inmigración ilegal; 3) Urgencia de modificar el sistema territorial autonómico; 4) Urgencia de acabar con la ideología de género y 5) Urgencia de derogar la Ley de Memoria Histórica. En esos cinco pilares se asienta un edificio constitucional carcomido, ruinoso y falaz. Otros asuntos como la modificación de la Ley electoral; la independencia del poder judicial; la enseñanza en el idioma común (política educativa); la seguridad jurídica; la propiedad y empresa; la protección y apoyo al mundo rural; la defensa de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad y el respeto al derecho ajeno, como presupuesto de la libertad, han encontrado en los fundadores de Vox y en cuantos hoy queremos un futuro mejor para España, el banderín de enganche.
El ideal nacional no se forja, no se siente y se extiende entre la ciudadanía, sin el previo conocimiento de nuestra historia; sin fomentar en la enseñanza lo que fuimos, somos y debemos mantener como “voluntad común” en cada generación. En la época visigoda ya se configura un concepto de Hispania, fundamental para la edificación de las Españas medievales, con los tres componentes que confluyen: Un territorio, una entidad política y una historia de fusión del pasado romano con el pueblo godo, cohesionado gracias al factor religioso.
Urgencia de impedir la Inmigración ilegal. La inmigración ilegal es uno de los males de nuestro siglo, fomentado por las mafias de estados fallidos, corrompidos o en guerra que buscan, en nuestro superior medio de vida, acogimiento. La inmigración, en apariencia aceptada como atributo de caridad y solidaridad por el buenismo izquierdista y los tontos útiles de la derecha desnortada, es, en realidad, una imposición del globalismo multicultural destructor de los estados/nación y su cultura, promovida por especuladores sin escrúpulos, como George Soros, instigador de las políticas antisociales y antinacionales (separatismo) llevadas a cabo por Pedro Sánchez. No es casual que inmediatamente de tomar posesión fuera recibido en la Moncloa de manera privada.
Urgencia de modificar el sistema territorial autonómico. Recordarán que la izquierda fundamentó la transición en tres principios que convirtieron en slogan: LIBERTAD, AMNISTIA Y ESTATUTO DE AUTONOMÍA. Pues bien, la configuración del sistema territorial autonómico, reflejado en el titulo VIII de nuestra Constitución y su posterior desarrollo normativo, ha dejado al estado/nación española, vacío de contenido, sin apenas competencias y al socaire de lo que decidan o legislen en cada Reino de Taifa, cada presidente y su mayor o menor lealtad con el conjunto de los españoles.
Urgencia de acabar con la ideología de género. La izquierda, ideología del siglo XIX y fracasada en el siglo XX, destructora de la libertad, la riqueza y la justicia, ha encontrado la forma de sustituir la lucha de clases y el enfrentamiento social con dos proyectos gramscianos de ingeniería social y batalla cultural con la que llegar al poder de manera suave y democrática: La ideología de género y la Ley de Memoria Histórica. La ideología de género supone que: “a iguales delitos, distinta pena”, sólo en virtud del genero de quien comete el delito. Tal aberración discriminatoria, injusta, arbitraria y estrafalaria ha sido impulsada por la izquierda y aceptada por la derecha atolondrada y sin remedio del PP y Ciudadanos.

Urgencia de derogar la Ley de Memoria Histórica. De todas las leyes del nefasto Zapatero, mantenidas por el no menos defraudador y pusilánime Rajoy, la peor de todas es la Ley de Memoria Histórica que, con el pretexto falso e impostado, de reparar heridas, amparar derechos y proteger a quienes sufrieron persecución y muerte en la guerra civil, establece, mediante una ley hemipléjica, sectaria y contra media España, quienes deben ser consideradas victimas y quienes los verdugos. Por ello VOX resulta imprescindible, en esta hora difícil de España. No abdiquemos de nuestro glorioso pasado y sepamos contribuir a mejorar el presente y garantizar un futuro de unidad, libertad, progreso y justicia, sin el cual no habrá otro mañana que el estomagante en el pasado escrito.

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