¿Esta noche vas a ver los Goya? ¿ van a apoyar a F. Trueba? ¿ Hay boicot?
Publicado: 04 Feb 2017 19:23
http://www.elmundo.es/cultura/2017/02/0 ... b463c.html
Premios Goya 2017
Los Goya antisistema
Fachada del ministerio de Cultura, donde se encuentran colgados los carteles de las nomi
Si gana 'Tarde para la ira', los académicos coronarán el proyecto más alejado del nuevo sistema de protección del cine, vigente desde 2015Todo sobre los Premios Goya 2017
Probablemente, cuando llegue la enérgica reivindicación de la bajada del IVA, o el discurso de la presidenta, o los llantos de la actriz secundaria que siempre llora... cuando llegue todo, decíamos, ya se habrán dormido. Despertarán y ahí seguirá Dani Rovira con los ojos abiertos. Probablemente se sientan tentados a apagar la tele, pero no podrán. No querrán. Es decir, todo seguirá igual. Y sin embargo, nada es lo mismo. O no debería serlo.Escucharán que ha sido un buen año. Las cifras (un 19% de cuota de mercado y más de 100 millones de recaudación) así lo dicen. Seis películas han superado el millón de espectadores y las cinco nominadas a mejor película vieron su estreno en un festival internacional.
Todo encaja.
Y, sin embargo, si uno consigue despegar el oído del ruido de la fiesta, podrá escuchar que algo chirría. Si finalmente gana, como parece que lo hará, Tarde para la ira, no sólo se alzará con todos los honores una película irreprochable desde cualquier punto de vista. El prodigio de Raúl Arévalo es perfecto hasta en cada una de sus imperfecciones. Que las hay. Además de eso, vencerá una cinta que a su modo es una contestación al sistema de producción tal y como ha sido diseñado hace un año. Por resumirlo mucho, su victoria es el fracaso del modelo ahora vigente en el cine español que tan buenos datos y sensaciones ofrece.
Nos explicamos.Atender a la historia de la producción del debú ante la cámara del antes sólo actor Arévalo es asistir a una carrera de obstáculos. Puro tesón. Hasta el momento, antes de que entrara en vigor la nueva ley a finales de 2015, si un productor quería hacer una película, podía hacerla. Había riesgos, incluido el de ruina, pero estaba en su mano correrlos.Con el nuevo modelo, todo es diferente. Básicamente, y por no aburrirnos más de lo que ya lo haremos en la ceremonia, lo que ha cambiado es la forma de otorgar las subvenciones. Si antes se daba a posteriori en función de la recaudación, ahora se conceden antes de iniciarse el rodaje. Se acabó, para situarnos, el célebre fraude de la taquilla. Eso sí, hay condicionantes. Y todos ellos pasan por el hecho de que la película esté financiada de antemano. ¿Y cómo se consigue esto?, se preguntarán. Copiando a los franceses, aunque sólo sea un poco y no precisamente en lo mejor.Ahora, el dinero se entregaría con los primeros pasos. Pero, y esto es lo relevante, siempre según unos criterios objetivos. De otro modo, no se vuelve al sistema antiguo y tan peligroso de una comisión que evalúe los expedientes.
Tampoco se deja todo en manos del público que sancione con el éxito o el fracaso el ser digno de una subvención, condición previa para el crédito de marras. ¿Y qué criterios son éstos? Más resumido aún: el sistema que se arbitra es automático y prima, fundamentalmente, la viabilidad en términos económicos (las producciones comerciales deberán demostrar que tienen el 40% del coste financiado); la difusión del proyecto (deberá acreditarse que la película será debidamente distribuida); el compromiso del productor con la promoción (un 15% del presupuesto deberá estar destinado a copias y publicidad), y el historial de la productora (concurso en festivales por ejemplo). Y una cosa más: todo lo anterior es por concurso.
Es decir, el dinero que disponga el Ministerio en los presupuestos se lo disputarán anualmente los competidores. No hay más. Y ahora la pregunta: ¿Quién garantiza todo lo anterior? Respuesta: las televisiones. De facto, ya el modelo antiguo (aún vigente durante los dos años próximos, puesto que ésa es la demora de los pagos atrasados) dependía de la inversión de las teles. Pero, vuelta a Tarde para la ira, siempre quedaba la opción del riesgo. Ahora no. Arévalo y su productora Beatriz Bodegas sólo recibieron negativas. En un lado y otro. Tampoco hay tantas teles a las que el Estado obligue a invertir un porcentaje de sus beneficios en cine. Sólo hay dos. Y eso es así porque la tele pública cada vez está más desaparecida, hundida como está en su eterno laberinto.Nada que objetar. Son muchas las propuestas y necesariamente pocos los elegidos. Pero, como decíamos, el dinero es finito y sin garantía de financiación no hay película. Es decir, se hace lo que digan las teles.
