El Rey, sobre Cataluña: “La Constitución prevalecerá frente a quienes quiebran la convivencia.
El Rey ha intervenido de nuevo en la crisis territorial que afronta España garantizando que la Constitución “prevalecerá sobre cualquier quiebra de la convivencia democrática”. Felipe VI aprovechó su discurso en la entrega de los Premios Nacionales de Cultura 2016, en Cuenca, para salir en defensa de la Ley Fundamental en un momento de máxima emergencia política tras la aprobación en el Parlament de leyes en contra de los letrados para la independencia de Cataluña.
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Es evidente, que España necesita una reforma de la Constitución del 78, empezando por el Titulo II.
No soy aficionado a leer historia de España, entre otras cosas, porque me resulta desagradable al no sentirme reflejado en ella, pues hasta bien entrada la década de los 50 del pasado siglo el pasado de España se caracterizó por cosas como una elevada violencia política, un injusta sociedad de clases, grupos sociales que eran totalmente privados de derechos, injusticias sociales, enormes desigualdades sociales, elevada pobreza hasta el punto de haber sectores sociales que padecían hambre, etc. Pero si uno la ojea mínimamente observa dos cosas. Primea, en España hasta la Guerra Civil siempre ha habido una elevada inestabilidad política, provocada por conflictos entre casas reales y, o pronunciamientos militares. El denominado pretorianismo caracterizo la vida política española, principalmente, durante todo el siglo XIX. Y en el XX, hasta la segunda restauración borbónica, estableciéndose a través de la Constitución de 1978 la forma de gobierno de Monarquía Parlamentaria y restaurándose la democracia. Segunda, España es una realidad política histórica basada en 3 elementos: Castilla y Aragón, el Ejército, y la Monarquía. Ante esos tres elementos, las elites dirigentes periféricas han optado a lo largo de la historia por una de dos posiciones totalmente distintas. Unas, han elegido incrementar su poder local, regional, estrechando vínculos con lo que podríamos llamar el poder central (Castilla y Aragón, Ejercito, y Monarquía). Otras, se han aislado, aceptando su subordinación al poder central como algo inevitable, y en algunos temas útil, buscando sacar de dicha relación el mayor beneficio posible.
Así se ha llegado a la España actual. Un Estado moderno, democrático, incluido en organizaciones internacionales como la UE. Una España en la que la Constitución del 78 reconoce a los ciudadanos un conjunto de derechos y libertades que nunca antes se les había reconocido. Pero era una España demasiado bella y perfecta para ser realidad. Y ha vuelto la inestabilidad política. Elites catalanas reivindican con fuerza su independencia, exigiendo un referéndum secesionista, a lo que lógicamente, el Estado central se opone. Poniéndose así en riesgo la convivencia entre todos los españoles. ¿Por qué ahora? ¿Quién la impulsa? ¿Cuáles son sus principales causas? Si uno lee los ríos de tinta periodística que en los últimos años se han dedicado al crecimiento del independentismo catalán, no llega a ninguna conclusión clara. Los nacionalistas catalanes dicen que el sistema de financiación territorial es muy injusto para Cataluña, cierto. Pero también es cierto que en las últimas décadas, en lo que va de democracia, las elites catalanas han incrementado notablemente su poder económico, aumentando su patrimonio.
