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Cruda realidad / La policía británica permite a violadores declararse mujeres.
Al final va a ser verdad que hay una conspiración del Patriarcado contra las mujeres, y su última arma -el reconocimiento de los 'transgénero'- es sin duda la más potente. Imagínense pasar por el trauma de ser violada, denunciarlo y cuando va al tribunal se entera de que su agresor es ahora una mujer.
Cada día que pasa tengo más claro que la postmodernidad es un experimento para comprobar hasta qué punto pueden las sociedades tragar disparates de sus élites antes de rebelarse. Si no, no se entienden cosas como la última chaladura británica -Gran Bretaña, y especialmente sus fuerzas del orden, está muy avanzada en su proyecto de convertirse en una gigantesco manicomio-, por la que los policías están permitiendo que reos condenados por violación o acusados de este delito se registren oficialmente como mujeres.
Al final va a ser verdad que hay una conspiración mundial del Patriarcado contra las mujeres, y su última arma -el reconocimiento de los ‘transgénero’- es sin duda la más potente de su arsenal. Imaginen lo retorcido del asunto: no solo el Patriarcado pretende que los varones son mejores que nosotras en un montón de actividades, como pasaba en el machismo clásico; ahora pretende, incluso, que los hombres son mejores incluso siendo mujeres. Y lo más divertido de todo es ver a las feministas, tan audaces y combativas en tantos frentes, bajar mansamente la cabeza y aplaudir ante esta soberana tomadura de pelo.
Pero vamos a este caso, que además de disparatado es peligroso. Y el caso es que seis distintas fuerzas de policía británicas permiten ya a los violadores -varones, como no podía ser de otra manera según especifica claramente la ley y dicta el sentido común- registrarse como pertenecientes al sexo femenino. Imagínense pasar por el espantoso trauma de ser violada, denunciarlo, y cuando va al tribunal a declarar se entera de que su agresor es ahora una mujer.
La superintendente de la policía de Kent, Coretta Hine, desgranó sin problemas esta locura oficial en declaraciones al Sunday Times, en palabras que resultan involuntariamente cómicas, como de Alicia en el País de la Maravillas: “Una mujer puede estar bajo investigación o incluso haber sido condenada por una violación que cometió cuando tenía genitales masculinos”. Pobres habitantes de Kent, tener que depender de esta policía para la seguridad de sus calles. “Nuestra policía tramita ahora el caso de tres delincuentes condenados por violación que ahora se autodefinen como mujeres”.
Una de las poquísimas mujeres que se ha atrevido a denunciar esta esperpéntica situación ha sido Nicola Williams, directora del grupo de defensa de los derechos de la mujer Fair Play for Women, quien ha declarado al periódico británico: “No es fácil encontrar un delito más masculino que la violación. Sería extremadamente ofensivo para una mujer que ha sido violada que le digan que su atacante era una mujer cuando claramente es un varón con un pene”. Williams sostiene que, al aceptar el género alegado por los violadores, la policía británica está insultando a las víctimas de violación.
«Han abierto la caja de Pandora, y ahora no hay modo de volver a encerrar dentro a todos los monstruos que han escapado de ella»
Lo gracioso -lo trágico- de este asunto es que Williams habla exactamente como uno espera de quien ha alimentado ese tipo de patrañas, que ahora se vuelve contra ellas y sus ‘representadas’ como un macabro boomerang. HazteOír provocó una reacción violentamente histérica del pensamiento progresista con su sencillo aserto de que los niños tienen pene y las mujeres vagina, y ahora al fin muchas de las feministas que fueron cómplices de este engaño empiezan a sentir sus amargas consecuencias. Porque lo cierto es que no se puede estar al plato y a las tajadas, y si se acepta que el género es un ‘constructo social’ y que hay que aceptar siempre y en todos los casos la declaración de las personas sobre el género al que pertenecen, entonces hay que aceptar exactamente eso que tanto indigna a Williams. De hecho, Fair Play for Women, lamentamos decir, ha sido uno de los muchos grupos feministas que han hecho bandera de este disparate con entusiasmo.
Hace solo unos años, muy pocos, los políticos y autoridades varias estarían dándose codazos por ser los primeros en compartir la indignación de las víctimas de una violación. Pero, como en el caso de las violaciones masivas de Rotherham, que se dejaron continuar tranquilamente durante una década, aquí las víctimas son mucho menos importantes que el principio, sobre todo porque está respaldado por poderosos lobbies que harían la vida muy incómoda a quienes se opusieran a sus demenciales exigencias. Han abierto la caja de Pandora, y ahora no hay modo de volver a encerrar dentro a todos los monstruos que han escapado de ella.
Confidencialmente, amigos abogados de familia me cuentan que es un caso cada vez más frecuente que el marido acusado de malos tratos se declare mujer. Gracias a las benditas leyes de género, no tienen que cambiar absolutamente nada, ni siquiera afeitarse la barba o contar con el dictamen de un experto: basta su declaración, y la Administración está obligada a acatarla y todos los ciudadanos, a respetarla. La razón es muy simple: según la Ley de Violencia de Género, lo de saltarse el principio de presunción de inocencia a la torera solo se aplica a los varones, con lo que los letrados tienen que empezar todo de nuevo y no pueden imponer al acusado lo que podrían cuando era oficialmente varón.
En el caso de criminales condenados, sobre todo los que cumplen condena por delitos sexuales, es especialmente peliagudo, ya que si la ley obliga a considerarles mujeres en todo y para todo en el momento en que se declaran tales, su lugar está en una cárcel de mujeres. ¿Y se imaginan ustedes a un violador en una cárcel de mujeres? Sí, exactamente eso.
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