De momento, y sin una ley de desgravaciones fiscales con garantías, no hay más recursos. El problema es que el sistema, como siempre, genera efectos perversos. No son pocos los directores que cuentan que las televisiones, conscientes de su poder, no se limitan a aceptar un proyecto y rechazar otro. Además, amoldan a lo que consideran sus criterios (casi siempre comerciales) los guiones que reciben.El cine español (el que cuenta con cierto dinero, no el 'pequeño' para el que el Ministerio reserva un testimonial 15% del presupuesto) corre el serio riesgo de estandarizarse, de plegarse a las exigencias de, básicamente, dos cabeceras: Telecinco Cinema y Atresmedia. Y eso, nos pongamos como nos pongamos, no es bueno. Quizá no es del todo malo, pero no es lo ideal.A nadie se le escapa que Arévalo y Bodegas tenían clara la película que querían hacer y contra viento, marea y los consejos ajenos, la sacaron adelante. Y lo hicieron sin los buques insignias de las teles privadas y con el siempre tibio apoyo de TVE.Y, con toda seguridad, eso es lo que acaben votando los académicos. O parte de ellos. Tarde para la ira no es sólo una irrefutable lectura de las claves del 'thriller', además es la película que nadie esperaba.
A su manera, y sin exagerar, es la cinta antisistema. Con el nuevo modelo vigente, no se debería haber hecho. Pero se hizo. Y, pase lo que pase, ha ganado. Y ahora, quizá, es el momento de reflexionar. Feliz aburrimiento.
El desempate de Rovira
La incógnita de la gala es hacia qué lado romperá el empate Dani Rovira. Si la primera vez que presentó los Goya al calor del éxito de 8 apellidos vascossorprendió pese a lo plomizo de lo que se cocía a su alredor, la segunda rozó él solo el desastre.
¿Qué ocurrirá en la tercera? Lo prometido para una ceremonia dirigida por Juan Luis Iborra y con guión del propio Rovira, Sonia Gómez, J. J.Vaquero e Iñaki Urrutia es austeridad. Nada de referencias políticas (la Academia se ha esforzado en vender normalidad con el Ministerio en los días previos), nada de números musicales (aunque habrá música en directo por primera vez) y la mayor agilidad posible en una cita que siempre roza lo eterno.
De momento, lo que se sabe no augura nada bueno. La programación coloca en la una de la madrugada el final y la alfombra roja, tras la protesta del año pasado de los guionistas, durará tres horas. Repetimos: tres horas. Por detrás, habrá que estar atentos a si Mediaset cumple su promesa de boicot (sus compromisos publicitarios con la casa Puig hace incompatible el apoyo a un acto patrocinado por Saphir). Y así. Hagan apuestas: Rovira sí/ Rovira no.
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Fachada del ministerio de Cultura, donde se encuentran colgados los carteles de las nomi
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Probablemente, cuando llegue la enérgica reivindicación de la bajada del IVA, o el discurso de la presidenta, o los llantos de la actriz secundaria que siempre llora... cuando llegue todo, decíamos, ya se habrán dormido. Despertarán y ahí seguirá Dani Rovira con los ojos abiertos. Probablemente se sientan tentados a apagar la tele, pero no podrán. No querrán. Es decir, todo seguirá igual. Y sin embargo, nada es lo mismo. O no debería serlo.Escucharán que ha sido un buen año. Las cifras (un 19% de cuota de mercado y más de 100 millones de recaudación) así lo dicen. Seis películas han superado el millón de espectadores y las cinco nominadas a mejor película vieron su estreno en un festival internacional.
Todo encaja.
Y, sin embargo, si uno consigue despegar el oído del ruido de la fiesta, podrá escuchar que algo chirría. Si finalmente gana, como parece que lo hará, Tarde para la ira, no sólo se alzará con todos los honores una película irreprochable desde cualquier punto de vista. El prodigio de Raúl Arévalo es perfecto hasta en cada una de sus imperfecciones. Que las hay. Además de eso, vencerá una cinta que a su modo es una contestación al sistema de producción tal y como ha sido diseñado hace un año. Por resumirlo mucho, su victoria es el fracaso del modelo ahora vigente en el cine español que tan buenos datos y sensaciones ofrece.
Nos explicamos.Atender a la historia de la producción del debú ante la cámara del antes sólo actor Arévalo es asistir a una carrera de obstáculos. Puro tesón. Hasta el momento, antes de que entrara en vigor la nueva ley a finales de 2015, si un productor quería hacer una película, podía hacerla. Había riesgos, incluido el de ruina, pero estaba en su mano correrlos.Con el nuevo modelo, todo es diferente. Básicamente, y por no aburrirnos más de lo que ya lo haremos en la ceremonia, lo que ha cambiado es la forma de otorgar las subvenciones. Si antes se daba a posteriori en función de la recaudación, ahora se conceden antes de iniciarse el rodaje. Se acabó, para situarnos, el célebre fraude de la taquilla. Eso sí, hay condicionantes. Y todos ellos pasan por el hecho de que la película esté financiada de antemano. ¿Y cómo se consigue esto?, se preguntarán. Copiando a los franceses, aunque sólo sea un poco y no precisamente en lo mejor.Ahora, el dinero se entregaría con los primeros pasos. Pero, y esto es lo relevante, siempre según unos criterios objetivos. De otro modo, no se vuelve al sistema antiguo y tan peligroso de una comisión que evalúe los expedientes.
