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Era fácil prever la reacción que la Brunete mediática del deporte español iba a tener a las ya de por sí leves insinuaciones sobre la relación entre Pau Gasol, icono de España a la altura de Cervantes o Agustina de Aragón, con el médico Nicolás Terrados; que no tienen nada de delito: ni decirlo, ni que Gasol acuda, con lo grande que es el orbe, a la consulta de un médico con un pasado virilmente caracterizado por su enhiesta afirmación de la mejora del rendimiento deportivo. Pero así estamos. Vivimos en un régimen en el que el deporte es intocable, y donde las dudas se tienen que quedar en el fuero interno de cada uno, so pena de vilipendio, ser tachado de “envidioso”, o cosas peores.
Marca, el periódico para iletrados y gente vulgar que sale todos los días, el mismo donde en enero de este año un biógrafo de Gasol coló al final la relación de su Amado Ídolo con Terrados, ha llegado a publicar, dentro de una noticia que se solo se puede tildar de práctica mafiosa, que lo del exmédico de la ONCE y Gasol es una
"supuesta relación". El País, por su parte, ha dejado el peso del asunto a Iturriaga, conocido humorista
que viene a concluir que "lo que no da positivo, no es dopaje". Lo pueden leer aquí, aunque su lugar natural es la taza del váter.
Válgame Dios vincular el Inmaculado Nombre de Pau Gasol con las Sagradas Formas del Dopaje y sus Máximos Apóstoles. No, no y no.
Ya lo hizo el Marca. No es un invento francés, cuya autoría y creatividad se limitan a la guillotina y el macramé: lo publicó el mismo periódico que ahora habla de “supuesta relación”. Andan los fans del baloncanasta muy indignados, y no tienen por qué. Les explico:
Con el tono didáctico, y el ánimo constructivo que siempre han inspirado este espacio, ofrezco a los aficionados del deporte de los pasos, los dobles, las personales y los “tiempos muertos” -siempre me ha encantado esa expresión: refleja mucho- una sucinta biografia de Nicolás Terrados Cepeda, de profesión médico deportivo. Solo requiere el esfuerzo de leer un poquito, y poner un poco de cada uno: es un consejo que también sirve a la hora de firmar preferentes, hipotecas o contratos matrimoniales, que tanto tienen de ilusión y credulidad en el momento de la firma, y de los que después solo quedan las obligaciones.
Nacido en 1958 en un pueblo de Jaén, entonces y ahora uno de los sitios más pobres de España y, por tanto, de Europa, Nicolás Terrados estudió Medicina en la Universidad de Oviedo en los años de la Transición, y ya en 1982 hacía su primera estancia de especialización en Copenhague, concretamente en Fisiología del Ejercicio y Medicina Deportiva. 15 meses enlazados, en sucesión de continuidad casi perfecta, con otros 9 meses en el Instituto Karolinska de Estocolmo, institución donde volvería a realizar estancias en los años sucesivos.
Era una joven estrella de la por entonces naciente disciplina de la medicina deportiva, a la que tantos esfuerzos dedicaría nuestra nación,detrayéndolos de otros asuntos más perentorios. 1985, y el joven Terrados de 27 años ya hacía sus primeras publicaciones científicas (de efectos de la altitud en el rendimiento, de traumatología), además de obtener premios y reconocimiento a su labor. ¿Se orientaba su carrera hacia el mundo académico? ¡No! ¡Los hados habían escogido otro camino para el médico jienense! O quizás él mismo.
Es sumamente indicativo que en 1984 obtuviese su puestín, por usar el habla y la mentalidad subyacente de la zona donde ha pasado gran parte de su vida. Esto es: nada más salido de la Facultad, Terrados Cepeda se presentó a una de los primeros concursos que hubo en España para la plaza de Médico deportivo municipal.Mu-ni-ci-pal. Es de una bizarría digna de destacar, y gran parte por la ciudad. En esa época la ciudad de Avilés vivía inmersa en lo más crudo de la crisis que ya dura 30 años, esa consustancial a los lugares y regiones que basaron su crecimiento en el carbón y el acero.
Avilés en 1984 era un estercolero: la ría era negra, las chimeneas del inmenso complejo siderúrgico vomitaban escoria tóxica al cielo las 24 horas, las jeringuillas estaban clavadas en los árboles y en las puertas de madera de su ruinoso centro histórico, el tráfico pesado atravesaba la ciudad de este a oeste, justo en el centro había un descampado inmenso que ríase usted de los de Valencia, los gitanos vivían en chabolas de uralita al lado de la vía de tren y había pecios de barcos semihundidos. Ahí fue donde se quiso instalar Terrados: el puestín, aunque siempre viviría en Oviedo. ¿Por qué una ciudad con miles de necesidades básicas más importante y en plena crisis de reconversión industrial convoca una plaza así? Ni idea, pero seguro que estará relacionado con lo de deporte es salud, en una ciudad con unos índices de contaminación industrial dignos de la Unión Soviética, y donde la heroína acabó con toda una generación.