La Financiación autonómica, aun siendo injusta para Cataluña, no parece ser motivo suficiente para que las elites nacionalistas catalanas quieran poner en peligro cosas como la estabilidad política, la paz, la convivencia social. Evidentemente tiene que haber otros motivos. Las elites dirigentes españolas no se conforman únicamente con ocupar el rol que ocupan en la sociedad, con incrementar su patrimonio y gobernar, sino que también quieren poder oprimir a otros sectores sociales más desfavorecidos y vulnerables de la sociedad, por ejemplo, impidiéndoles que puedan progresar y cambiar de clase social. Para ello, recurren a instrumentos represores como el Poder Judicial y la Policía y a la utilización del sistema educativo de forma discriminatoria, filtrando quienes deben o no obtener determinadas titulaciones. En la construcción de este ambiente, injusto, antidemocrático, discriminatorio, tiene mucho que ver que España sea una monarquía. La Monarquía, el rol que la Casa Real de Borbón juega en la sociedad española, ocupando de forma hereditaria la Jefatura del Estado, impide un desarrollo democrático pleno de la sociedad española. Quedando reducida la democracia al simple hecho de que los ciudadanos puedan acudir cada cierto tiempo a elegir uno u otro partido político para gobernar. Ganador de las elecciones que gobernara bajo la premisa de rendir pleitesía al Jefe del Estado, al rey Felipe VI. En España, en cierta medida, sigue existiendo un cierto pretorianismo. El general Martínez Campos, con la ayuda del partido liberal-conservador, impulso la restauración borbónica de 1874 dándole el poder al rey Alfonso XII. Cien años después, 1975, otro general, el general Franco, después de casi 40 años de dictadura militar, favoreció que se hiciera con la Jefatura del Estado otra vez un Borbón, el rey Juan Carlos I. En mi modesta opinión, es otra vez la Monarquía la que está poniendo en riesgo la estabilidad política de España y la convivencia pacífica entre los territorios que la constituyen. Son los monárquicos, el conjunto de familias que apoyan al rey Felipe VI y se benefician de que este ocupe la Jefatura del Estado, como bien es conocido, no todos ellas de nacionalidad española, los que sutilmente están impulsando el independentismo en Cataluña, buscando escenificar un pretorianismo moderno, buscando aplicar el artículo 8º de la Constitución para poder hacer una demostración de fuerza militar.
España, debido a los valores que impone la Monarquía, se ha convertido en una democracia en la que los ciudadanos pueden votar para elegir al partido político que deseen que los represente, pero en la que el Estado de derecho está totalmente anulado, se cometen flagrantes e impunes violaciones de los derechos humanos, y hay, como han dado a conocer numerosos medios periodísticos, terrorismo de Estado. Como han dado a conocer números medios periodísticos en España el terrorismo islamista es utilizado para hacer terrorismo de Estado. Sobre este tema las informaciones que difunde el Ministerio de Interior son poco creíbles o simplemente falsas, teniendo como objeto crear una situación de alarma terrorista que justifique nuevos atentados o la aplicación de medidas represivas. En numerosos ámbitos de la vida de los ciudadanos el Estado ha hecho dejación de sus funciones, para que impere el lenguaje de la violencia. Por ejemplo, en el asunto de la ocupación ilegal de viviendas en la que el Estado no actúa, favoreciendo que el asunto lo gestionen grupos de mafiosos, que crean empresas especialidades en desalojos formadas por individuos, la gran mayoría de ellos, implicados en actividades criminales.
A pocos días del 1-O se ha puesto de moda tanto a nivel político como periodístico, decir que España necesita urgentemente una reforma constitucional. Y es evidente que sí. España necesita una reforma Constitucional empezando por el Titulo II, el de la Monarquía. España necesita urgentemente cambiar el rol que el rey Felipe VI juega en la sociedad española. Los valores democráticos son incompatibles como muchos de los valores que impone la Monarquía. Ayer, la sociedad española, era objeto de los abusos que cometían aquellos sectores de la sociedad que apoyaban al principito Felipe, hoy Rey de España, si no cambia nada, mañana habrá que hacer frente a los se desprendan de los antojos de la princesa Leonor. Hay que reformar urgentemente la Constitución, en un Estado democrático no es aceptable que el mando supremo de las Fuerzas Armadas lo ejerza con carácter hereditario una familia, el rey Felipe VI debe renunciar a ostentar el mando del Ejército. No nos equivoquemos el enemigo está en la Zarzuela, es Felipe VI y el conjunto de familias, no todas ellas de nacionalidad española, que le apoyan y se benefician de que ocupe la Jefatura del Estado.