Tampoco se deja todo en manos del público que sancione con el éxito o el fracaso el ser digno de una subvención, condición previa para el crédito de marras. ¿Y qué criterios son éstos? Más resumido aún: el sistema que se arbitra es automático y prima, fundamentalmente, la viabilidad en términos económicos (las producciones comerciales deberán demostrar que tienen el 40% del coste financiado); la difusión del proyecto (deberá acreditarse que la película será debidamente distribuida); el compromiso del productor con la promoción (un 15% del presupuesto deberá estar destinado a copias y publicidad), y el historial de la productora (concurso en festivales por ejemplo). Y una cosa más: todo lo anterior es por concurso.
Es decir, el dinero que disponga el Ministerio en los presupuestos se lo disputarán anualmente los competidores. No hay más. Y ahora la pregunta: ¿Quién garantiza todo lo anterior? Respuesta: las televisiones. De facto, ya el modelo antiguo (aún vigente durante los dos años próximos, puesto que ésa es la demora de los pagos atrasados) dependía de la inversión de las teles. Pero, vuelta a Tarde para la ira, siempre quedaba la opción del riesgo. Ahora no. Arévalo y su productora Beatriz Bodegas sólo recibieron negativas. En un lado y otro. Tampoco hay tantas teles a las que el Estado obligue a invertir un porcentaje de sus beneficios en cine. Sólo hay dos. Y eso es así porque la tele pública cada vez está más desaparecida, hundida como está en su eterno laberinto.Nada que objetar. Son muchas las propuestas y necesariamente pocos los elegidos. Pero, como decíamos, el dinero es finito y sin garantía de financiación no hay película. Es decir, se hace lo que digan las teles.
De momento, y sin una ley de desgravaciones fiscales con garantías, no hay más recursos. El problema es que el sistema, como siempre, genera efectos perversos. No son pocos los directores que cuentan que las televisiones, conscientes de su poder, no se limitan a aceptar un proyecto y rechazar otro. Además, amoldan a lo que consideran sus criterios (casi siempre comerciales) los guiones que reciben.El cine español (el que cuenta con cierto dinero, no el 'pequeño' para el que el Ministerio reserva un testimonial 15% del presupuesto) corre el serio riesgo de estandarizarse, de plegarse a las exigencias de, básicamente, dos cabeceras: Telecinco Cinema y Atresmedia. Y eso, nos pongamos como nos pongamos, no es bueno. Quizá no es del todo malo, pero no es lo ideal.A nadie se le escapa que Arévalo y Bodegas tenían clara la película que querían hacer y contra viento, marea y los consejos ajenos, la sacaron adelante. Y lo hicieron sin los buques insignias de las teles privadas y con el siempre tibio apoyo de TVE.Y, con toda seguridad, eso es lo que acaben votando los académicos. O parte de ellos. Tarde para la ira no es sólo una irrefutable lectura de las claves del 'thriller', además es la película que nadie esperaba.
A su manera, y sin exagerar, es la cinta antisistema. Con el nuevo modelo vigente, no se debería haber hecho. Pero se hizo. Y, pase lo que pase, ha ganado. Y ahora, quizá, es el momento de reflexionar. Feliz aburrimiento.
El desempate de Rovira
La incógnita de la gala es hacia qué lado romperá el empate Dani Rovira. Si la primera vez que presentó los Goya al calor del éxito de 8 apellidos vascossorprendió pese a lo plomizo de lo que se cocía a su alredor, la segunda rozó él solo el desastre.
¿Qué ocurrirá en la tercera? Lo prometido para una ceremonia dirigida por Juan Luis Iborra y con guión del propio Rovira, Sonia Gómez, J. J.Vaquero e Iñaki Urrutia es austeridad. Nada de referencias políticas (la Academia se ha esforzado en vender normalidad con el Ministerio en los días previos), nada de números musicales (aunque habrá música en directo por primera vez) y la mayor agilidad posible en una cita que siempre roza lo eterno.
De momento, lo que se sabe no augura nada bueno. La programación coloca en la una de la madrugada el final y la alfombra roja, tras la protesta del año pasado de los guionistas, durará tres horas. Repetimos: tres horas. Por detrás, habrá que estar atentos a si Mediaset cumple su promesa de boicot (sus compromisos publicitarios con la casa Puig hace incompatible el apoyo a un acto patrocinado por Saphir). Y así. Hagan apuestas: Rovira sí/ Rovira no.
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