Con la retaguardia asegurada, a la manera que haría un político, ya se pudo dedicar a lo que le interesaba: el deporte práctico y no teórico. Antiguo jugador de baloncesto -conserva un buen porte aún cuando esta ya frisando los sesenta años-, se iba por ahí de estancias y otras cosas. Miembro de la Comisión Médica de la Federación Española de Ciclismo en 1986 y 1987, se va con ellos un mes al Mundial de Colorado Springs, aprovechando una estancia en el Centro de Entrenamiento Olímpico Americano situado en la misma localidad, uno de los tantos centros de dopaje de carácter nacional que proliferaron en esa década de la lucha final contra el comunismo, también en su vertiente deportiva.
Era normal que nuestra Nación (la más antigua de la Tierra, recuerden) foguease a las jóvenes estrellas de la medicina deportiva, una disciplina en calzoncillos, con estancias en países más avanzados, para que aprendiesen, copiasen y aplicasen lo que, sin duda, cada una de esas Naciones Extranjeras ya aplicaba en sus cobayas. Eufemiano Fuentes, tres años mayor que Terrados,
había estado en la RDA aprendiendo. Por las mismas fechas. Pagado con el dinero de todos. [Baloncestistas: no os perdais el enlace. Es una lectura dentro de una lectura, pero os ruego el esfuerzo]
El 17 de octubre de 1986 sucedió la noticia que iba a cambiar la vida del jienense y el canario: el falangista Samaranch, a la sazón presidente del COI, autoconcedía la organización de los JJ.OO de 1992 a su ciudad, Barcelona. Comenzaba así una loca carrera en pos de la supremacía racial del Homus Hispanicus, que debía demostrar en casa lo que no había podido en el Mundial 82 de balompié o en la Copa del Mundo de baloncanasta de 1986, donde Terrados había formado parte del equipo médico del antidopaje. Había que poner fin a la humillación de ser el país organizador de grandes eventos deportivos que peor había quedado clasificado.
Cuando envejeces, y eso pasa todos los días, tiendes a ver el pasado como la mejor época. Es fácil imaginar a un hiperactivo Terrados en la mejor época de su vida, esa del final de los veinte y el principio de los treinta, preparando a nuestros deportistas para la gran cita en casa. Pasa a formar parte del equipo médico del Comité Olímpico Español en 1987, y desde 1988 es uno de los principales responsables del celebérrimo Plan ADO, uno cuyas siglas no llevan a ningún engaño. Tampoco sus componentes, porque quien llevaba el mando era Eufemiano Fuentes, responsable directo en Barcelona 92 del equipo de atletismo, el del oro de Fermín Cacho. ¡Cuantos recuerdos juntos! ¡Qué julio ese de 1992, con ambos con la acreditación de “médico del equipo olímpico español”!.
Eufemiano era desde 1990 médico del equipo ciclista ONCE, una joven escuadra muy ambiciosa dirigida por un telúrico director que también quería aplicar la ciencia al deporte. Eran años de revolución: una nueva sustancia, conocida por las siglas EPO, había entrado en el ciclismo desde el mundo del biatlón y el esquí de fondo, y quien la había probado decía que era la bomba. Incrementaba la capacidad para transportar oxígeno de la sangre, nada menos. Imagínense la reacción en un médico deportivo: como si a un chatarrero le hablas de la piedra filosofal, esa que transforma el latón y la hojalata en oro.
De manera natural, porque todo es confluyente, Terrados era el “Jefe de los Servicios Médicos del Grupo Deportivo ONCE” desde su fundación en 1989, y lo sería hasta 2002. Lo vio todo, y lo vio desde dentro. Fue un agente activo. Jalabert, de sprinter a vueltómano, entre otros logros. La cagalera colectiva en la Vuelta 96, también. Lástima ese Tour que se resistía, eh, pero no será porque Terrados no puso todo de su parte. Hasta el culo.
En 1998 fue detenido durante la prueba francesa, y pasó en el calabozo unas cuantas horas. Parte del protocolo era la exploración anal, algo que un doctor, aunque lo sea en fisiología deportiva, entiende perfectamente. Lo cierto es que a Terrados le incautaron un arsenal de corticoides, anabolizantes, hormona de crecimiento, antiestamínicos (¡esas alergias!) y trece botes, trece, de cafeína industrial. Hasta el culo, ya les digo.
Así quedó establecido en juicio, aunque después todos los cargos contra el fueron anulados. Lo que no se puede anular es lo que le encontraron, claro, ni tampoco la declaración de Zulle, entonces en el Festina, que dijo que Terrados le dopaba con EPO en la ONCE. Curiosamente, Terrados no demandó al suizo por esa intromisión en su honor. En 1999 es declarado persona non grata en el Tour, y durante la Vuelta un periodista le ve tirar a la basura viales y envases vacíos de lo que usted y yo llamaríamos, sin ninguna duda, droga.
Su amigo Garai, aunque solo fuese porque pertenece a la secta de la ONCE (“una familia”),
ha dejado este testimonio del momento dedo+calabozo de Terrados: “Orgulloso como pocos de su profesión y su carrera como investigador y médico deportivo, se sintió ofendido. “Yo no llevo en mi botiquín productos prohibidos, sino restringidos, que es distinto”, me contestó. “Y los llevo en la cantidad que yo, como médico de este equipo, considero necesario. Diga lo que diga la policía, no puedo renunciar a ser médico y a ejercer como tal, porque no sólo velo por la salud de los corredores, sino también de los demás miembros del equipo, empezando por el director (Manolo Sáiz), que como todos sabéis sufre crisis de asma y tiene problemas de corazón”. Estaba claro que no había tirado nada”. Claro, por eso no se encontró EPO.
Terrados dejó el ciclismo en 2002, y se volvió a su sultanato municipal, en la villa de 90.000 habitantes de Avilés. Si se preguntan como alguien ha podido estar viajando por el mundo teniendo plaza fija desde 1984 es que no conocen los privilegios de los médicos, esos que tienen una canonjía -residencia, la llaman- en un hospital público pagado por todos, y que realmente pasan su tiempo en una consulta privada, donde jamás verán recibo alguno. “Es que aquí estamos muy saturados, pásese por mi consulta donde le atenderá mi ayudante. Lleve metálico”. Pero bueno, no nos desviemos del protagonista, ni de la historia.
Bonita cárcel debe ser Avilés para un médico deportivo, a pesar de que en 2004 convirtiesen su centro municipal de Medicina Deportiva en Regional. Pruebas de esfuerzo a globeros, y cosas así. Él, que lo había tocado todo, y al que le habían tocado todo. Menos mal que la Nación se acordó de él e instaló en las cercanías el Centro de Alto Rendimiento, o como se llame, para piragüismo y remo, en el embalse de Trasona. De ahí ha salido el oro olímpico español más sorprendente, el de Craviotto y Rial en Pekín 2008, celebrado con una notoria vomitoma del primero en el momento de recibir la medalla.
Policías de profesión, jamás han tenido problema para compatibilizar sus auténticas labores. Como los médicos. Los JJ.OO olímpicos de aquel año estaban saliendo muy mal para España, “se está apagando la llama de Barcelona 92 y el plan ADO”, se leía. Samuel Sánchez había ganado un oro el primer día, otro por ahí de alguien que ni me acuerdo, y muchas medallas de plata. Quedaba un día de juegos, era por la mañana. Puse la tele para ver a los gladiadores olímpicos, sin saber que pruebas había.
Me quedé flipando claro.
Ahí estaba Terrados. No en Pekín, creo,
pero sí dentro de Craviotto y Rial. Un oro imprevisto, sacado de la manga. También estaba en el fútbol, donde ha estado asesorando a varios equipos -
el mas notorio, el Sevilla, llevado de la mano del asturiano Marcelino García-, porque una cosa es cierta: a diferencia de Eufemiano Fuentes, Terrados nunca se ha ocultado. Es un habitual de la prensa regional, donde pavonea sus logros, o se anuncia que su hija estudiará Medicina.
Atiende entrevistas, y habla abiertamente de su trabajo, que es
la mejora del rendimiento deportivo. Por cierto, este enlace está muy bien para todos aquellos que hablan de la supuesta y antigua relación Terrados-Gasol. La pregunta que queda, y es muy evidente, es cómo alguien como Gasol ha vinculado su nombre al de Terrados. Y cómo su entorno ha permitido que esto sea público. Normal que en Francia sospechen. Lo que no es normal, y nunca lo ha sido, es lo poco que se habla en España de estos temas, totalmente vetados en grandes medios, por una razón evidente: cualquiera se da cuenta de lo que suponen en alguien con el pasado de Terrados. Puede que incluso hasta los aficionados al baloncanasta. O los dirigentes deportivos, que dicen que es
"detestable insinuar que Gasol se dopa", como si alguien hubiese llevado a punta de arma al pívot hasta el doctor Terrados. Como indica el caso Armstrong, que nunca dio positivo, la máxima de “lo que no da positivo, no es dopaje” no sirve. Las amistades y relaciones profesionales dicen mucho. Desde luego, más que la prensa y periodistas de este país.
***
Los datos de la biografía de Terrados están sacados
de aquí, su CV. Cualquiera lo puede ver, solo hace falta ponerlo junto. Que yo sepa, de momento eso no es delito, pero todo se andará. Por cierto, si algún periodista lee esto (son más de 2500 caracteres, se que es un esfuerzo mayúsculo), a ver cuando le sacáis unas declaraciones a Terrados. O preguntáis a Gasol por su relación: por qué fue a buscar a ese doctor. Cuales eran sus referencias. Quien lo recomendó. Etc.
